San Juan de Lurigancho: la historia de la misteriosa silla en el paradero 19 de Las Flores
Una misteriosa y solitaria silla en una de las avenidas principales de San Juan de Lurigancho ha llamado la atención de muchos transeúntes que circulan por el paradero 19 de Las Flores. Descubre su conmovedora historia.
San Juan de Lurigancho no solo es el distrito más poblado de Lima, sino que guarda muchos relatos desde su creación hasta los sucesos ocurridos en los últimos años. Gracias a los habitantes que llevan años en este lugar se han podido conocer muchas historias o datos rebuscados de curiosas construcciones en uno de sus cerros o sobre la misteriosa silla solitaria ubicada en el paradero 19 de Las Flores.
En San Juan de Lurigancho, donde se inauguró una playa artificial por parte de la Municipalidad de Lima, hay urbanizaciones que llaman mucho la atención por sus nombres, como Caja de Agua o Mangomarca. También están las denominaciones que llevan ciertas calles o paraderos. En esta ocasión, te contaremos la historia de una banca de concreto, que suma más de 20 años en el distrito.
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Historia de la misteriosa silla en San Juan de Lurigancho
La cuenta de Facebook llamada "San Juan de Lurigancho - Lomeros" compartió una curiosa fotografía en la que se puede ver una silla de grandes proporciones, pues está construida de cemento y de un tono blanco, el cual habría sido el color original. Asimismo, el banco de concreto luce en estado de abandono y al pie de una transita avenida del distrito.
Pero eso no es todo, la fotografía compartida en Facebook está acompañada de la curiosa historia. En el pequeño relato hacen mención de una pareja de esposos —el señor apellidaba Vásquez—, quienes se dedicaban a la venta de frutas en un triciclo, exactamente en el paradero 19 de Las Flores, en San Juan de Lurigancho.
Historia de la misteriosa silla de concreto en San Juan de Lurigancho. Foto: San Juan de Lurigancho Lomeros/Facebook
La silla, que ya lleva más de 40 años en este punto del distrito limeño, ha quedado como recuerdo de la pareja de comerciantes, ya que, en aquel entonces, el señor tenía un amigo de nombre Edgar Vizcardo, quien llevaba una silla de plástico para acompañarlo. Con el tiempo, las patas del asiento se fueron deteriorando y el señor falleció. Por ende, la esposa de don Vizcardo, Julia Bendezú, decidió crear un banco de cemento en honor a él. Para sorpresa de todos, la silla de plástico está entre el cemento que dio paso a la nueva silla de concreto.