José Olaya Balandra: El magistral espía anfibio que salvó al Real Felipe
Todos conocen la historia de Olaya Balandra, ¿pero sabías que integró una vasta red de espionaje liderada por una mujer?
Luego de que José de la Riva Agüero fuera nombrado presidente de la República en el año 1822, el ejército realista de España aprovechó el repliegue de las tropas de Don José de San Martín hacia Guayaquil para retomar la capital. Los congresistas se refugiaron bajo el mando de José de Sucre en la Fortaleza del Real Felipe, aun cuando el grito de Independencia ya había sido lanzado.
En ese momento, los patriotas se vieron arrinconados y sin la posibilidad de comunicarse con sus pares del exterior. Es ahí que Juana de Dios Manrique de Lara Luna, futura prócer de la Independencia y heredera del olvido de futuras generaciones, decide junto a su esposo don José Cayetano Luna Zegarra forjar una amplia red de espionaje en favor de los revolucionarios.
Un humilde pescador de furtiva y larga trayectoria a favor de los independentistas aparece en escena para forjar una alianza que pondría en vilo a los realistas. José Silverio Olaya Balandra, joven hombre de mar de origen chorrillano, se sumó a las filas de Juana de Dios como emisario a pie y a nado entre los ejércitos de Lima y los sitiados del Callao. Un espía anfibio a carta cabal.
Se dice que el futuro mártir apoyó con la causa desde que ancló en Lima el primer barco del marino británico Thomas Cochrane, uno de los militares más valerosos y audaces que lucharon en las guerras de independencia de Hispanoamérica. Como pescador que era, nadie sospecharía que entre sus viejos cestos llenos de corvinas trasladaba cartas de contenido imprescindible para toda una nación.
Lamentablemente, a nuestro héroe lo emboscaron el 27 de junio (se dice por una traición) cuando llevaba información en la calle Acequia Alta, y lo apresaron para sacarle información. Aunque al principio el enemigo le ofreció atavíos y condecoraciones, finalmente fue torturado pues la integridad de un pescador es inquebrantable como un peñasco en el mar.
Incólume, el 29 de junio de 1823 fue finalmente fusilado luego de habérsele propinado doscientos palazos y arrancádosele las uñas para colgarlo de los pulgares. Una parte de la historia que nadie cuenta es que su cadáver fue decapitado y exhibido en la Plaza de Armas hasta que sus destrozados compañeros de redes, enterados durante las fiestas de San Pedro en Chorrillos, llegaron para llevárselo en hombros.
Por su parte, ‘la patrona de Lima’, como sería conocida después por el propio Simón Bolivar, también fue capturada por los invasores, pero gracias a su mejor posición social y virtudes oratorias supo encubrir a la organización espía y no solo salvarse ella, sino a todo el equipo que comandaba y a los propios patriotas del Real Felipe. Incluso supo sortear el careo que tuvo con Olaya Balandra, quien corajudo tampoco desfalleció ante los interrogatorios.