Julio Ramón Ribeyro: La palabra del mudo en cómic
Historieta. Con el título de Cuentos de Ribeyro 1 y 2, se han llevado cuatro relatos del recordado narrador al formato de cómic.
Adentrarse en el universo narrativo de Julio Ramón Ribeyro es encontrarse, en muchos de sus cuentos, con el mundo cotidiano de una clase media limeña perdedora. El autor de “La palabra del mudo” los ha retratado, como con pinceles, en sus historias y circunstancias más ínfimas y cotidianas, en las que, como condenados, sus personajes terminan mordiendo el polvo del fracaso.
Ribeyro, si bien no formó parte de la legión de los escritores del boom, sus libros han ganado lectores en nuestro país y en la esfera internacional. Así mismo, se ha constituido, junto a Abraham Valdelomar, en uno de los más grandes autores del cuento peruano. Todo ello ha merecido, con toda justicia, que sus obras sean reeditadas o antologadas en el Perú y en el extranjero.
La novedad es que ahora algunos de sus cuentos han sido llevados al cómic, como son los volúmenes Cuentos de Ribeyro 1 y Cuentos de Ribeyro 2, que ha publicado la editorial Panamericana en su colección “Peruanos en cómic”. Sin duda, este género o formato permitirá que las narraciones de Ribeyro, por su exposición gráfica, sean más accesibles en su comprensión para lectores infantiles o juveniles, sin que no lo sea también, por supuesto, para los lectores adultos que gusten del cómic. Ambas ediciones incluyen notas y comentarios de Jorge Coaguila, considerado un calificado especialista ribeyriano.
En el primer volumen, Cuentos de Ribeyro 1, reúne “El banquete” y “Los gallinazos sin plumas”. La adaptación gráfica corresponde a Fernando Laguna, reconocido dibujante, músico e historietista. El segundo volumen, Cuentos de Ribeyro 2, incluye el cuento “Alienación”, cuya adaptación gráfica corresponde a Juan Carlos Yáñez, y el segundo texto, “Al pie del acantilado”, ha sido trabajado por Miguel Det.
Cuentos de Ribeyro 1. Foto: difusión
Los cuatro cuentos, distribuidos en los dos volúmenes, abarcan los temas caros de la narrativa ribeyriana, como es la frustración, aquello que Ribeyro llamó “la tentación del fracaso”, pero también está el arribismo, el delirio de ser otro, de negarse a sí mismo para vivir otra suerte, como bien ilustra el cuento “Alienación”. Asimismo, está el tema de la gran urbe, como devoradora de esperanzas, sobre todo de los más vulnerables.
Para graficar la visión de perdedores, como un botón de muestra, está el cuento “El banquete”, que narra la historia de Fernando Pasamano, un arribista que tiene sus tierras en provincia y que ha descubierto un vago parentesco familiar con el nuevo presidente y quiere aprovecharlo. Con el propósito de pedirle obras para beneficiar sus campos y cargos de funcionario, organiza un banquete al mandatario en el que gasta toda su fortuna, pues tiene la confianza de recuperarla con los futuros favores que recibirá del presidente. Sin embargo, las cosas no saldrán como lo tenía planificado.
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El guion de los cuatro cuentos está bien llevado. Sintetizan incluso en los detalles el argumento y se complementa bien con las escenas y pasajes recreados. Sin embargo, en estas adaptaciones, en donde tiene que ver el estilo de los historietistas, unas nos gustan más que otras. El trabajo de Fernando Laguna, que sin dejar de ser bueno –pues mantiene el curso narrativo–, nos hubiera gustado que rompa más sus encuadres y perspectivas de los dibujos, como lo hace en algunas escenas del segundo cuento que grafica, “Los gallinazos sin plumas”. En general, visualmente, nos parece muy sereno, pero, como hemos dicho, también tiene que ver con la personalidad de su estilo.
En el caso de Juan Carlos Yáñez, sus dibujos buscan golpes visuales y niveles de sugerencia. Un ejemplo, a veces le basta dibujar solo el zapato para graficar la actitud del personaje. Son esos trazos y detalles que encabalgan y otorgan movimiento a la lectura de la historieta.
Cuentos de Ribeyro 2. Foto: difusión
Miguel Det, en ese sentido, es más diverso y creativo. Su concepción de relato gráfico es más dinámica y para ello, incluso, a manera de collage, recurre al uso de fotografías. Asimismo, se vale de dibujos en enfoque de close up y opta por trabajar más lo cromático. Así, su historieta está enriquecida en trazo y color.
Más allá de estas observaciones, que al final es cuestión de gustos, estos dos volúmenes son experiencias felices de entregarnos, esta vez en dibujos, la palabra del mudo. Queremos decir, la palabra de Ribeyro.