Lo que el Estado no puede permitir es que los grupos de presión ideológica dicten los contenidos y la pedagogía de las aulas públicas. ¿Significa esto llegar a un acuerdo sobre la página?,El de los textos escolares públicos es un caso de muchas manos en un mismo plato. En sus criterios participan el Minedu, las empresas privadas que producen los libros de texto, los autores que escriben, los especialistas que asesoran y, como acabamos de ver, los grupos de presión ideológica, que intervienen directamente o son tomados en cuenta. Los padres de familia no participan, y su intervención complicaría más las cosas, pues cada hogar puede tener un punto de vista propio sobre los temas opinables de la historia o la actualidad del país. Textos horrorosos en una casa pueden resultar bienvenidos en otra, o al revés. Algo parecido sucede en los medios de prensa. No es un problema exclusivo del Perú. Los temas religiosos (por ejemplo creacionismo versus evolucionismo) son motivos de polémica en muchos países, y lo mismo pasa con interpretaciones del pasado. Es casi inevitable que los conflictos de la sociedad entren al aula, no solo vía los libros, sino también vía los maestros que deben utilizarlos. La fórmula que parece más fácil, eliminar todo contenido polémico en los textos escolares, deja la explicación de temas de importancia vital en manos de los medios, las redes, la propaganda o el intercambio boca a boca. Ninguno de los tres es un espacio adecuado para la formación de los jóvenes. Se trataría, pues, de una abdicación pedagógica. Lo que se ha optado en algunos casos es mantener lo polémico pero a la vez presentar los principales puntos de vista sobre el tema. Esto irrita a las posiciones extremas de ambos lados del espectro, pero tiene sentido desde la perspectiva de la formación del joven y de su derecho a irse formando un criterio propio. Lo que el Estado no puede permitir es que los grupos de presión ideológica dicten los contenidos y la pedagogía de las aulas públicas. ¿Significa esto llegar a un acuerdo sobre la página? Por lo menos exige prestarle más atención a la manera en que los contenidos con más potencial conflictivo llegan a las aulas. No se ha hecho en grado suficiente. No debe asustarnos que los textos escolares revelen lo dividido que anda el país en estos tiempos. Pero sí debe preocupar que los textos ahonden la división.