Cultural

Cine de riesgo

“No hay más que seguir adelante, progresando, sin hacer caso de nosotros los mezquinos”

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El festival de cine de Lima es un espacio en que cierto tipo de gente corre el riesgo de pasarla mal. Hace días una actriz fue agredida. Es significativo que un amigo que se la cruzó entrando a un evento haya pensado al verla tan contenta y despreocupada: “debería advertirle…”. ¿Advertirle qué? Que iba muy indefensa. Que por su apariencia podría pasarle algo.

Este amigo creyó necesaria una acción preventiva. Si este razonamiento fue posible, sin malicia, sin ánimo de denuncia, como algo práctico, puede que revele un problema serio.

Algunos tenemos la sensación de que al ir al festival podemos sufrir desdén, grosería, trato desigual o directamente discriminación. Se puede asumir que somos cholos resentidos. Que no podemos con nuestro complejo de inferioridad. Que sufrimos de racismo anticipado. Que envidiamos la elegancia de la alfombra roja. Puede ser. En este caso, no hay más que seguir adelante, progresando, sin hacer caso de nosotros los mezquinos, los atávicos peruanos enemigos del éxito del compatriota.

Pero hay otra opción. No negar lo que sentimos, darle alguna entidad. Pensar que quizá algunas de esas sensaciones se fundan en experiencias concretas de ninguneo. Si ese fuera el caso, el festival tiene la oportunidad de hacerse cargo del problema. Cambiar más allá de protocolos formalistas y preguntarse por la cultura que podrían estar reproduciendo sin querer. Para que nadie vuelva a asistir dispuesto a comerse un agravio solo por el gusto de ver unas películas.