Antonio Cillóniz de la Guerra se encuentra en Arequipa con motivo del Festival del Libro. El poeta peruano no es indiferente a la situación política que vive el país. Ese doloroso material le ha servido para plasmar algunos versos. En esta entrevista da sus opiniones acerca de la realidad nacional.
Mi pluma la he rendido a poetizar, pero en un sentido dramático, trágico, todo lo que está aconteciendo, no solo los lamentables hechos de diciembre, sino anteriormente, porque hubo muertes cuando Manuel Merino ocupó de una manera rara la presidencia (…) No hablamos de exageraciones. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha hecho un informe que habla de masacre, se contabilizan más de 46 muertos, pero no debería haber ni uno. Había gente que ni siquiera se estaba manifestando.
Inocentes eran todos, porque el Estado no se puede comportar igual. Cuando aquí hubo terrorismo, el Estado no podía hacer prácticas terroristas El Estado siempre debe tener una actitud democrática, cívica, prevaleciendo el orden público sí, pero no puede disparar a matar.
A las palabras de la señora Boluarte ni les hago caso, porque estoy hablando de hechos consumados. Hay videos, por ejemplo, a esos militares que les hicieron cruzar por el río en lugar de por el puente. Con sus mochilas cargadas, se ahogaron. Los comuneros acudieron a rescatarlos.
No solamente racismo. También es algo que se ha venido utilizando por los políticos y ya ha descendido hasta el mismo pueblo: el llamarte terrorista, aunque no lo seas, llamar comunismo a cualquier reclamo de derecho humano (…)
El problema es que vamos a tener más de lo mismo. Esto es un problema político que se arrastra desde que el Perú es el Perú. Hay una serie de injusticias económicas, sociales, raciales, culturales. El Perú es un mosaico de culturas. La solución que yo veo y que arreglaría otras cosas, al margen del autogobierno, sería que se hiciese una constitución declarando al Perú un Estado federal y que hubiese diversos estados. Esa sería la solución, porque la lacra del Perú es el centralismo limeño.
Es como el nacimiento de una persona. Tiene meses en el vientre de la madre.
No solamente su propio gobernante, si no su parlamento o congreso para hacer las leyes de ese estado y debería tener su propia policía. Es como Estados Unidos, la derecha se va a asustar de esto, pero desde que yo nací, a mí me han estado diciendo que el ideal es Estados Unidos. Entonces, ¿por qué se van a oponer a algo que ya Estados Unidos hace? (…) Mi idea es el garbanzo que se siembra y ya veremos cómo se ponen de acuerdo todos (…).
Estoy viendo un 90% de gente en contra del Congreso, un 80% en contra del Ejecutivo y un 67% que quiere una nueva Constitución. Entonces, la gente puede estar con miedo a manifestarse porque ha habido muertos. Pero, aunque se queden en su casa, respaldarían esto. En el momento en que haya un verdadero castigo por todas las muertes, ya se le pensarán más. Ya no están disparando indiscriminadamente a un ciudadano que pasa por el frente, (…) entonces, algo se ha cambiado.
Le voy a contestar más ampliamente. Trabajé en el proceso revolucionario de Velasco Alvarado, una persona que estaba apostando firmemente por el cambio. Mientras yo estaba trabajando, se produjo la reforma agraria y seguí en el proceso. Mi familia tenía tierras por ambas partes, nunca he negado que nací en el seno de la oligarquía. Lo que pasa es que la abandoné hace mucho. Y mi padre, con motivo de la reforma agraria, acabó suicidándose. Seguí laborando con Velasco hasta que ya no pude más porque se venía todo lo de Morales Bermudez y tuve líos con Martha Hildebrandt (…) Al proceso de Velasco casi nadie lo apoyó, sé de gente que estuvo trabajando allí, a pesar de estar en contra del proceso. ¿A dónde voy? a que si la población no puede, yo espero que sea otro Velasco (…) Hoy en día estamos en un terreno muy peligroso porque hemos tenido un Perú dividido, el 12% es favorable a Keiko y el 18% fue para Castillo, el resto fue el antivoto para ambos.
Para que vean lo que les digo, que unas nuevas elecciones no tienen sentido, porque tendremos más de lo mismo.
Creo que la revolución la tenemos que hacer desde abajo, los ciudadanos desde la cultura, difundiendo los verdaderos valores, la libertad, la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Desde organizaciones, también. Por ejemplo, siempre estoy diciendo que lo de Javier Heraud fue un sacrificio inútil. Él no llegó a disparar un solo tiro y lo masacraron ahí en el río. Su pluma hubiese sido más valiosa. Una revolución no se hace solamente a balazos, no se hace sacando los tanques a la calle. Se hace también con ideas.