Este año la Academia Sueca no está libre del mismo tipo de acoso, presión, y en general indecencia sexual que ya aparece bajo los más glamorosos reflectores del mundo, espectáculo, deporte o creación artística.,Más de media docena de premios Nobel de literatura han sido postergados a lo largo del siglo XX, la mayoría a causa de una guerra mundial en curso, un argumento que podría ser humanitario. Alguna postergación se dio por falta de candidatos que reunieran las condiciones ese año. Luego hubo premiados que no quisieron aceptar, y los impedidos por sus gobiernos. La suspensión del premio Nobel literario 2018 añade un motivo a todos los anteriores: este año la Academia Sueca no está libre del mismo tipo de acoso, presión, y en general indecencia sexual que ya aparece bajo los más glamorosos reflectores del mundo, espectáculo, deporte o creación artística. Las denuncias están sobre la mesa. Todo esto tiene algo de giro copernicano. Hasta aquí los defectos eran todos de los autores o de los tiempos. Ahora los problemas están entre la comunidad a la que vemos solemne y de frac (y vestido largo) encumbrar a un autor cada año. Son ellos los que se sienten indignos, y lo reconocen hidalgamente. Pero el giro tiene algo más de profundidad que el cambio de culpables, pues le ha abierto puertas insospechadas al tema ético. Palabras como “respeto a anteriores o futuros premiados” o “recuperar la confianza del público” van más o menos en dirección de la moral. Camino por el cual la cosa chocará abiertamente con los propios escritores aún no premiados. Aquí es donde hace su ingreso Mario Vargas Llosa, Nobel él mismo, para descartar en un artículo toda validez de lo políticamente correcto, por ejemplo el feminismo radical, en la ficción literaria. Sin embargo ha habido competidores que la Academia sueca vetó o premió por sus ideas políticas. Nunca, que se sepa, por sus costumbres privadas, rara vez difundidas. Debemos suponer que en Estocolmo las cosas van a cambiar realmente de un año al otro. Pero el arrepentimiento de los jurados (a eso equivale postergar) tiene un valor. Los escritores que son juzgados no tienen mayores obligaciones éticas. Pero los jueces, literarios o de cualquier otro tipo, sí. Esperemos que el premio del próximo año no tenga una relación directa con estos asuntos. Como que todavía no se ha premiado un autor de libros de la llamada superación personal. Ya deben estar llegando los candidatos.