Durante las violentas protestas desatadas en el Centro Histórico de Lima, la Policía volvió a hacer uso de caballos para intentar repeler a los manifestantes, pese al miedo y malestar de los equinos. Hay que recordar que desde fines del 2019 un fallo histórico admitió una demanda que pedía el cese del uso de estos sensibles animales durante protestas. ¿Qué otras razones hay para dejar de someter a estos herbívoros?
Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature señala que estos animales son tan sensibles e inteligentes que tienen la capacidad de distinguir entre vocalizaciones negativas y positivas de los humanos, además de otras señales emocionales, es decir, estos presentaron interacciones significativas con las emociones de las personas.
Es bien sabido que los caballos poseen un excelente sistema auditivo. Según el Dr. Rickye Heffner, profesor de Psicología de la Universidad de Toledo y especialista en audición animal, los caballos pueden escuchar sonidos entre 55 Hz y 33.5 kHz, inferiores al mínimo audible por el hombre, por lo que no es saludable exponerlos a sonidos muy fuertes, tal como ocurre en protestas y manifestaciones.
Por estas razones, para Heidi Paiva, directora de Proyecto Libertad, un colectivo de defensa animal, la PNP expuso a condiciones de maltrato animal a este grupo de equinos.
“Algo que mucha gente no toma en cuenta es que, para empezar, que ya está demostrado que los caballos no tienen poder disuasivo frente a protestas, entonces no tiene sentido tenerlos en una manifestación para controlar grandes masas. Ya la Ley de Bienestar y Protección Animal establece que el maltrato animal no solo tiene que ser explícito, sino que también es generarle estrés a un animal. El maltrato animal en el uso de caballos para manifestaciones salta a la vista por todos lados. Para empezar, son animales que no están acostumbrados al asfalto”, explicó la activista a La República.
“Estos animales se estresan fácilmente porque los caballos son especialmente sensibles a los sonidos, tienen un oído muy desarrollado. No solo se estresan por el ruido fuerte, sino por la cantidad de gente, porque no están acostumbrados a eso. Por más que la Policía diga que han sido entrenados, tienen miedo. Que permanezcan en el lugar porque evidentemente han sido condicionados a hacerle caso a su guía es otra cosa. Someterlos a eso ya es un maltrato animal”, añadió Paiva.
Similar opinión tiene Carlos Andrés Muñoz López, catedrático y magíster en Bioética por la Universidad Javeriana de Colombia.
“Es claro que los caballos no deberían estar en las protestas, pues su inclusión en estas actividades se hace con el fin de generar un efecto disuasorio a los manifestantes cuando aquellas se tornan violentas. En este marco, no es estrictamente necesaria la utilización de los caballos como elementos disuasorios. Por el contrario, hay otras formas que pueden aplicarse sin que se exponga al animal”, dijo Muñoz en un artículo de opinión.
En diciembre del 2019, la Primera Sala Constitucional Civil de Lima indicó que en un escenario de conflicto y alteración, y por las maniobras del personal policial que utiliza instrumentos y objetos de represión como bombas lacrimógenas, se ocasiona un sufrimiento para los caballos que son llevados a protestas.
También señalaron que usarlos en manifestaciones conlleva peligros de daño físico para el animal y su jinete, debido a las grescas que se producen en el fragor de las protestas.
“El gran aporte de la Policía Montada sería más bien en situaciones de guardia, rescate de personas en lugares de difícil acceso, en las zonas rurales o para situaciones de prevención”, indicaron.
La Sala fundamentó que la PNP tiene y puede utilizar en el control de multitudes de los eventos y espectáculos públicos otras alternativas, como vehículos policiales y la moderna tecnología que se encuentra a su disposición, que además son más idóneos porque tendrían mayor eficacia en el control del orden.
Por ello sorprendió la reciente aparición de la Policía Montada en las recientes protestas que sacudieron la capital.
Hay que recordar que en el 2012, durante el desalojo en La Parada, los manifestantes se enfrentaron violentamente a los efectivos policiales al punto de que cuatro personas murieron.
En aquel sangriento episodio, nueve caballos de la Gran Unidad Histórica de la Policía Montada también resultaron heridos con elementos punzocortantes y piedras. Una de ellas, la yegua “La Mar”, derribada al suelo junto a su jinete, apedreada y golpeada, tuvo que ser sacrificada por sus graves lesiones, entre las que figuraban cortes, contusiones y hasta una fractura en su pata, que terminó destrozada y sangrante, y aún así no se detuvieron los ataques hacia ella .
¿Tiene que volver a ocurrir una salvaje escena como aquella para que quienes están llamados a hacer cumplir con las leyes también acaten las normas?