En el Perú, el 25% de la población vive con obesidad, una situación que ha generado una carga económica alarmante para el sistema de salud. Solo en 2019, el gasto en tratamientos relacionados con esta enfermedad ascendió a US$ 2.605,6 millones, representando el 45% del presupuesto total en salud, que fue de US$ 5.790 millones, según datos de CEPALSTAT.
"De no tomarse medidas urgentes, se estima que los costos podrían escalar hasta los US$ 18.476 millones en los próximos años", advierte el Dr. Gustavo Saravia Risso, presidente de la Asociación Peruana para el Estudio de la Obesidad y Ateroesclerosis (APOA), a La República.
Según proyecciones, invertir en la prevención de la obesidad podría generar un ahorro significativo de hasta US$ 17.002 millones si se logra reducir la prevalencia del 25% al 20%. Los expertos coinciden en que es urgente implementar un enfoque integral que incluya educación nutricional, promoción de actividad física y políticas públicas efectivas. "Es el momento de actuar para evitar una pandemia de enfermedades crónicas no transmisibles en el futuro", enfatiza Saravia.
El gasto directo asociado a la obesidad, que incluye atención médica, medicamentos y hospitalizaciones, alcanzó los US$ 2.605,6 millones en 2019. Dentro de este monto, los costos se distribuyeron principalmente entre diabetes tipo 2 (US$ 409,2 millones), hipertensión arterial (US$ 696.6 millones) y otras complicaciones asociadas (US$ 1.499,7 millones). A esto se suman los costos indirectos, como la pérdida de productividad y el ausentismo laboral, que representan US$ 710.9 millones adicionales.
Saravia también advierte sobre el impacto diferencial entre géneros: "Las mujeres tienden a enfrentar costos laborales asociados con la obesidad más altos que los hombres. Por ejemplo, en EE.UU., una mujer con obesidad incurre en un costo laboral adicional de US$ 4.879 al año, frente a US$ 2.646 en el caso de los hombres", cita el experto basándose en un informe de STOP Obesity Alliance.
Las proyecciones indican que reducir la obesidad en un 5% permitiría un ahorro de US$ 17.002 millones. "Prevenir la obesidad no solo alivia la carga económica, sino que también mejora la calidad de vida de la población", explica Saravia. La clave está en implementar una ley nacional que reconozca la obesidad como un problema de salud pública y promueva estrategias coordinadas.
Esto incluye educación nutricional desde edades tempranas, acceso a atención interdisciplinaria con especialistas en nutrición, psicología y medicina, y la promoción de entornos saludables.
Según el Dr. Saravia, el gasto actual no es sostenible. Las complicaciones asociadas, como la hipertensión arterial (26,7%) y la diabetes tipo 2 (15,7%), representan juntas el 42,4% del presupuesto total en salud. Además, factores como la inactividad física agravan la situación.
"El 85% de los adolescentes entre 12 y 18 años en el Perú no cumplen con los mínimos de actividad recomendados, lo que impacta negativamente en su salud futura", agrega Saravia, citando a la Federación Mundial de Obesidad.
El aumento en el consumo de comida chatarra también contribuye al problema, colocando al Perú en el segundo lugar en Sudamérica en este tipo de alimentación poco saludable. Si esta tendencia no se revierte, advierte Saravia, "el sistema de salud enfrentará una crisis sin precedentes en los próximos 10 años".
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El caso de Estados Unidos demuestra la rentabilidad de invertir en prevención y tratamiento integral de la obesidad. Estrategias como la ampliación de coberturas médicas a través de Medicaid y Medicare para incluir terapias contra la obesidad han generado ahorros de entre US$ 20.000 millones y US$ 23.000 millones en una década. Estas terapias incluyen apoyo nutricional, tratamientos conductuales y, en casos necesarios, intervenciones quirúrgicas.
"Adaptar estas políticas al contexto peruano, integrando educación, prevención y acceso a tratamientos, podría ser clave para reducir la prevalencia de la obesidad", señala Saravia.
El sector privado tiene un papel crucial en la cobertura de tratamientos integrales a través de seguros de salud y colaboraciones con el sector público. Según Saravia, esta participación debe respaldarse con una normativa legal sólida y una estrategia coordinada que priorice la prevención y el tratamiento oportuno. "No podemos seguir tratando solo las complicaciones. Necesitamos atacar la obesidad desde su raíz", concluye el especialista.
La colaboración entre entidades estatales, sociedades científicas y el sector privado es clave para garantizar programas sostenibles que combinen educación, acceso a tratamientos interdisciplinarios y políticas fiscales que incentiven la producción y el consumo de alimentos saludables. Solo así se podrá mitigar el impacto económico y social de la obesidad en el Perú.