Bourdain fue otro tipo de performer, dispuesto a viajar por el mundo y a saltar hacia el otro lado del mostrador. Así descubrió que a la gente le gustaba más verlo comiendo, con real glotonería, que cocinando. Es el primer tragón-celebrity, en un mundo donde los que quieren comer (o que otro lo haga por ellos), son más que los que quieren aprender a cocinar desde casa.,Anthony Bourdain (1956-2018) apareció en el firmamento de la TV cuando ya los chefs-cocineros convencionales empezaban a cansar al público. Eso fue cuando la racha de celebridades preparando recetas ante cámaras se volvió simplemente demasiado, con canales de cable enteros dedicados a ello. En la hispanidad ese furor comenzó en 1991, con el estupendo Karlos Arguiñano. Esos chefs llegan a cansar porque su naipe es finalmente corto: presentar los ingredientes, prepararlos, explicar, y mostrar el plato concluido. Ya la comedia de 1978 ¿Quién está matando a los grandes chefs de Europa? en cierto modo se adelantaba a cierta fragilidad del gremio. Hoy sabemos. Los mata la falta de acción y transmitir solo desde la cocina. Bourdain fue otro tipo de performer, dispuesto a viajar por el mundo y a saltar hacia el otro lado del mostrador. Así descubrió que a la gente le gustaba más verlo comiendo, con real glotonería, que cocinando. Es el primer tragón-celebrity, en un mundo donde los que quieren comer (o que otro lo haga por ellos), son más que los que quieren aprender a cocinar desde casa. En cierto modo, una reivindicación del comensal en la ecuación gastronómica. No hay muchos chefs así en la TV. Algunos llegan a probar su plato concluido ante el público, discretamente, unos cuantos movimientos de tenedor. Una excepción es Gastón Acurio, quien en sus programas ha devorado todo lo disponible en la cocina peruana, a menudo luego de haberlo preparado al alimón con el dueño de casa. Ha cruzado, pues, la línea de la receta rígida. Dicho todo esto, los programas en los que se dan consejos y se preparan comidas siguen siendo enormemente populares, acaso como parte del rubro autoayuda en las horas más caseras de la programación. Pero de allí no podría salir un performer como Bourdain, con su propuesta de irreverencia radical, que ciertamente incluía el exceso, en la gastronomía. ¿Qué se espera en el Perú de un chef además de que cocine bien? El crítico Raúl Matta plantea que en el fondo aquí la cosa tiene que ver con las expectativas sociales del país. Podemos imaginar a partir de eso que nuestros chefs más célebres encarnan éxitos que son imitables, como viene quedando demostrado tantas veces.