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Ciencia

Científicos hallaron un animal vivo de 17.000 años en el fondo del océano Pacífico

Esta criatura se ha mantenido viva desde la última Edad de Hielo, a más de 1.000 metros de profundidad en el océano Pacífico.

Las esponjas de mar de la clase Hexactinellida suelen tener vidas muy largas. Foto: umihoshijima
Las esponjas de mar de la clase Hexactinellida suelen tener vidas muy largas. Foto: umihoshijima

Cuando los científicos buscan animales longevos, la clave es ir al fondo del océano, puesto que allí habitan los poríferos, también conocidos como esponjas de mar. Si bien se sabe que algunos de estos invertebrados son milenarios, uno de ellos batió el récord como el ser vivo más antiguo de la Tierra, con al menos 17.000 años de edad.

Según detalla un estudio publicado en la revista Geophysical Research Letters, se trata de un ejemplar de la especie Monorhaphis chuni, perteneciente a la clase Hexactinellida (conocidas como esponjas de vidrio, por su contenido de sílice). Fue hallado a más de 1.000 metros de profundidad en el mar de la China Meridional, en el océano Pacífico. Estos animales estacionarios se alimentan por filtración, consumiendo detritos, plancton, bacterias, virus y otros nutrientes.

Registro viviente del pasado de la Tierra

A diferencia de otras especies de su clase, la M. chuni forma una espícula de hasta tres metros de largo que usa para anclarse en los sedimentos del fondo marino. Los científicos extrajeron este 'tallo' y lo analizaron en el laboratorio para conocer el estado del océano a lo largo de la vida del espécimen.

Así como el tronco de un árbol tiene anillos que brindan información sobre los incendios o sequías del pasado, las secciones transversales de la espícula de M. chuni también tienen anillos, los cuales revelan su edad y cómo era la composición química del océano en cada época de su vida.

 Anillos internos de la espícula de la esponja Monorhaphis chuni estudiada, similar a los anillos del tronco de un árbol antiguo. Foto: Jochum et al.

Anillos internos de la espícula de la esponja Monorhaphis chuni estudiada, similar a los anillos del tronco de un árbol antiguo. Foto: Jochum et al.

Los autores del estudio examinaron específicamente los isótopos de silicio, ya que estos indican las concentraciones de sílice en el agua de mar. Este elemento es usado por las diatomeas, algas microscópicas que viven en la superficie del océano, para fabricar su caparazón. Dichos organismos convierten el dióxido de carbono en carbono orgánico, el cual termina depositado en el fondo marino. Este ciclo ayuda a limitar el efecto invernadero que calienta el planeta.

Un océano más rico en nutrientes

Cuando analizaron los anillos más internos de la espícula de M. chuni, es decir, sus primeros miles de años de vida, correspondientes al período deglacial temprano —final de la última Edad de Hielo (de 18.000 a 14.000 años atrás, cuando los continentes comenzaban a descongelarse)—, descubrieron que las concentraciones de sílice disuelto en las profundidades del océano Pacífico eran aproximadamente 12% más altas que los niveles actuales.

Espículas de la especie de esponja Monorhaphis chuni. Foto: M. Roux / University of Reims

Espículas de la especie de esponja Monorhaphis chuni. Foto: M. Roux / University of Reims

Según los autores, este hallazgo sugiere dos posibles eventos durante dicha época: que las fuentes externas, como los vientos y los ríos, suministraron más sílice al océano o que hubo un menor enterramiento natural de las diatomeas muertas y en vez de eso terminaban arrastradas hacia las corrientes de afloramiento, lo que mejoró el reciclaje de sílice.

Cualquiera de estos escenarios habría producido una mayor producción de diatomeas, "contribuyendo potencialmente a una reducción del CO2 atmosférico y al enfriamiento del clima", describe el documento. Este efecto habría evitado un mayor calentamiento del que ya experimentaba el planeta en la época del deshielo, con una temperatura media 5 °C por encima del período glacial.

Periodista de la sección Ciencia de La República. Bachiller en Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Especialización en Comunicación Científica en la UTEC. Experiencia como redactor en revistas y medios digitales. Mientras no trato de explicar cómo funciona el universo, hago ciclismo de montaña.