Venezolano cruzó a Estados Unidos por primera vez para ver a su novio y terminó preso en El Salvador
El joven venezolano fue encarcelado por tener tatuajes en su cuerpo y pasó cuatro meses encerrado en la cárcel de máxima seguridad, donde sufrió insultos y violencia.
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Andry Hernández, un maquillador y peluquero venezolano, emprendió un viaje lleno de esperanza: cruzó la peligrosísima selva del Darién —entre Colombia y Panamá— con el sueño de reunirse con su novio, Paul Díaz, psicólogo de origen puertorriqueño radicado en Estados Unidos (EE. UU.). La pareja se conoció hace dos años de forma online y planeaban encontrarse en Filadelfia, con el anhelo mutuo de fundar una asociación para apoyar a niños con VIH y cáncer. Sin embargo, su viaje no fue como esperaba y terminó siendo víctima de graves atropellos judiciales.
En una entrevista para AFP, Andry, reveló las duras noches que vivió en la cárcel de máxima seguridad de El Salvador. Por cuatro meses estuvo confinado y no sabía si algún día podría salir para volver a ver a su familia: “Ese día pensé en mis padres, en Paul, en todo lo que había arriesgado para no conseguir nada”, reveló.
Venezolano atravesó la selva del Darién para llegar a EE. UU. pero fue encarcelado en El Salvador
En su travesía, Hernández atravesó Centroamérica y llegó a la frontera estadounidense, pero fue detenido y deportado a México. A través de la aplicación CBP One consiguió una cita para solicitar asilo, programada para el 29 de agosto de 2024. Aunque estuvo cerca y veía la bandera estadounidense, su ilusión fue efímera: fue arrestado y trasladado al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) en El Salvador.
Las autoridades lo catalogaron como peligroso por las coronas tatuadas en sus muñecas, interpretadas como símbolo del Tren de Aragua, pese a que Hernández aclaró que eran una referencia cultural a los Reyes Magos. Este estigma lo condenó sin cargos previos en su contra.
“Es completamente ridículo. Me siento muy culpable por esta situación... Por amor, él se sacrificó. Me decía: ‘quiero estar contigo, quiero una vida tranquila, quiero trabajar’”, recuerda Andry sobre las palabras que le dedicó Paul.
Durante cuatro meses en la Cecot —desde el 15 de marzo hasta su liberación—, soportó condiciones inhumanas: golpes, insultos, humillaciones y abusos sexuales. Relata que fue encerrado en una celda de aislamiento llamada "la isla", sin luz ni ventilación, y sufrió agresiones sexuales y físicas a manos del personal carcelario.
“¿Qué haces bañándote a escondidas? Eso no está permitido, tenemos que castigarte”, contó Andry a la vez que indicaba que lo llevaron a una celda de 9 m²: “Me dijeron: ‘¡arrodíllate!’”, y confesó que luego de eso sufrió los abusos.
Finalmente, fue liberado el 18 de julio gracias a un canje de prisioneros entre Venezuela y Estados Unidos. Regresó a su hogar en Capacho, Táchira, donde lo recibió su familia. Aun así, el trauma persiste, y sus esperanzas de un futuro con Paul en EE. UU. parecen lejanas. Su nuevo objetivo: abrir un salón de belleza en su pueblo para reconstruir su vida y afirma que si tuviera oportunidad de volver a ir a USA, lo haría, pero solo si obtuviera permiso.



















