PASC, el nuevo nombre para los que tuvieron por mucho tiempo la COVID-19
El término PASC reemplazó a la denominación COVID largo, que se usaba para nombrar la variante crónica, a veces remitente, del coronavirus que simplemente no parece desaparecer.
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El mes pasado, el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, Anthony Fauci, anunció la última incorporación al glosario de la pandemia: PASC. Tal término se refiere a una condición que se había denominado ampliamente como COVID largo, que se atribuía a aquellos que sufrieron por mucho tiempo el coronavirus.
De acuerdo al epidemiólogo estadounidense, lo que realmente es el COVID largo “son las secuelas posaguda de la infección por SARS-CoV-2” o PASC para abreviar.
De esta manera, la expresión PASC ha sustituido al COVID largo para denominar a la variante crónica, a veces remitente, de la enfermedad que simplemente no parece desaparecer.
La comunidad médica reaccionó positivamente, elogiando los beneficios de este cambio terminológico como algo que transformó radicalmente el COVID prolongado en un problema médico genuino.
“Nombrar (PASC) es vital”, manifestó Bradley Sanville, neumólogo de la Universidad de California en Davis, “ya que le da a la afección una cierta cantidad de veracidad que de otro modo no tendría”.
Reemplazar COVID largo por un término médico representa solo el intercambio más reciente en la negociación, que habitualmente causa controversia, entre los pacientes y el establecimiento sanitario.
Desde el siglo XIX, las discusiones sobre el nombramiento de enfermedades han planteado la cuestión de quién tiene experiencia y autoridad: los que sufren afecciones o los que las tratan.
El acto de solicitar a todos los especialistas que llamaran a un conjunto de fenómenos clínicos observados parecidos por un término les permitió compartir información, tanto sobre los hallazgos de diagnósticos como sobre el éxito o el fracaso de varios tratamientos.
En el aspecto negativo, PASC amenaza con desplazar las realidades experimentadas por los pacientes con datos de estudios clínicos y descubrimientos de laboratorios de investigación que están lejos de la experiencia personal de los enfermos.
En el lado positivo, también puede producir un conjunto de terapias estándar útiles que, si no son aplicables a cada individuo en particular, son al menos amplia y eficazmente adaptables a un mayor grupo.
No obstante, continúa siendo una pregunta abierta si este es el modo de atención más eficiente posible.
