Alberto Fujimori falleció el miércoles 11 de septiembre, el mismo día en el que tres años atrás murió el terrorista Abismael Guzmán. Su muerte, que ha sido acompañada de diversos simbolismos como la presencia de un aniego de aguas servidas a las afueras de su velorio, contó con la presencia de diversos personajes políticos, entre ellos la presidenta Dina Boluarte.
"El gobierno decreta tres días de duelo nacional mientras algunos recuerdan que Dina Boluarte se refirió a Fujimori, en la campaña del 2021, como aquel 'personaje oriental' que nos llenó de vergüenza con sus actos", recuerda Hildebrandt en su columna.
Dina Boluarte en el velorio de Alberto Fujimori. Foto: Gobierno del Perú
Hildebrandt opinó que Fujimori pudo haber sido un gran presidente, si hubiese respetado la convivencia con el Congreso. "La economía se habría arreglado y el terrorismo habría sido igualmente derrotado", indicó. "El cierre del Congreso y la formación tumoral de una dictadura de afanes totalitarios fueron la creación del carácter de Fujimori", agregó.
En esa línea recordó que el autogolpe del 5 de abril le permitió a Fujimori obtener la más grande concentración de poder del siglo XX peruano y, como consecuencia, la corrupción generalizada. Y es que, según el periodista, Alberto Fujimori habría tenido un dudoso comportamiento en la rectoría de la Universidad Agraria, presentando una evasión de impuestos más o menos notoria. "Francisco Loayza narró que la pista tributaria fue la que condujo a Vladimiro Montesinos, el traidor agente de la CIA que el Ejército había expulsado con pleno deshonor", relata.
Si bien Hildebrandt reconoce que el exdictador abatió la inflación y arrinconó al terrorismo durante su mandato, el costo para este logro fue "la masacre de la democracia y la pudrición del país".
Fujimori fue creado políticamente por Alan García, como representación del centro-izquierda en las elecciones de 1990. "Lo presentaron como el hombre que impediría que 'la derecha vargasllosiana' sometiera al pueblo a las penurias de un ajuste brutal. Todos sabemos qué pasó y cómo es que la izquierda boba que creyó en él hubo de retractarse y cómo fue que, a la hora del golpe, Alan García, su creador original, tuvo que huir por azoteas y cisternas", se puede leer en el semanario.
"La derecha ama a Fujimori porque le sembró el país con que soñaba. El neoliberalismo se impuso en el Perú del mismo modo que triunfó en Chile: por la fuerza y con aspiración de eternidad. El resultado es este país desigual y explosivo que, corrigiendo a Raimondi, da la impresión de estar sentado en un barril de pólvora", agrega.
En ese contexto es que Hildebrandt describe a Keiko Fujimori como una persona "gélida y anética, capaz de incendiar el país romanamente si eso le diera el poder que tuvo su padre". La líder de Fuerza Popular, quien heredó el fujimorismo ancestral de su progenitor, habría sentido envidia siempre de él, según H13.