Ciencia

ADN de hace 2 millones de años devela un paraíso perdido en el Ártico

El análisis del ADN más antiguo jamás recuperado ha revelado una inmensa fauna y flora extinta en lo que hoy es un desierto de Groenlandia.

Los investigadores han podido estudiar cómo era un desierto ártico de Groenlandia cuando era entre 11 y 19 °C más cálido que hoy. Foto: composición La República / Beth Zaiken
Los investigadores han podido estudiar cómo era un desierto ártico de Groenlandia cuando era entre 11 y 19 °C más cálido que hoy. Foto: composición La República / Beth Zaiken

ADN de hace dos millones de años, el más viejo jamás extraído, fue obtenido en sedimentos de la era de hielo en Groenlandia, sobre el círculo polar ártico. El descubrimiento abre un nuevo capítulo para la paleogenética, anunciaron el miércoles los científicos.

“El ADN pudo sobrevivir durante dos millones de años, el doble de tiempo que el encontrado anteriormente”, explicó a AFP Mikkel Winther Pedersen, uno de los principales autores del estudio publicado en la revista científica Nature.

Identificados en sedimentos, los diferentes fragmentos de ADN provienen “de la parte más septentrional de Groenlandia, llamada cabo Copenhague, y pertenecen a un entorno que no vemos hoy en la Tierra”, detalla.

Se conservaron muy bien ya que estaban congelados y fueron encontrados en superficies poco explotadas, prosigue el profesor en la universidad de Copenhague.

Desde que el profesor Svend Funder descubrió el ecosistema de Kap København hace 40 años estuvo convencido de que en ese lugar estuvo "el bosque del Polo Norte". Foto: Beth Zaiken / Kurth H. Kjaer

Desde que el profesor Svend Funder descubrió el ecosistema de Kap København hace 40 años estuvo convencido de que en ese lugar estuvo "el bosque del Polo Norte". Foto: Beth Zaiken / Kurth H. Kjaer

“Los ríos transportaron minerales y materia orgánica al medio marino, donde estos sedimentos terrestres fueron depositados. Luego, en algún momento, hace unos dos millones de años, esta masa terrestre bajo el agua resurgió y se convirtió en una parte del norte de Groenlandia”, indica.

El cabo Copenhague es hoy un desierto ártico. Allí ya se habían descubierto diferentes tipos de depósitos, incluidos fósiles de plantas e insectos muy bien conservados.

Los investigadores no habían intentado determinar el ADN de los elementos encontrados y había muy poca información sobre la posible presencia de animales.

Los trabajos de los investigadores, que comenzaron en 2006, permitieron trazar un bosquejo de cómo era la región atrás en el tiempo

“Teníamos este entorno forestal con mastodontes, renos, liebres y con un gran número de especies vegetales. Hemos encontrado 102 taxones (agrupación de organismos emparentados, ndlr) vegetales diferentes”, señala Winther Pedersen.

Según él, la presencia del mastodonte es particularmente notable, ya que nunca antes había sido observado tan al norte.

Dos investigadores cavan en una duna en Cabo Conpenhague. Foto: Svend Funder

Dos investigadores cavan en una duna en Cabo Conpenhague. Foto: Svend Funder

Un revolucionario estudio genético

Los investigadores reflexionan sobre la adaptabilidad de las especies porque, hace dos millones de años, Groenlandia —”tierra verde” en danés— conocía temperaturas superiores de 11º a 17º grados respecto a las actuales pero, en estas latitudes, el sol no se oculta durante los meses de verano ni se levanta durante el invierno.

“No vemos esta asociación de especies en ningún otro lugar de la Tierra hoy en día”, destaca el especialista en paleoecología. Esto “hace pensar en la plasticidad de las especies —la forma en que las especies son capaces de adaptarse a diferentes tipos de clima— podría ser diferente de lo que pensábamos antes”, precisa.

Gracias a una tecnología innovadora, los investigadores descubrieron que los 41 fragmentos estudiados son más antiguos de un millón de años que el anterior récord de ADN obtenido de un hueso de mamut siberiano.

Fue necesario determinar si el ADN estaba oculto en la arcilla y el cuarzo y luego fue posible separarlo del sedimento para examinarlo.

El método utilizado “proporciona una comprensión fundamental de por qué los minerales o sedimentos pueden preservar el ADN. Es una caja de Pandora que estamos a punto de abrir”, explica Karina Sand, que dirige el grupo de geobiología en la universidad de Copenhague y que participó en el estudio.

Para Winther Pedersen, con este descubrimiento “rompemos la barrera de lo que creíamos poder alcanzar en términos de estudios genéticos”.

“Durante mucho tiempo creímos que 1 millón de años era el límite de la supervivencia del ADN, pero hoy observamos que es el doble. Y, por supuesto, esto nos impulsa a buscar otros sitios”, añade.

“Hay varios lugares diferentes en todo el mundo que tienen depósitos geológicos que se remontan tan lejos, y hasta aún más adelante en el tiempo”, se felicita el investigador.