“Malca, cada paso cuenta”: exbecario presenta libro autobiográfico en la FIL
José Malca, bachiller en Ingeniería Mecánica, activista y emprendedor, cuenta una poderosa historia desde su nacimiento en el centro poblado de Lingán Grande, Cajamarca, hasta la actualidad.
—El libro “Malca, cada paso cuenta” narra la historia de tu vida desde el nacimiento hasta el período actual. ¿Cómo así te animaste a publicar una historia tan íntima?
El libro abarca desde mi nacimiento en 1998 hasta terminar mi carrera en diciembre de 2021 y obtener mi grado de bachiller. En ese trayecto narro las peripecias de un niño provinciano y el sueño de tener una vida profesional, que para nosotros es complicado por el costo.
Al publicar el libro yo sabía que muchas personas de repente hasta se iban a molestar conmigo porque hay historias que son muy íntimas. Pero tomé la decisión como una manera de incentivar a otras personas. Recuerdo que luego de fundar la Asociación de Becarios Compartiendo Conocimiento, un amigo, Freddy Ruiz, me preguntó si no me animaba a contar mi historia y ahí me vino la primera idea.
—¿Cómo fue el proceso de escritura y publicación?
Tiempo después de la idea que me sugirió Freddy, me enteré de una alumna de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO), Heidy Priscila Mariños Roldán, que ya tenía experiencia escribiendo, entonces la busqué y le propuse armar un texto. Me sorprendí cuando me aceptó, aunque en ese entonces la idea solo era escribir y a lo mucho sacarlo como un artículo de internet.
Un año y medio de trabajo remoto después, en donde aprendí tanto de estilo como de forma, Freddy y Heidy Priscila me animaron para buscar una editorial para publicar el libro, así que enviamos correos y correos hasta que la editorial Bisonte se contactó conmigo. Ellos se encargaron de todo el tema editorial. Hasta ahí ya era el sueño, pero luego recibimos la noticia de que el libro podía estar en la Feria Internacional del Libro de Lima y ahí todo se desbordó, tuvimos acogida y pudimos llegar a muchos lugares.
—¿Qué recuerdos te trae tu infancia en Cajamarca?
Yo soy del centro poblado Lingán Grande, a unas dos horas aproximadamente de la provincia de Chota, en el departamento de Cajamarca. Para llegar a la provincia, a veces teníamos que caminar cuatro o cinco horas. Ahora, debido al desarrollo de la agricultura, la ganadería y las vías de comunicación que se han ido ampliando, ya llegan carros. Yo desde pequeño ayudaba a mi abuelo. Utilizábamos caballo, burro, para llevar la papa a vender a la provincia. Recuerdo que a veces mi abuelo renegaba: “Tenemos que llevar cinco o seis sacos de papa para comprar uno de fertilizante”.
En mi pueblo desde muy niños salimos a trabajar para ayudar al papá, a la mamá. Nuestros juguetes son las herramientas de trabajo. Luego asistimos a la escuela, que solía ser de paredes de barro, con un solo profesor durante los seis años. Recuerdo que cada marzo bajábamos a la UGEL, a la municipalidad, llevando cuyes para que nos den docentes y poder seguir estudiando. Sucede que no llegábamos al número de estudiantes permitidos por la Unidad de Gestión. Pedían 200 alumnos y nosotros llegábamos a 50 o 60. Incluso a veces se cerraban algunos años y teníamos que esperar a la otra promoción para que se unan y poder completar el aula. Entonces lo que hacíamos era llevarle cuyes al alcalde o al director ejecutivo para que nos den profesores y podamos estudiar los niños aquí en la comunidad.
—¿Cómo fue tu experiencia con Beca 18?
La primera vez que los profesores nos hablaron de Beca 18 ninguno de mis compañeros les creímos. Nadie nos solía dar nada y menos pagarnos por estudiar. Incluso algunos pensaban que era estafa y que nos podían hacer algún tipo de daño. Teníamos miedo. Pero luego de algunos exámenes, ingresé a la universidad. Fue emocionante. Abracé a mis papás, a mis profesores y buscamos alguna manera de llamar a mis amigos para contarle la noticia.
Luego, en el 2016, cuando ya tuve que asistir a las clases, me enfrenté a una situación muy chocante. Yo encontraba en Lima a chicos de primer ciclo como yo, que decían que esos temas ya los habían visto en el colegio en años anteriores, mientras que yo nunca los había visto; es más, ni siquiera sabía que existían. Eso me llevó a querer regresar a mi pueblo. Pero al final me quedé.
—¿Qué fue lo más complicado de migrar a Lima?
Creo que lo más complicado fue encajar en ese círculo social limeño. Yo llegué con mi ropa heredada de mis tíos o comprada de segunda mano. En cambio, en Lima había zapatillas Adidas y polos Nike. Para mí era sorprendente. También tuve dificultades para hacer grupos con alumnos regulares. Muchos de ellos no querían. Primero porque en ese entonces no sabía enviar un correo, ni siquiera sabía prender una laptop y luego por el dejo, la cultura, la gastronomía. No fue sencillo adaptarme.
Incluso llegué a jalar un curso y perdí parcialmente la beca. Durante un ciclo tuve que costearme los estudios. Regresé a obtener los beneficios cuando pude aprobar el curso y eso solo porque tenía un buen promedio ponderado. Durante ese tiempo recibí el apoyo de muchas personas, entre ellos una persona cajamarquina, Nilber Bustamante Rivasplata, con quien ahora trabajo en la misma empresa. Él me ayudó para solventar ese primer mes de los estudios y luego ya me metí a trabajar. Empecé limpiando mesas en un restaurante. Esa fue mi primera experiencia en Lima. Posteriormente, pasé a Cineplanet como atención al cliente y finalmente a Latam en un puesto similar.
—Tú estudiaste Ingeniería Mecánica. ¿Cómo así escogiste esa carrera?
Primero, yo elegí la UTP porque la carrera duraba cinco años, a comparación de Adex, que es un instituto, y dura solo tres. En la UTP me iban a pagar dos años más, pensé entonces. Y en cuanto a la carrera de Ingeniería Mecánica, la elegí porque antes tomaba prestada una moto de mi tío, incluso a veces sin que se enterara, porque él en algunas ocasiones se molestaba cuando la malograba. Entonces yo dije: ´Quiero ser mecánico para arreglar la moto de mi tío y así me la pueda prestar más o incluso me la regala´. Ese fue el motivo.
—Además de tu propia historia, tienes una fuerte vocación de labor social. ¿Cuál es tu función en las diferentes asociaciones en las que participas?
Cuando era estudiante, en 2020, fundé la Asociación de Becarios Compartiendo Conocimiento. La iniciativa permanece, pero yo ya no soy parte por el mismo hecho de que soy egresado. Luego quise ir más allá. Nosotros, al momento de egresar, tenemos que regresar a nuestra provincia o comunidad y desarrollarnos de alguna forma. Pero no siempre hay muchas oportunidades. Entonces pensé en fundar una asociación para cajamarquinos y así, junto a otros compañeros, nació la Asociación de Cajamarquinos por el Desarrollo Regional. Con este grupo hemos desarrollado la distribución de útiles escolares a centros educativos de bajos recursos y ahora estamos otorgando cursos gratuitos de emprendimiento.
Ahora estamos con Becarios del Perú, una asociación que fundé en enero de 2022. Tiene objetivos parecidos a Becarios Compartiendo Conocimiento, pero no solo abarca a niños y jóvenes, sino a becarios activos y egresados a nivel nacional e internacional.
—¿Dónde podemos encontrar tu libro?
El libro lo pueden encontrar en la Feria Internacional del Libro de Lima, que está hasta el 7 de agosto. Del 22 de setiembre al 3 de octubre va a estar en la Feria del Libro de Cajamarca y en la próxima Feria del Libro de Arequipa también vamos a estar allá. También pueden escribir a la página de Facebook de José Malca Cueva o al número 931132543. Además, nos pueden hacer pedidos por Instagram. Estamos realizando envíos a nivel nacional.