La vida de Steve Jobs ha sido descrita y representada en numerosas ocasiones tanto en libros y películas como hasta en series y documentales. Las espinosas matices de su personalidad nunca han pasado desapercibidas en ninguna de estas y son muchas las anécdotas que reflejan lo difícil que era siquiera enfrentarse a él. Aun así, existen otras historias poco conocidas que detallan mejor la relación entre el fundador de Apple y sus empleados directos, hasta con cierto grado de humor. Por ejemplo, ¿sabías que en una ocasión alguien casi micciona en el escritorio del genio de Cupertino?
Así está descrito en un pasaje del libro Steve Jobs de Walter Isaacson, la única biografía autorizada por el emprendedor antes de fallecer en 2011. El escritor fue quizá el único periodista que gozó de la confianza del CEO durante casi toda su carrera, por lo que describió muchas experiencias que no son de dominio público.
Uno de los momentos más extraños y graciosos del libro fue una anécdota ocurrida alrededor del año 1985, antes de que Jobs fuera despedido por primera vez.
La computadora Macintosh acababa de ser lanzada en enero de 1984 con gran expectativa por parte de Jobs, pero, debido a razones clave como la poca memoria y el excesivo precio, su rendimiento comercial no fue el esperado. Steve no lo tomó con gusto e inmediatamente quiso ejecutar medidas para salvar su producto estrella a como dé lugar, no sin generar fricciones entre distintos equipos dentro de Apple.
Equipo original de Macintosh con Jeff Raskins como líder, antes de que Steve Jobs lo desplazara del cargo. Foto: CNET
Era conocido que, por aquellos años, Steve Jobs se había encargado de generar un ambiente de exclusividad en el equipo de Macintosh al llegar incluso a despreciar a los demás grupos de la compañía, como los del Lisa y el Apple II. Las desavenencias tras el fracaso de la primera Mac provocaron que sea más duro con su propio personal, según revelaron los testimonios en el libro, por lo que muchos miembros quisieran irse de la compañía. Algunos de ellos eran tan importantes como el propio Andy Hertzfeld (cocreador de la computadora).
Sin embargo, había un obstáculo muy grande para todos aquellos que querían dimitir: debían primero hablar con Jobs y explicarle las razones. Esto resultaba una faena titánica debido al mal carácter que este podía tener y a su conocido campo de distorsión de la realidad, que hacía casi imposible razonar con él.
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La preocupación era tanta que no faltaron quienes idearon ciertos ‘planes’ para poder superar a Jobs en una deliberación. Fue entonces cuando a Burrel Smith, el diseñador de la placa base original, se le ocurrió una idea muy fuera de lo común.
Smith era considerado uno de los miembros más osados del equipo de Macintosh, pero ni siquiera él se sentía seguro de hacerle frente a Jobs. Un día, mientras conversaba con Hertzfeld, a Burrel se le ocurrió un plan:
“Lo tengo. Sé cómo presentar mi renuncia y anular el campo de distorsión de Steve. Voy a entrar en su despacho, me bajaré los pantalones y mearé sobre su mesa”, dijo. Él pensó: “¿Qué podría decir él ante eso? Seguro que funciona”.
Burrel Smith, el artífice de la idea. Foto: Seguridad Apple
Todo el equipo Mac se enteró del plan de Burrel, quien estaba desesperado por irse de la compañía. En los días previas al cumpleaños número 30 de Jobs, el diseñador le pidió una cita y entró a su oficina.
Grande fue la sorpresa de Smith cuando, al entrar, lo encontró con una enorme sonrisa de oreja a oreja. “¿Vas a hacerlo? ¿De verdad vas a hacerlo?”, le dijo, ya que al parecer se había enterado de su idea.
“¿Voy a tener que hacerlo? Lo haré si es necesario”, respondió Burrel, ante la mirada atónita de Jobs. Este, al final, aceptó su dimisión sin que se tenga que recurrir a una medida semejante.
Su carácter, en este caso, fue sobrellevado de una forma excéntrica, aunque vale recordar que fueron los últimos meses antes de su partida.
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Bruce Horn, otro de los empleados clave del equipo Macintosh, también pidió su renuncia por aquellos meses, pero Jobs no tuvo mayor reparo en reprocharlo por su “mal trabajo”. “Bueno, Steve, hay muchas cosas del Mac que están bien y son culpa mía, tuve que luchar como loco para conseguir que se incluyeran”, le respondió.
Bruce Horn (señalado) con el equipo original de Macintosh. Foto: Mac GUI
A diferencia de lo que ya era común, este respondió de manera amistosa: “Tienes razón. Te doy 15.000 acciones si te quedas”. Ante la negativa, Steve le ofreció un abrazo.
Estas son solo algunas de las pocas anécdotas documentadas que reflejan el lado más incógnito de la personalidad de Jobs, el cual siempre ha sido visto como un genio con mal carácter. Tiempo después, el fundador de Apple se marcharía de su propia empresa; fundaría NeXT y Pixar; y volvería como CEO en 1997.