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Sociedad

Yuly, un ángel que lleva educación, mascarillas y amor a los niños de Áncash en medio de la pandemia [FOTOS]

La maestra Yuly Flores Bonifacio ha sabido transmutar su amor por la docencia y el hilo merino de sus mascarillas como único medio de subsistencia de todo un pueblo ante la emergencia. Por su día, esta es su historia.

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Yuly

Para mi madre, por su Día en el cielo.

Cuando la emergencia tocó a Cóndor Cerro, pequeño centro poblado en el distrito de Quiches, provincia ancashina de Sihuas, los pobladores sabían que sus hijos no podrían recibir educación a distancia porque ni siquiera tenían señal.

Y es que la emergencia, en lugar de unirnos como los dedos de un puño ante la adversidad, solo ha servido para recordarnos que vivimos aún en un país con distancias infranqueables, que aún somos crustáceos en un balde interminable*.

Yuly Flores Bonifacio educación Áncash

Por fortuna, la enfermedad, casi como el Estado, no ha llegado aún a Cóndor Cerro (esperemos esta última no lo haga nunca) y la convicción de maestras como Yuly Flores Bonifacio ha sabido sortear toda distancia a favor de los pequeños de inicial.

Niños del campo que tienen la dicha de aprender a contar con los propios granos que cultivan sus padres.

Carpeta en mano, ella visita con una sonrisa todas las calles olvidando que la única antena del pueblo, el único eslabón de tecnología que los conecta con el mundo, no funciona. “No puedo quedarme en casa encerrada si sé que mis niños no están aprendiendo”, nos dice.

Yuly Flores Bonifacio educación Áncash

Muchos de los padres de Yuly no saben leer ni escribir. Aprendo en casa, el programa educativo del Gobierno, no ha previsto escenarios donde los adultos no pueden ayudar con las tareas porque tampoco entienden las clases.

Sin embargo, la pobreza no ha sido excusa para que estos campesinos y ganaderos de enorme corazón envíen a sus hijos a estudiar, conscientes, en su necesidad, de que solo la educación hace libres a los hombres.

Yuly Flores Bonifacio educación Áncash

Lamentablemente, Yuly no logra cumplir con sus 28 alumnos pues los 45 minutos en moto y hora y media a pie que debe recorrer cada día para llegar al centro poblado solo le alcanzan para visitar cinco o seis hogares por jornada.

“Pero al menos sé que llego”, concluye para sí.

Yuly Flores Bonifacio educación Áncash

Pero el trabajo de July por Cóndor Cerro no termina ahí, pues además de ir casa por casa llevando instrucción a sus alumnos, les enseña a sus madres a confeccionar mascarillas artesanales para protegerse de la pandemia.

Elaboradas con crochet y tela reciclada, pasaron de ser un pasatiempos de la maestra a convertirse en una verdadera cátedra de la salud, incluso para aquellas madres cuyos dedos campesinos no les permitían hilvanar con exactitud.

“Aún les parece algo raro”, nos menciona con su mascarilla de hilo merino. Y es que las madres de Cóndor Cerro aún sienten el mismo temor que todos vivimos la primera vez que nos pidieron no volver a estrechar la mano amiga por seguridad.

Yuly Flores Bonifacio educación Áncash

Además, se ha encargado personalmente de promover el cultivo casero de hierbas medicinales como ajo, orégano y manzanilla, combatientes ancestrales en el Ande contra todo tipo de mal.

Así, Yuly Flores Bonifacio ha pasado de multiplicar su labor como maestra ha convertirse en un verdadero ángel de la guarda en tiempos que realmente parecen de redención.

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“Es difícil, pero lo estamos logrando. Yo sé que si todos ponemos entusiasmo, dedicación y amor por nuestra carrera, por nuestra docencia, por nuestros niños, lo vamos a lograr”, nos regala Yuly por su día, hoy más maestra que nunca.

Un país con buenos profesores es un país con mejores ciudadanos que eligen a sus gobernantes sin miedo. Y un país con profesores como Yuly, es un país donde aún hay esperanza ante cualquier peligro venidero.

Yuly Flores Bonifacio educación Áncash

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*Historia de los cangrejos peruanos atrapados en un balde.