Artesanos de la patria
Toritos de Pucará con aplicaciones de bronce, tapices murales en diseños 3D y floreros y carteras hechas de paja toquilla son algunas de las novedades que ha traído la última feria de arte popular Ruraq Maki 2022.
Los hombres del hierro. Tal podría ser el apelativo de los Huamán, esa familia de apurimeños-cusqueños que lleva al menos cuatro generaciones trabajando los metales a cincel y a máquinas.
El bisabuelo era un reconocido herrero en Abancay. El abuelo se instaló en Cusco y a partir de su dominio de los metales creó un exitoso negocio de cocinas a kerosene. El padre usó ese conocimiento para convertirse en un escultor prominente.
Marcelino Pomataylla fue premiado como Personali- dad Meritoria de la Cultura en el año 2016. Fotografía: Marco Cotrina
Y el hijo, Pachacútec Huamán (41), criado entre fierros, pero también entre cerámicas, maderas y otros materiales, es hoy uno de los más interesantes artistas tradicionales de Cusco, con una obra diversa, en la que destacan las creaciones en hojalata, y en la que ha ganado un lugar especial una de sus últimas invenciones: los toritos de Pucará con aplicaciones de cobre, bronce, hierro y otros metales.
Estas figuras ceremoniales, símbolo de la identidad andina, se están llevando la atención en la tradicional feria de arte popular Ruraq Maki, que desde el miércoles 20 y hasta el domingo 31 de julio se viene desarrollando en la sede del Ministerio de Cultura, en San Borja.
Maestro de la hojalata
Pachacútec Huamán cuenta que durante décadas el arte de la hojalatería se perdió en Cusco.
Durante mucho tiempo, mientras las familias ricas de la ciudad podían mandar a hacer ofrendas de plata para las fiestas de sus santos patronos, la gente de menores recursos encargaba sus ofrendas en hojalata, la plata de los pobres. Los hojalateros también hacían baldes, regaderas, objetos utilitarios. Hasta que la aparición de los objetos de plástico los volvió obsoletos. Y el oficio decayó.
Artesanos de la patria
Huamán cuenta que cuando, a finales de los años 2000, Soledad Mujica lo llevó a que participara en una de las primeras ediciones de Ruraq Maki, lo hizo porque él estaba rescatando el arte de la hojalatería. Con sus arcángeles, vírgenes y danzantes hechos de este material.
Los toritos de Pucará nacieron en el taller que Huamán compartía con su padre hasta hace unos años en Cusco, a partir de unas cerámicas de los toritos que tenían y a las que les fueron agregando pedazos de distintos metales. Hierro con remaches. Bronce, cobre. Alpaca. Incluso, monedas.
Hoy, establecido en Andahuaylillas, lejos de la ruidosa ciudad, inspirándose en las obras de arte de la famosa iglesia del pueblo, el último de los hombres de hierro continúa creando. Domando los metales. Con el cincel y el fuego.
Artista tridimensional
En esta edición de Ruraq Maki ha traído sus tapices el maestro Marcelino Pomataylla (65).
Casi artículos de lujo. Tejidos amorosamente por toda la familia en su taller, Awaq Ayllu, del barrio de Santa Ana. En ese mismo lugar que abrió hace 43 años y por donde han pasado, como discípulos, algunos de los más importantes artistas textiles de Huamanga.
PUEDES VER: El arte de resucitar sonidos prehispánicos
Pomataylla aprendió a tejer con sus padres, en su comunidad natal, Pomabamba, en Cangallo, donde todas las familias se hacían su ropa de bayeta. Pero fue en el taller de su maestro, don Alfonso Sulca, donde aprendió a usar nuevos colores y a crear nuevos diseños.
Comenzó haciendo figuras inspiradas en la cultura Wari. Con el tiempo fue incorporando otros motivos. Mariposas, llamas, cóndores, animales del Ande. Su marca fue creciendo.
Hace unos años, recorriendo una exposición de pinturas en Miraflores, vio algunos cuadros tridimensionales. Pensó que podían funcionar muy bien en sus tapices. Regresando a Huamanga, puso manos a la obra.
Y el resultado fueron sus celebrados tapices murales en formato 3D. Con diseños de la tradición andina prehispánica. Hechos con lana de ovino y con algodón. Usando cochinilla, nogal, molle, para darles esos colores intensos.
Pomataylla también recuerda cuando la promotora de Ruraq Maki, Soledad Mujica, fue a verlo a su taller porque quería conocer todo el proceso del tejido. Cómo la llevó a recoger la cochinilla, a hilar los hilos, a participar en el tejido, el bordado, el teñido... Le demostró, como decía ella, que una cosa es ser un artesano y otra muy diferente es ser un artista.
PUEDES VER: Día del Campesino: impulsan competitividad de los agricultores a través de las marcas colectivas
Artesanas que florecen
En el verano del 2017, durante el devastador fenómeno El Niño de ese año, el caserío Pedregal Chico sufrió el golpe más duro de su historia.
Araceli Chero es parte de una famosa familia de arte- sanos de Catacaos. Fotografía: Marco Cotrina
Las lluvias provocaron el desborde del río Piura, a la altura de este poblado del distrito piurano de Catacaos. Cientos de casas fueron arrasadas. Los campos de cultivo quedaron inservibles. Y un grupo de mujeres vieron con impotencia cómo sus máquinas y materiales eran destruidos por la furia de la naturaleza.
Ellas eran las integrantes de la Asociación de Artesanas Ñari Hualac. Decenas de mujeres que se dedicaban a la confección de sombreros, bolsos, carteras, floreros y un sinnúmero de utensilios, hechos de la apreciada paja toquilla.
Han pasado cinco años desde entonces. Y en uno de los ambientes de la feria Ruraq Maki, Araceli Chero, miembro de una de las familias de artesanas más reconocidas de Catacaos, dice que, como las rosas que confeccionan en sus talleres, la asociación ha vuelto a florecer.
Antes eran alrededor de 120 mujeres artesanas. Hoy la asociación tiene cerca de 200, porque después de la destrucción de sus cultivos, los hombres del pueblo también se pusieron a tejer, junto con sus hijos e hijas. Porque –como dice Chero– es la única actividad económica que les permite sostener a sus familias.
Entre los pasillos de la feria, donde muestran sus obras alrededor de 120 artesanos y artistas tradicionales, las flores de Ñari Hualac ofrecen brillo y calidez. Junto a los tapices del maestro Pomataylla, los toritos de Pachacútec Huamán, las iglesias de cerámica de don Mamerto Sánchez, los retablos de Jesús Urbano y Alfredo López, los juguetes alucinantes de Franklin Álvarez, los utensilios tallados de Tomás Pilco o las pinturas amazónicas de Darwin y Elmer Rodríguez. Ruraq Maki es festival de imaginería de las tres regiones naturales. Va hasta el domingo 31 en el Ministerio de Cultura.