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Domingo

En tutú en el valle sagrado

La joven bailarina Micaela Pérez tenía un sueño: montar una escuela de ballet en Urubamba, Cusco, y así lo hizo hace dos años. Hoy, la New Ballet School forma a niñas que hacen el plié y relevé a ritmo de ‘El cóndor pasa’

Formación. Pequeñas bailarinas de ballet de la New Ballet School de Urubamba y la profesora Micaela Pérez. Foto: Andrea Rivera y Raúl Medina
Formación. Pequeñas bailarinas de ballet de la New Ballet School de Urubamba y la profesora Micaela Pérez. Foto: Andrea Rivera y Raúl Medina

Cuando tomó la decisión de irse a vivir a Urubamba, Cusco, en 2021, la bailarina de ballet Micaela Pérez, de 26 años, no tenía nada, salvo una pequeña casa que un tío le había conseguido en alquiler, su perrita Vida y sus sueños de montar una escuela de ballet para niñas en el Valle Sagrado de los Incas. Micaela, graduada de Danzaira (la más prestigiosa escuela de ballet de Lima), maestra certificada por la American Ballet Theatre de New York y dueña de una vocación por la enseñanza de las más chiquitas, apostó por esa región porque quería descentralizar la danza clásica y llevarla a donde no la habían bailado antes.

“Arriesgué y me fui a probar. No tenía ni idea si las niñas se iban a inscribir en mis clases, solo sabía que en el valle había clases de yoga y pilates para adultos, pero pocas actividades para los más chicos”, dice. La primera clase que dio fue gratuita y asistieron una docena de niñas. Luego se quedó con cinco alumnas de entre 5 a 12 años, con ellas comenzó la New Ballet School, su tan anhelada escuela de baile.

La primera promoción de pequeñas bailarinas de ballet hizo su espectáculo de cierre en la plaza de Urubamba, danzando ‘El cascanueces’ de Tchaikovsky, ante la mirada hipnotizada de quienes nunca habían visto un show de este tipo. “Mis maestros siempre me dijeron que el ballet debe llegar a las calles y así lo hice”.

Hoy su escuela de ballet se ha vuelto popular en el valle y tiene 25 alumnas, algunas son hijas de padres extranjeros y limeños, otras viajan una hora y media desde el distrito de Pisac para asistir a sus clases de ballet que las transporta al mundo del tutú, el plié y relevé y la música clásica.

“Si bien la formación inicial del ballet a veces es un poco rígida y fría por las repeticiones en la barra, yo aplico lo que me ensañaron mis maestros, a memorizar los pasos cantando”, dice Micaela, quien confiesa que se enamoró del ballet porque fue como un escape: “Era una niña con la cabeza medio problemática, pero cuando entraba a las clases, me olvidaba de todo, estaba en el aquí y ahora, y la música me hacía viajar, me podía quedar horas bailando”. Eso es lo que quiere transmitir a sus niñas, a las que se les ve felices danzando en su salón de grandes espejos, rodeadas de árboles y vistas hermosas del valle. “Mi idea es que lleguen a enamorarse de la danza en la primera clase”, dice quien para dar con su vocación pasó por disciplinas como el fútbol y la natación.

El próximo sábado, sus alumnas presentarán en el auditorio de la Municipalidad de Urubamba un espectáculo de ballet a ritmo de marinera y de ‘El cóndor pasa’. En el grupo hay niñas muy talentosas como la cusqueña Yajé Velarde, cuyos padres piensan llevarla a España a estudiar ballet profesional. “Lleva siete meses en la escuela, y tiene las puntas, los brazos, la presencia y la disciplina para seguir la carrera. Esta es una oportunidad para que los padres pueden tomar en serio al ballet”.

Persistiendo con su idea de descentralizar la danza clásica, Micaela dará clases gratuitas todos los viernes en la comunidad de Patacancha, Ollantaytambo. Contactó con la directora de la escuela, hizo una breve presentación, puso música y bailó, y se ganó la atención de las niñas rápidamente. “Se veía que estaban intrigadas por saber qué vendría más adelante”.

Al dar estas clases libres, la bailarina quiere devolver lo que una vez hicieron por ella, ya que, cuando estuvo en formación, obtuvo una beca por su buen rendimiento. “Quiero llevar algo tan sublime como el ballet a donde no lo han hecho antes”.

Micaela es conocida en el Valle Sagrado como la profesora de ballet. Urubamba es un pueblo pequeño y se ha ganado el cariño de sus vecinos. Allí vive con su perrita María Alegría.

Periodista en el suplemento Domingo de La República. Licenciada en comunicación social por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y magíster por la Universidad de Valladolid, España. Ganadora del Premio Periodismo que llega sin violencia 2019 y el Premio Nacional de Periodismo Cardenal Juan Landázuri Ricketts 2017. Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre violencia de género, feminismo, salud mental y tribus urbanas.