Inmigrantes de Venezuela en EEUU enfrentan el miedo de ser deportados a megacárcel de El Salvador: "Ser venezolano es un delito"
Más de 230 inmigrantes venezolanos fueron deportados hacia El Salvador. Enfrentan condiciones extremas en la megacárcel del país, conocida como el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot). La situación alarma y genera reacciones internacionales.
- Esta 'ciudad santuario' de California le hace frente a las deportaciones de Trump con leyes para proteger inmigrantes en 2025
- Tiempos difíciles para inmigrantes en EEUU: Trump puede deportar a indocumentados por estos delitos establecidos en la ley

La crisis de los inmigrantes venezolanos sigue sumando experiencias dramáticas. Un nuevo y alarmante suceso ha puesto nuevamente en el centro del debate las políticas migratorias de Estados Unidos y las repercusiones de la deportación masiva. Esta vez, 237 inmigrantes venezolanos fueron deportados a El Salvador, donde fueron trasladados al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una megacárcel conocida por sus estrictas medidas de seguridad y condiciones extremas.
Deportación masiva y sus consecuencias: los 237 inmigrantes venezolanos en El Salvador
La deportación de estos inmigrantes venezolanos se enmarca dentro de una serie de medidas más amplias impulsadas por los gobiernos de Donald Trump y Nayib Bukele, quienes buscan frenar la migración irregular hacia Estados Unidos. La situación genera un fuerte rechazo en varios sectores. Estos denuncian las pésimas condiciones de detención y el trato a los inmigrantes en el Cecot, un complejo penitenciario que alberga a miles de prisioneros, incluidos miembros de organizaciones criminales como el Tren de Aragua.
Un caso de entre ciento es el de Luis Carlos José Marcano Silva, un joven venezolano de 22 años que fue detenido en Texas mientras intentaba ingresar a Estados Unidos. Según su familia, no tiene antecedentes penales y había salido de Venezuela huyendo de la violencia y la precariedad. Ahora, Luis Carlos forma parte de los 237 venezolanos trasladados al Cecot, donde comparte celda con presuntos pandilleros. “Ser venezolano ya es un delito”, declaró un familiar desde Caracas en condición de anonimato, reflejando la desesperación de cientos de familias que han perdido contacto con sus seres queridos.
El Cecot, considerado uno de los centros de reclusión más temidos de América Latina, se ha convertido en el epicentro de la política de mano dura de Bukele contra las pandillas y otros grupos criminales. Sin embargo, la llegada de estos inmigrantes venezolanos ha incrementado las tensiones, ya que muchos de ellos no fueron acusados de crímenes graves, sino simplemente de haber ingresado de manera irregular a Estados Unidos, lo que coloca en la cuerda floja la situación legal y humanitaria de los deportados.
El impacto de la megacárcel y las implicaciones políticas
La megacárcel de El Salvador, conocida oficialmente como el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), se presenta como una de las piezas clave en la estrategia de seguridad del presidente Nayib Bukele. Con una capacidad para miles de internos, esta prisión se ha ganado notoriedad no solo por su tamaño, sino por las estrictas medidas que se implementan para mantener el control, lo que ha dado lugar a acusaciones de violaciones de derechos humanos.
A pesar de las críticas internacionales, el gobierno salvadoreño ha insistido en que la megacárcel es una herramienta necesaria para combatir a grupos criminales como el Tren de Aragua, una organización de crimen organizado que opera en varios países de América Latina, incluyendo Venezuela. Sin embargo, la llegada de inmigrantes venezolanos a estas instalaciones ha desatado dudas sobre la efectividad y humanidad de las políticas de seguridad implementadas por Bukele.
El caso de los 237 inmigrantes deportados resalta las tensiones entre la lucha contra la criminalidad y los derechos humanos, especialmente cuando la migración está involucrada. Muchos de los venezolanos deportados a El Salvador fueron arrestados bajo la acusación de haber ingresado ilegalmente a Estados Unidos, una acusación que, en muchos casos, no se traduce en delitos de alta peligrosidad. Sin embargo, su destino final fue la misma prisión de máxima seguridad, lo que pone en evidencia las contradicciones de las políticas migratorias regionales.



















