Vidas robadas. ¿Qué planes, motivaciones o anhelos guardaban 16 de las 130 víctimas del último atentado en la capital francesa? Conozca el lado humano de las personas que perdieron la vida a mano de 8 miembros del Estado Islámico el 13 de noviembre, masacre que conmovió al mundo entero., Versión original The New York Times Los reportes de la masacre de París del último viernes 13 nos entregaban un frío recuento: 130 muertos por atentados perpetrados por ocho miembros del Estado Islámico. Sin embargo, tras esa cifra se esconden 130 historias de seres humanos truncadas por el fanatismo. PUEDES VER: Violencia en calles de París en la víspera de cita del cambio climático Abordaremos los trágicos finales de 16 de las víctimas, de acuerdo al orden cronológico de la serie de ataques en París. A las 9:16 pm. (hora de Francia), la alerta la dio una explosión en las afueras del Estadio de Francia. La primera víctima de la barbarie respondía al nombre de Manuel Colaço. Portugués de 63 años, esa noche trabajaba como chofer de bus y acababa de llevar a un grupo de personas a ver el partido amistoso entre Francia y Alemania. Era fan del fútbol y muchas veces entraba con sus clientes a ver los encuentros en el estadio. Esa noche, mientras esperaba fuera del autobús, un terrorista suicida hizo explotar su chaleco con explosivos. La onda de choque alcanzó a Colaço y jamás pudo llevar de vuelta a sus pasajeros. Cuatro minutos después y a más de tres kilómetros al sur, caía abatido Amine Ibnolmobarak, un marroquí de 29 años, producto de las ráfagas lanzadas por un grupo de extremistas que llegaron hasta el restaurante Le Carrillon. Años atrás, los padres de Ibnolmobarak lo enviaron al país galo para estudiar medicina, pero él lo cambió por su gran sueño: la arquitectura. La vida le sonreía. Se acababa de casar con Maya Nemeta y la noche del 13 de noviembre ambos cenaban, celebrando su reciente unión. Diez personas más perdieron la vida en ese local. Nemeta sobrevivió. A esa misma hora, a menos de un kilómetro, un solo hombre con un arma automática abrió fuego contra la pizzería La Casa Nostra. Kheireddine Sahbi, un violinista argelino de 29 años, no era cliente del restaurante de pastas. Solo pasaba frente a la fachada cuando se inició el tiroteo. 'Didine', como lo conocían sus amigos, llegó a Francia para perfeccionar su técnica musical en La Sorbona y pocos días antes se inscribió en un Master de Etnomusicología. Sahbi no tuvo la misma suerte de una cliente del restaurante que estaba a punto de ser ejecutada por el terrorista, pero antes de disparar el arma se le atascó, lo que le dio tiempo a la afortunada de correr por su vida, como se apreció días después en un video del circuito cerrado del local. Masacre en Bataclán A Matthieu Giroud ni siquiera le gustaba la banda de rock Eagles of Death Metal, que se presentaba esa noche en la sala de conciertos Bataclan, en París. Giroud poseía el carisma para ser un vocalista de rock, pero por su perfil bajo optó siempre por dedicarse a ejecutar el bajo. Acudió solo al show: quería proponerle a uno de los miembros de la banda que lo dejase tocar en el escenario. A las 9:45 pm., mientras Giroud tomaba valor para su propuesta, una serie de disparos interrumpieron el espectáculo dentro de la sala. No se supo más del geógrafo y bajista de 39 años hasta dos días después, cuando su novia Fabienne Silvestre-Bertoncin se enteró de que Giroud estaba en la lista de fallecidos. Ambos esperaban a su segundo hijo. Cuando los tres hombres armados abrieron fuego en pleno show, las primeras balas impactaron en Maxime Bouffard, un cineasta independiente de 26 años, que acudió a ver a los rockeros junto a un amigo. Tan rápido resultó el ataque que, cuando su amigo le gritó a Bouffard que se tendiera al piso, ya una bala había atravesado su cuerpo y cayó en los brazos de su acompañante.Falleció en el acto. Metros más allá, en medio de la balacera, la estudiante de diseño Elodie Breuil no podía creer que ella misma estuviese viviendo lo mismo que los trabajadores de la revista Charlie Hebdo en París, que fueron asesinados por extremistas islámicos en enero último. Conmovida por aquellas muertes, Breuil participó, en esos días de inicio de año, en marchas a favor de las víctimas. Once meses después, ese viernes 13, la joven vivía en carne propia la insania de los fanáticos religiosos. Tenía 23 años al morir. Christophe Foultier (39), otra de las víctimas en Bataclán, se encontraba grabando su último disco de rock a la par que trabajaba en una empresa de comunicaciones. La noche de la tragedia acudió al concierto con su esposa y un grupo de amigos. Todos los amigos sobrevivieron aquel viernes, excepto Foultier. Pierre Innocenti y Stéphane Albertini eran primos y tenían la misma edad: 40 años. El primero era gerente del restaurante Chez Livio en Neuilly-sur-Seine en el elegante suburbio de París (al que acudían personalidades como Nicolás Sarkozy o Brigitte Bardot), el segundo era su jefe de sala. Los viernes, generalmente, los primos trabajaban hasta muy de tarde, pero esa noche se animaron a ir con un grupo de amigos al concierto de los Eagles of Death Metal, sellando así su trágico destino. Cédric Mauduit (41) planeaba al día siguiente pasar el día con sus dos hijos, pero antes se dio el gusto de ver a su banda de rock favorita junto a su amigo David Perchirin. Ambos no sobrevivieron al ataque. El hermano de Cédric lanzó una convocatoria vía Facebook, para que los Rolling Stones o David Bowie (sus ídolos) acudieran a su funeral. Se desconoce si tuvo éxito en su petición. El esposo de la maquilladora Hélène Muyal Leiris (35), Antonio Leiris, no supo nada de ella hasta el día siguiente cuando le confirmaron su nombre en la lista de fallecidos en Bataclán. Le arrebataron al amor de su vida y madre de su hijo de un año y medio. Lejos de sentir odio hacia los asesinos de su amada, Leiris les escribió en redes sociales lo siguiente: "Me robaron la vida de un ser excepcional, pero no tendrán mi odio. Quieren que tenga miedo, que sacrifique mi libertad por la seguridad. Y no, no lo conseguirán". Fabián Stech (51) fue uno de los dos alemanes que murieron en los ataques a la capital francesa el viernes 13. Stech, se desempeñaba como crítico de arte. Deja dos hijos huérfanos. Fotógrafo y diseñador de profesión, Éric Thomé (39) esperaba el nacimiento de su hijo, pero la muerte lo sorprendió en pleno concierto. Había sido, hasta el momento, un buen año: participó en julio en la exposición de Encuentros con la Fotografía, en la ciudad de Arles. Su afición por el rock lo llevó sin saberlo, el 13 de noviembre, a la boca del lobo. Aparte de ellos, 78 personas más perdieron la vida en esa sala de conciertos. El último festejo Cinco minutos después de la toma del Teatro Bataclan, otro grupo de hombres con armas automáticas llegó al bar La Belle Équipe y acabó con la vida de 19 personas, entre ellas Veronique Geoffroy de Bourgies (54), una francesa que hace apenas un año abandonaba el periodismo para dedicarle su tiempo completo a su ONG Niños Felices, que fundó en Madagascar en 2004. Veronique acudió a La Belle Équie para reunirse con amigos y proponerles proyectos humanitarios. Con su muerte, deja en la orfandad a 200 de sus hijos adoptivos en Madagascar. Con familia en Túnez, las hermanas Hodda (35) y Halima (37) Saadi celebraban un cumpleaños en la terraza del bar cuando las balas las alcanzaron. Ambas eran hijas de inmigrantes que llegaron a Francia en los años 70. Halima era madre de dos niños. Las hermanas forman parte de los diez musulmanes muertos en los ataques. Guillaume Le Dramp (33) tomó la noche libre en su trabajo para participar en una fiesta de cumpleaños en La Belle Équipe. Recién llevaba dos meses en una relación sentimental. Su amigos lo describen como cálido y con gran sentido del humor. Era mexicana y estadounidense a la vez y estudiaba diseño industrial en la Universidad de California. Nohemí González llegó como estudiante de intercambio a Francia para estudiar diseño y culminar su sueño. González es la única norteamericana entre las víctimas de ese fatídico viernes 13.