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Domingo

Adolfo Chuiman: "Ya no me dicen Adolfo, me dicen Peter"

Personifica al fiel mayordomo Peter McKay en la exitosa serie de TV Al fondo hay sitio y hace tiempo que es un ícono de la televisión peruana. Ahora sus fans temen que haya llegado el fin de su personaje y no vuelvan a verlo.

Adolfo Chuiman: "Ya no me dicen Adolfo, me dicen Peter"
La República

Por estos días, Adolfo Chuiman recibe muchas llamadas y mensajes de los seguidores de su personaje Peter McKay, el mayordomo de Al fondo hay sitio, porque los últimos capítulos parecen anunciar el fin de su presencia en la historia. En uno de ellos, su personaje se despedía de su empleadora Francesca Maldini porque se iba a vivir a Estados Unidos, y en otro más reciente sufre un paro cardíaco cuando está a punto de ser asesinado por la villana Mirada de Tiburón. Y no se sabe qué ha pasado con él.

“La gente me llama, me dice que no puede ser. Que no me vaya. Pero la verdad no sé qué pasará con mi personaje”, cuenta Adolfo Chuiman en la sala de su casa, alimentando el miste- rio. La reacción de los seguidores de la serie lo alegra, lo emociona, lo sorprende. “No puedo salir ni a la tienda, porque siempre hay alguien que pide una foto. Ya no me dicen Adolfo, me dicen Peter”, cuenta sonriente.

A los 76 años, Adolfo Chuiman todavía luce ese aire juvenil y pícaro que lo hizo famoso en los años 80, cuando hacía de Avelino, el novio, que siempre era golpeado por su suegro donAlex Valle; o cuando era Manolo, ese palomilla que le preguntaba a ‘Machucao’: “¿Quien soy yo?”, “¿con quien estás?”. Ahora es Peter, y dice que un actor de formación teatral como él le da cuerpo, densidad, a cualquier personaje.

Cuando te plantearon el personaje, no estabas tan de acuerdo con ser Peter.

Lo que pasaba era que me parecía un poco tranquilo para mí. Pero un actor debe hacer de todo. Y mi personaje, poco a poco, fue creciendo. Y ahora la gente lo quiere un montón. Hay actores que hablan bien bonito, pero no Transmiten. El éxito del actor es transmitir algo.

Amor al teatro

Conversamos con Adolfo el jueves pasado. En uno de los ambientes de su casa tiene una pared llena con fotografías, afiches y recortes de periódico de su etapa en el teatro dramático, una época que recuerda con el máximo cariño. “Mira esta foto, aquí estoy en Bodas de
sangre”, “aquí estoy con Elvira Travesí”, nos dice señalando algunas fotos. “Este soy yo en Orquesta de señoritas”, dice mostrando una
fotografía vestido de mujer. “El personaje no era un travesti, los personajes eran mujeres pero interpretados por hombres”, comenta.

Veo que recuerdas con mucho cariño tus épocas en el teatro.

Hice teatro desde los 18 años. Ser actor es hacer teatro. Muchos pueden ser actores por alguna circunstancia, pero yo creo que actor es el que pisa las tablas. Yo hice 18 temporadas de teatro con grandes autores: Pirandello, García Lorca, Brecht, y muchos más. Y actué en casi todos los teatros de Lima: la Sala Alcedo, el Teatro Segura, La Cabaña. Y con Pepe Vilar hicimos como 200 obras en ‘Teatro como en el teatro’.

Adolfo fue parte del grupo teatral Histrión y ahí conoció y compartió tablas con dos amigos que, con el tiempo, le abrirían las puertas de la televisión: Pepe Velásquez y Efraín Aguilar. El primero lo convenció de ir a Risas y salsa y el segundo fue el productor de Taxista ra ra, Mil oficios y de la exitosísima Al fondo hay sitio de 2009 a 2016. En todas ellas, Adolfo Chuiman siempre tuvo papeles protagónicos.

Adolfo tiene anécdotas sabrosas de su paso por Risas y salsa. Además de su personaje de Avelino, que siempre repetía: “En la cara no”, y de Manolo, “Papá” de ‘Machucao’, también le encargaban la mayoría de musicales de los temas de moda de la época. Ha sido Pedro Navaja, Pablito Ruiz, Michael Jackson, uno de los Locomía, una de las Pandora y más.

Dicen que hacías la fonomímica de las canciones sin saberte la letra.

(Se ríe) Bueno, me preocupaba más por la coreografía, por el baile, los gestos. Y generalmente me olvidaba la letra.

Después de Risas y salsa, Adolfo se convirtió en el protagonista de exitosas teleseries que lo han mantenido en la televisión los últimos 25 años. Cuenta por ejemplo, que Taxista ra ra fue una idea suya, que nació cuando conoció a un taxista hablador y chismosón. Le llevó el proyecto a los ejecutivos del canal y la aceptaron.

Efraín Aguilar -“que es como mi hermano”- se encargó del proyecto.

El programa tuvo tanto éxito que le ofrecieron hacer una temporada más, pero conversando sobre las nuevas historias surgió la idea de un personaje que no solo sea taxista sino que hiciera de todo. “Yo les dije, quieren un mil oficios. Y ahí nació Mil oficios”, recuerda Adolfo.

Más tarde llegaría Al fondo hay sitio y con él su personaje Peter McKay. Aunque en un principio no estaba muy convencido, su protagonismo creció. En la segunda temporada, cuando Peter es baleado y corre peligro de muerte, el capítulo fue el de mayor rating de toda la historia de la serie: hizo 50 puntos.

Una larga carrera

Ahora que Adolfo ya tiene más de 50 años de trayectoria actoral, las sesiones de grabación le cuestan un poco. Ha contado que el viaje hasta Pachacámac lo cansa, pero no está cansado de la actuación. “Seguiré hasta donde pueda”, comenta. Y evoca el cariño de la gente, incluso de los más jóvenes, con sus personajes.

Recuerda que una vez un señor bajó de una camioneta, se le acercó en una cafetería y le dijo que le gustaba la camiseta que él llevaba
puesta. “Era una camiseta con mi cara y la frase ‘¿Quien soy yo?’”. Le dije que hubiera querido dársela, pero si se la daba me quedaba calato. Y se fue y compró una camisa y me la ofreció por la camiseta. Intercambiamos, se la llevó a su camioneta y ahí había un jovencito. Él era quien quería la camiseta”.

¿En todos estos años en la televisión, nunca te propusieron volver a hacer una obra teatral?

Muchas veces, pero no he podido. Las grabaciones para televisión son agotadoras, estamos todo el día. No tuve tiempo.

Adolfo no se imagina en otra profesión que no sea la actuación. Todo lo que ha hecho ha estado vinculado a ella. Recuerda que hace poco le hicieron una entrevista y le mostraron un archivo con imágenes y nombres de todas las obras teatrales que había hecho. Eran tantas que había olvidado muchas de ellas.

“Yo hice eso, me decía. Por ejemplo, había hecho Tradiciones peruanas y no me acordaba. Casi me pongo a llorar”.