El diablo, clásico de Leon Tolstói sobre las tentaciones
Teatro. En escena obra acerca del conflicto moral y de las clases sociales. “Tenemos que hacer más obras como esta”, dice Irene Eyzaguirre.
Un abogado graduado de la Universidad de San Petersburgo llega a la hacienda de sus abuelos tras la muerte de su padre, pero le toca administrar los bienes atormentado por las deudas y por la prisa de recuperar la vida que había tenido. El conflicto moral, las obsesiones, la diferencia de clases e incluso la política convergen en El diablo, de León Tolstói, obra dirigida por Mateo Chiarella. En la sala circular del Teatro Ricardo Blume vemos a la familia de Yevgueni Irténiev (Sebastián Stimman). “Este es un teatro cálido”, dice Irene Eyzaguirre, que regresa a actuar en la sala de Jesús María. “La creación de este teatro siempre me pareció de una valentía extraordinaria, que nos ha venido muy bien, además. Los recuerdos acá son maravillosos”.
Para la actriz, la obra va más allá de la obsesión del protagonista con una campesina de la aldea. “Se presenta distintos estamentos de la sociedad, los que quieren subir y los que están en baja; tienen el apellido, pero el dinero falta. Hay mucha pasión aparte de la cuestión amorosa, es una cuestión social muy fuerte”.
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Tiene dos personajes (Anna y Várvara). Interpreta a la suegra del heredero y cómo las discusiones sobre el poder y el dinero se filtran en las familias. “Hay clasismo y racismo, claro que sí”, menciona. Y podemos ver a Lima reflejada en la obra. “Un poco y bastante”, bromea. “Estas obras clásicas te dan esa posibilidad. Ellos tienen el apellido, pero está la urgencia de la madre de él para que se case con alguien de mucho dinero. La novia es emergente”. También da vida a quien cuida a la mujer de la aldea, casada, pero que por dinero fue amante del protagonista. “Las dos se cuidan. Para ellas, es lo natural. Interpreto a dos mujeres fuertes, cada una con sus características”.
Irene Eyzaguirre. Foto: difusión
El año pasado, Eyzaguirre fue una crítica de arte en la obra Escenas de una ejecución y nos da su apreciación de lo que significa hacer teatro y de la necesidad de formar públicos. “Yo creo que esa es la labor de los artistas. Tenemos que hacer más obras como estas. Ahora hay grupos pequeños que de repente no tienen temporadas largas, pero tienen unos días y ponen obras que no son convencionales. Creo que esa es la riqueza que tenemos, gente joven y de experiencia que están haciendo obras de diferentes calibres”.
Coincide con Leonardo Torres en que lo artístico no puede ser solo un negocio. “Es evidente que es un medio de vida, pero no puede ser simplemente un negocio. Tienes que darle a la gente un trabajo bien hecho, la gente se merece ver un trabajo óptimo, buscar gente nueva y darle su sitio a la gente con experiencia. La renovación es importante”.
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Con casi cuatro décadas como actriz —de los cinco que egresaron del TUC (1985)—, considera que, en ocasiones, una obra, así como una buena película, puede hacer más que los ministerios. “A veces, sí. Por ejemplo, me han cambiado la vida las obras que he leído. Y un buen teatro te puede dar satisfacciones al verlo, ¡uf! A mí me cambió la vida, era una niña súper tímida y la vida a veces te sorprende”.