¿Quién fue James A. Garfield, el presidente de EE. UU. que quiso frenar a Chile de invadir Perú?
Su administración estuvo a punto de intervenir en la invasión chilena de Perú y buscaban a toda costa que se cediera territorio, pero fue asesinado repentinamente.
En el Perú, por evidentes razones, solemos observar con especial ahínco la década de 1880 como una de las más nefastas en nuestra historia republicana, a tal punto que no es tradición resaltar los otros acontecimientos que ocurrían en el globo —como el establecimiento del Imperio alemán por Bismarck y los percances de la doctrina Monroe en Estados Unidos—; sin embargo, ningún hecho está aislado de su contexto, y el caso de la Guerra del Pacífico y nuestro conflicto con Chile, tampoco lo es.
La diplomacia y la intervención internacional fue un importante capítulo en el escenario bélico que traumatizó el litoral del Pacífico durante aquella década, a tal punto que las propias negociaciones de paz duraron más años que la misma guerra (decantada en favor de los chilenos tras la batalla de Angamos). Proceso durante el cual, quizá, el mayor afectado fue el Perú.
La Guerra del Pacífico fue principalmente marítima. Tras el combate de Angamos y la muerte de Miguel Grau, el paso de Chile a la invasión era casi inevitable. Foto: Historiando.org
La intervención estadounidense en la Guerra del Pacífico
En medio de este escenario, no hay mayor destacado entre los agentes internacionales que pudieron intervenir entre Perú y Chile que los Estados Unidos, ese enorme país del norte que acababa de ganarle California, Texas y Arizona a los mexicanos; y al cual le urgía hacerse notar como el hermano mayor de la región y desarrollar sus relaciones ante un Reino Unido en su mayor etapa comercial-expansionista.
Hay dos personajes claves que considerar, y cuyas acciones no son del todo conocidas por los peruanos: James G. Blaine (uno de los secretarios de Estado durante la guerra) y James A. Garfield, vigésimo mandatario de los EE. UU.
James A. Garfield: el presidente asesinado
James A. Garfield, uno de los cuatro únicos presidentes de Estados Unidos asesinados durante sus mandatos. Foto: Encyclopedia Britannica
El Gobierno de Garfield fue uno de los más cortos y particulares. Duró apenas meses, ya que fue interrumpido por su repentina muerte. De hecho, es uno de los pocos jefes de Estado de aquella nación que murió asesinado, junto a Abraham Lincoln y John F. Kennedy
Sin embargo, su corto periodo al mando coincidió con la etapa más crucial de las negociaciones entre Chile y Perú, las cuales tardaron tres años más, casi el doble que la propia campaña marítima.
La Administración de Garfield, a través de su secretario de Estado, James G. Blaine, tuvo un protagonismo especial una vez que los chilenos tomaron el control definitivo del mar.
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James G. Blaine: ¿el defensor del Perú?
Blaine tenía orígenes humildes y era comúnmente llamado un ‘parvenú'. Su labor de intermediación inició apenas los chilenos comenzaron la campaña de Lima a fines de 1880. Previamente, el norteamericano había buscado la posibilidad de que el Perú no ceda territorio alguno.
El historiador estadounidense Justus Doenecke menciona en su libro “The presidencies of James A. Garfield & Chester A. Arthur”: “La primera fase en la que se involucró Estados Unidos fue en octubre de 1880. Chile rechazó el arbitraje. Isaac P. Christiancy (enviado especial a territorio peruano) fue quien le advirtió a Blaine que deberían intervenir lo suficiente para establecer la paz, o bien para convertir al Perú en un protectorado americano”.
James G. Blaine, secretario de estado durante los gobiernos de Garfield y Arthur, en su despacho. Foto: Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos
En “The condor and the eagle”, Lawrence A. Clayton afirma que “Blaine se sentía a favor del Perú, no solo porque creía que los peruanos tenían razón, sino porque veía a Inglaterra como el artífice detrás de la agresión chilena”.
“Es un completo error ver esto como una guerra de Chile contra el Perú. Es más bien una guerra británica contra Perú usando a Chile como instrumento”, diría Blaine.
Tras su entrada a Lima, los chilenos se sentían en potestad de imponer sus condiciones y no era ciertamente el Perú el que podía frenar sus ambiciones de territorio. Es aquí donde la intervención de Blaine cometería grandes errores, al menos bajo el punto de vista de los estadounidenses.
¿Qué intereses tenía Blaine?
Según Clayton, Blaine era notoriamente antibritánico (además de proirlandés); no obstante, sus movimientos en favor de Perú no han sido siempre percibidos en favor de su nación, tanto por entonces como por la historiografía posterior.
El profesor de Ciencia Política de la Universidad de Saskatchewan Jason Zorbas menciona, en su tesis “Misstep and U-turn: the influence of domestic politics on America’s chilean policy during the war of the pacific”: “Blaine, quien fue secretario de Estado por apenas nueve meses, optó por un rol activista (a favor de Perú) que tendría consecuencias negativas para su país por los siguientes 65 años”.
James G. Blaine fue secretario de estado por segunda vez en 1889. Foto: Calisphere
El interés británico
Zorbas afirma que “mientras la guerra continuaba, y Chile disfrutaba de sus éxitos, una fuerte opinión creció en las esferas mercantiles británicas, de que una victoria chilena estaría a su favor. Ellos creían que ‘Chile era la república más eficiente y energética de la costa del Pacífico’”.
Excavadores de Guano/Anuncio de fertilizante. Foto: Smithsonian Institution/The Garden Trust
La reacción chilena
En Chile, las disputas ante lo que se debería exigir tras la victoria sobre Perú eran también latentes. “El público chileno demandaba que Lima fuera tomada”, señala Zorbas. “La sed de sangre se elevó y mucha de la prensa exigía al Gobierno chileno que se exterminara al enemigo, al igual que Reino Unido y Argentina habían aniquilado a los zulúes e indios”.
Esto ciertamente podía configurar un dilema entre los esfuerzos de Blaine y la ya establecida ventaja a favor que tenía Chile en el conflicto. Vale recordar que, durante los tres años que duraron las negociaciones de paz, la guerra no se detuvo, al menos no del todo, porque los chilenos se rehusaron a aceptar un armisticio en muchas ocasiones.
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El factor del asesinato
En “James G. Blaine: architect of empire”, Edward Crapol recoge las intenciones del presidente Garfield por seguir la política de Blaine. Fue él mismo quien le autorizó organizar una conferencia panamericana en 1882, para mediar entre los conflictos de Chile y Perú, de México y Guatemala, y ofrecer un foro que favorezca el comercio de los latinoamericanos con su país (en un claro esfuerzo de competir contra Inglaterra).
El asesinato de James A. Garfield. Foto: A. Berghaus and C. Upham
El fallo de la política estadounidense se tradujo en decisiones revertidas (que incluyó la cancelación de la conferencia panamericana tras la muerte del mandatario Garfield), en negociaciones en las que hubo secretos y se hicieron evidentes las diferencias entre los delegados que asignaba Blaine (como William Trescot y Stephen A. Hurlbut), al menos bajo la opinión pública.
Ciertamente, los Estados Unidos quisieron frenar a Chile de sus ambiciones territoriales, pero lo hicieron de una manera ineficiente que fue mal vista por todos, especialmente los chilenos. Los esfuerzos infructíferos de Blaine serían calificados luego de vergüenza internacional.
“Al final, Chile consiguió todos sus objetivos para la guerra, incluyendo el dominio de la parte más valiosa del Perú (250 millas de territorio de costa), y no había nada que los Estados Unidos pudiera hacer. La diplomacia americana, en corto, fue un total fracaso”, apunta Doenecke.
“¿Por qué la política de EE. UU. frente a Chile cambió y cómo generó tantas consecuencias negativas?”, se pregunta Zorbas. Evidentemente, las estrategias que Blaine había promovido, con buena fe o no, habían justificado el dicho de que la medicina puede ser peor que la enfermedad.
El Tratado de Ancón se llevó a cabo gracias a una iniciativa peruana, especialmente tras el accionar de Miguel Iglesias, y no por la intervención estadounidense. Foto: History Channel
El fracaso estadounidense
En una publicación del New York Times por aquellos años, se critica a Blaine con un enfoque continental: “Aunque admitimos el magnífico futuro que un eventual protectorado del Perú habría significado, se debe ser consciente de que la conquista de todo un continente nos habría costado (a los Estados Unidos) una fuerte suma de dinero y no pocas vidas, ya que una guerra contra la Europa unida habría involucrado muchos gastos y problemas”.
“Políticos astutos y contratistas hábiles se hubieran encargado de prolongar esta guerra. Aun así, todos los americanos ansiosos por contratos de guerra o listos para hacerse gobernadores de oficiales subordinados en estados sudamericanos se arrepentirán de la timidez que llevó a los sucesores de Blaine de revertir sus esfuerzos, y preferirán la más sensata política de quedarnos en nuestros asuntos”.
Pese a que el fracaso de la política estadounidense tuvo sus propios factores, es imposible aislar el devenir de los hechos del asesinato de James A. Garfield. El vigésimo presidente de los Estados Unidos fue herido de bala el 2 de julio de 1881 y murió 79 días después en New Jersey. El asesino Charles J. Guiteau habría actuado presuntamente en venganza debido a que no se le devolvieron favores políticos tras la elección de Garfield. Este fue condenado y falleció en la horca un año después.
Los europeos frente a la Guerra del Pacífico
Tal como menciona Zorbas, tanto el Reino Unido como otras potencias europeas tenían poco probable una participación directa como mediadores en la guerra entre Perú y Chile.
El Reino Unido, sin embargo, había ofrecido en diferentes ocasiones algunas oficinas para llegar a un acuerdo, pero rechazó siempre la idea de actuar de mediador.
En el recién unificado Imperio alemán, el canciller Bismarck se encargó (tal como lo hacía en Europa) de mediar en contra de cualquier intervención europea.
En 1882, el presidente francés Jules Grévy quiso discutir la paz entre Perú y Chile. Los términos que exigían los chilenos eran considerados por el mandatario como factores que podrían “aniquilar al Perú”. Según este, estos requerían modificaciones que solo la intervención internacional podía lograr.
Jules Grévy, presidente francés que intentó intervenir para modificar los términos exigidos por Chile para la paz. Foto: Histoire-image
¿Qué pasó con la intervención de Estados Unidos tras la muerte de Garfield?
En su revisión de la Guerra del Pacífico durante su discurso ante el congreso, el sucesor de James A. Garfield, presidente Chester A. Arthur, proclamó:
“El poder del Perú no se extiende más a lo largo de su territorio, y en el evento de nuestra interferencia, la paz necesitaría ser suplementada por las armadas y la marina de los Estados Unidos”.
“Una intervención de esa naturaleza nos dirigirá inevitablemente al establecimiento de un protectorado, un resultado absolutamente contrario con nuestra política pasado, injuriosa a nuestros intereses y una completa vergüenza para el futuro”, sentenció.
Chester A. Arthur, sucesor de James A. Garfield, sepultó las posibilidades de una intervención militar estadounidense. Foto: World Atlas
La respuesta de Estados Unidos al intento de mediación por parte de Francia
En el libro “James G. Blaine and Latin America” de David F. Healy, historiador de política exterior de Estados Unidos, se menciona el intento de Grévy de aportar a la necesidad de intervención internacional para evitar que “se ponga en peligro el futuro de las empresas extranjeras en Perú”.
La respuesta de Blaine a Grévy fue cortés pero negativa. “Este expresó que su visión por entonces era que los intereses de Estados Unidos predominaran en el nuevo mundo, y que las repúblicas americanas compartían geografía especial y afinidades ideológicas, y que cualquier intervención europea seria inconveniente.”
Grévy afirmaría más adelante: “Los Estados Unidos son lo suficientemente competentes para encargarse del asunto”. Asimismo, el presidente de la Tercera República Francesa expresó al ministro estadounidense en Francia que “la anexión de territorio de una nación derrotada por sus conquistadores era contraria a los derechos de las naciones así como a los intereses de los neutrales”.
¿Apoyó Reino Unido a Chile en la Guerra del Pacífico?
El Reino Unido atravesaba sus propias complicaciones en África, donde seguía expandiendo sus territorios coloniales. La guerra contra los zulúes en Sudáfrica demostró ser un reto para la entonces potencia militar en el mundo.
La guerra anglo-zulú inició en enero de 1879, tres meses antes de la Guerra del Pacífico. Al mismo tiempo, ocurría el llamado ‘el gran juego de ajedrez’ entre Reino Unido y la Rusia Imperial por Afganistán, donde ambos hicieron su propia ‘guerra fría’, temiendo el ataque del otro.
Territorios británicos en rojo entre 1880-1910. Nótese la ruta comercial que podía conectar desde la coste este del Pacífico hasta Hong Kong y atravesar, por medio de India y África, hasta Europa. Estados Unidos, por su parte, aseguró el canal de Panamá algunas décadas más tarde. Foto: Goldi Productions Ltd
¿Qué intereses tenía Inglaterra con la Guerra del Pacífico?
Pese a que Reino Unido siempre se mostró en rechazo ante la intervención en el Pacífico, lo cierto es que por aquellos años atravesaba su mayor expansión colonial-comercial. A 100 años de la independencia de los Estados Unidos, los ingleses ya tenían el control comercial de Hong Kong en China (tras las guerras del opio) y el raj británico apenas se había impuesto en la India.
China e India, dos de los territorios con mayor población en el mundo. Que un puerto peruano se vuelva más amistoso hacia ellos y con suficiente material de guano era, definitivamente, beneficioso para la clase mercantil tan influyente en el parlamento británico por la época.
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¿Qué pasaba en Europa durante la Guerra del Pacífico?
Por su parte, el recientemente formado Imperio Alemán, acababa de asegurarse sus límites en el territorio de Alsacia y Lorena, por lo que mantenía muy atentos los conflictos europeos tanto en Europa como en el resto del mundo.
La diplomacia de Otto Von Bismarck mantenía cierto balance en el mapa político del viejo continente y esta es una de las razones por las que hubo mucha resistencia de cualquier nación o potencia de intervenir en la Guerra del Pacífico.
De hecho, si la posibilidad de una intervención estadounidense fue vista con extrañeza fue por el contexto internacional de aquel entonces, en el que el Imperio Alemán ya influía fuertemente.
Mapa de Europa en 1878, un año antes de la Guerra del Pacífico, con la gran potencia emergente, militar e industrial, de entonces: el Imperio Alemán. Foto: Antique Maps and Prints
Actualizado por: Benjamín Marcelo