Sendero Luminoso ha sido, junto con el fujimorismo, lo peor que le pasó al Perú contemporáneo. Sendero terrorismo ciudadano, fujimorismo terrorismo de Estado. Sendero quiso justificar su violencia y sangre en la injusticia y desigualdad. Es cierto que había entonces - y hay aún hoy - mucha injusticia y desigualdad, pero ninguna desigualdad e injusticia justifica asesinar, ni a los responsables políticos de esas injusticias y desigualdades, y menos a gente del pueblo que combatía esas desigualdades e injusticias con su trabajo honrado y comprometido. Sendero mató a machetazos o explotando los cuerpos de gente de pueblo que, precisamente, luchaba social y políticamente por equidad, justicia y oportunidades para los marginados de las élites política y económica. Es el caso de María Elena Moyano, lideresa del entonces pujante Villa El Salvador, que fue baleada por Sendero Luminoso y su cuerpo dinamitado frente a sus vecinos y frente a sus hijos. Y el de María Elena es uno de decenas, centenas, miles de casos de similares asesinatos al interior del país donde Sendero se ensañó con dirigentes, con representantes elegidos por sus pueblos, con campesinos, policías y militares humildes. Sendero fue una máquina de sangre y fuego que de manera perversa quiso reemplazar una injusticia por otra, un poder malsano de las cúpulas políticas y económicas, por un poder insano de las cúpulas terroristas. Y Fujimori no hizo más que ayudar al derramamiento de sangre inocente instaurando un combate contraterrorista igual de salvaje que el de los salvajes terroristas. Sus estrategias de comandos de aniquilamiento solo sirvieron para que la intensidad de la violencia de Sendero aumentara y más gente muriera. Las directivas que Fujimori dio a las fuerzas del orden de entonces solo lograron que la población inocente quedara en un mortal fuego cruzado en el que Sendero entraba a sus pueblos a obligarlos a darles comida o apoyo luego de decapitar en sus plazas brutalmente al jefe del pueblo y a su familia delante de todos. Luego llegaba el ejército que – amparado en la luz verde a la bestialidad que Fujimori dio – acusaba a esa población atemorizada por Sendero de ser terrorista, y también la asesinaba sin misericordia y desaparecía a los peruanos sin remordimiento. Por eso hasta hoy tenemos más de13 mil desaparecidos producto de esa salvaje forma de combate que eligió el sanguinario Alberto Fujimori con sus brazos de comandos Colina. Fujimori demostró ser tan bestia como las bestias terroristas; porque además, despreciando como siempre las leyes y el orden, Fujimori les regaló a los terroristas una valiosa llave: la llave de disputar en el mundo del derecho las condenas que recibieron por jueces sin rostro y juicios sumarios sin seguir el debido proceso. Es irónico que los terroristas usaran luego el derecho y la ley – que tanto buscaron dinamitar – para apelar sus condenas que no siguieron debido proceso. Y esa es la razón por la que gracias a la estupidez de Fujimori el Perú perdió todos los procesos de esa índole: porque en ningún país del mundo que se precia de demócrata, podía sostenerse una condena de juicio sumario. Así fue que los sanguinarios fujimoristas ayudaron a los sanguinarios terroristas. Entonces, cuando un ignorante supino fanático fujimorista o un simplón ideologizado de derechas se indigna porque se haya procesado nuevamente a los terroristas y hayamos tenido que perder dinero en el camino (¡y hasta indemnizarlos!), esos ideologizados de derecha quedarían menos en ridículo si se enteran de que arreglar lo que Fujimori jodió es lo que nos hizo perder económicamente, pero arreglarlo a ley nos hizo ganar en civilidad; esa civilidad de la que carecen los que rebuznan cuando un terrorista sale libre porque ya cumplió su condena. A nadie – excepto a los senderistas – le alegra tener en las calles nuevamente a gente como Morote (#2 de Sendero) y Liendo. Es un factor de intranquilidad, pero veamos, los tipos están viejos y acabados, y no representan por ahora ni el 1% de peligro que representan hoy día, en este minuto, gente en la política peruana asociada al narcotráfico y a la corrupción a gran escala. Los Keikos, Kenjis, Albertos, Kouris, Álvarez, Garcías, y toda esa calaña de personajes que son peligrosos no solo por sus nexos con lo corrupto y lo ilícito, sino porque tienen PODER. Sí, los Humala, Villarán, Toledo, también tienen serias acusaciones de nexos con lo corrupto, pero ninguno de ellos tiene el poder de daño que sí tienen los otros mencionados. Entonces, cuatro cosas claras: Uno, los terroristas seguirán cumpliendo condenas y saliendo de prisión; y es sabido que un terrorista difícilmente se arrepiente de sus formas violentas. Así que toca, que exijamos inteligencia en vez de salir a gritar estruendosa y artificosamente porque se cumple con el orden legal que demuestra a esos salvajes que nosotros no lo somos, justamente porque nos regimos por la ley y el orden y no por el linchamiento. Exijamos el mismo nivel de inteligencia del GEIN, que capturó a la cúpula de Sendero y que fue el que realmente acabó con el terrorismo sin disparar una sola bala violenta. Inteligencia para hacer seguimiento de las actividades de los ex-reos y estar alertas a cualquier recomposición o liderazgo. Dos, las bestias que se rasgan las vestiduras y que alientan a que los civilizados se incivilicen, ahórrense el espectáculo penoso por ridículo e ignorante. Tres, la censura que la derecha política y su aliada económica ha hecho por años del recuento de las culpas y responsabilidades de la guerra terrorista (CVR) es la que que ha impedido que nuevas generaciones tengan consciencia de qué fue y por qué repudiamos el terrorismo. Es hora de que asuman sus responsabilidades y dejen que la historia se cuente como fue, no como ellos la evaden y deforman. Cuatro, afinemos la puntería política y legal contra quienes nos están poniendo en inminente peligro de ser un narcoestado, con toda la violencia y sangre que eso trae. Toca exigir que se despliegue inteligencia contra los ex reos terroristas e inteligencia contra los futuros reos narcopolíticos.