Un buen congresista debe poder ser indefinidamente reelegido, y lo mismo vale para un gobernador o un alcalde.,Como una ceremonia menor y casi subrepticia, un grupo pluripartidario acaba de echar al tacho un proyecto que buscaba impedir la reelección indefinida de congresistas. La propuesta nunca tuvo la menor probabilidad de éxito. Solo fue la respuesta a una cuestionable ley que hoy prohíbe la reelección de gobernadores y alcaldes. La reelección indefinida ha sido en la historia el privilegio de unos pocos congresistas, como expresión de un reconocimiento a su trabajo, de su poder en un partido, o de su control ininterrumpido de una circunscripción electoral. Para los demás la reelección es una ruleta, a menudo rusa, donde la medianía de las trayectorias les carga las balas en contra. Así, congresistas que en la teoría son electoralmente inmortales, y ahora vemos que lo quieren seguir siendo, han decidido la mortalidad electoral de las figuras elegidas a otros cargos. El proyecto de mortalizar al congresista era una venganza, pero no una solución para el daño que puede causar la no reelección en el espacio regional-municipal. La idea democrática es que los problemas surgidos de la elección se resuelven solos, es decir con nuevas elecciones. Pero hemos preferido elevar murallas y construir laberintos que buscan ponerle freno a la voluntad electoral, antes o después de haber elegido a un candidato. Los congresistas son agentes de ese Estado burocrático. Un buen congresista debe poder ser indefinidamente reelegido, y lo mismo vale para un gobernador o un alcalde. Ambos espacios deben regirse por el mismo principio, y por la misma norma. Los problemas atribuidos a la reelección ya están presentes en la primera elección. Nadie se hace malandrín en la política: es así como llega. Los electorados no son infalibles, e incluso se equivocan mucho. Por eso no tiene sentido cortar los efectos positivos de una buena decisión. Sacar de juego al bueno conocido para darle más oportunidades a quienes son potencialmente malos por conocer. Hay allí varias libertades que están siendo limitadas. Ya que el pequeño grupo pluripartidario de congresistas parece haber entendido que no conviene bloquear la reelección, ahora debería hacer extensiva esa iluminación a sus colegas de gobiernos regionales y municipios. Más aún ahora que el primer ministro es un gobernador reelegido.