Era 1982. Un disparo al arco de Guillermo La Rosa, con dignidad y un gracias a Dios, fue el último gol de Perú en un mundial. De 1969 a 1982, el Perú fue a tres mundiales y fue campeón de América en 1975. Curiosamente en la época de las experiencias más estatistas (o “populistas”), fue la del mejor fútbol. Fue la década de una Generación X de reformas militares, la Constituyente, la transición y del buen fútbol. Ya los años 80 vieron lo último del fútbol grande, el dolor por lo salvaje de Sendero, el colapso del Estado que ya distribuía sin distribuir y la crisis económica. En los años 90 el ajuste estructural abrió la economía al mundo y a las informalidades; el fútbol venía a menos. Luego vendrían tiempos de democracia recuperada, modernizaciones con presupuestos y crecimientos tentadores, desvanecimiento de partidos; no el mejor fútbol. Largo tiempo los mundiales solo por televisión. En el 2011, un tercer lugar en la Copa América advertía algo. A la generación actual, Juan Biondi y Eduardo Zapata, las llama “nómades electronales”, caracterizados por el uso masivo de dispositivos electrónicos para comunicar y moverse, más oralidad e imágenes; “cultura del celular”, “choques y fugas”. Asumen que su progreso está en su personalísimo esfuerzo, no por la vía del Estado o de utopías políticas. Hasta que llegó el fútbol con Mundial a la “Generación Y” (nacidos en los 80) y a la “Generación Z” (nacidos fines de los 90). La realización futbolera llegó a la juventud más diversa (la que pagó por un espacio en el Estadio Nacional y la de pantalla gigante en plaza pública). Después de 35 años, retorna lo rojo y blanco en todas formas y estilos; abrazos para cantar el himno nacional y la sensación olvidada de ser un Perú que gana; lágrimas televisadas de todos los estratos y colores. Parece volver a dos generaciones individualistas el sentido de lo colectivo, el equipo, los abrazos, los orgullos nacionales, la posible patria exitosa. La Generación X, la nuestra, tuvo héroes deportivos en los “Cachitos” Ramírez, Cuetos, Cubillas, Sotiles, Oblitas; ídolos que no dejamos descansar de tanta evocación nostálgica. Al fin vienen otros héroes: Guerreros, Cuevas, Traucos y más. Surgirán otros héroes que los expresen con proyectos nuevos. Se configurará una Generación M, la del Mundial; la del “todo fluye” y nuevos compromisos colectivos; la del subempleo más subconsumos masivos; la del individualismo emprendedor y múltiples éxitos con “p” de patria. Aunque sea el fútbol, pero que cambie el nombre y rostro a dos generaciones que “estuvieron” a punto de ser ahogadas por Lavas Jatos y el “casi-fuimos”. ¿Algo innovador puede construir esta doble Generación del Mundial? Esperemos que mucho y mejor.