La Santa Sede envió una comisión conformada por el monseñor Charles Scicluna y el sacerdote Jordi Bertomeu, quienes tienen experiencia en casos de abusos y delitos cometidos por miembros de la Iglesia católica. Luego de su visita en el Perú, la comisión retornará al Vaticano, donde se elaborará un informe. Este será entregado al papa Francisco, quien tomará una resolución sobre el caso.
—¿Cómo te sientes luego de tu encuentro con la comisión Scicluna-Bertomeu?
—He salido más que satisfecho. Creo que ha sido una buena reunión, me gustaron varios momentos. El principal es que habían revisado minuciosamente mi investigación, 'Sin noticias de Dios', que es el último libro que publiqué, y veo que están usándolo como insumo para esta auditoría, así como también incluyen la investigación de Paola Ugaz, sobre las finanzas del Sodalicio.
—¿Podrías contar un poco sobre cómo fue la dinámica que utilizaron los funcionarios del Vaticano?
—Sí, bueno, Charles Scicluna se encontraba a mi lado derecho, en una sala relativamente pequeña. Él lideraba el interrogatorio, por decirlo de alguna forma, y frente a nosotros estaba Jordi Bertomeu en una mesa con una laptop registrando lo que decíamos Scicluna y yo.
—¿De qué trataban algunas de las preguntas hechas por el monseñor Charles Scicluna?
—Muchas de las preguntas estaban basadas en mi libro. Scicluna iba preguntándome y haciéndome precisiones sobre la información que ahí se consigna, y que también le explicara el contexto. Como el libro aborda varias aristas del caso Sodalicio, me sentí bien que vinieran con parte del trabajo hecho. También hablamos de las características sectarias y mafiosas de la organización y se dedicó una buena cantidad de tiempo a hablar sobre el acoso mediático y judicial contra Paola Ugaz, Daniel Yovera y contra mí.
—¿Cuáles son tus impresiones de Charles Scicluna y Jordi Bertomeu?
—Claramente, me parecieron confiables. Yo conocía a ambos por separado y por hechos distintos en Roma y en el Vaticano en el 2019. Luego de lo que hicieron en Chile, su reputación les precedía (en referencia al caso de Fernando Karadima). Personalmente, yo les tengo admiración y respeto. Me parecen de lo mejor de la Iglesia católica para estos tópicos de la lucha contra la pederastia y contra la corrupción eclesial. Son mis principales referentes, con lo cual me sentí cómodo. Scicluna es muy empático y muy agudo también.
—¿Scicluna tenía alguno de tus libros a la mano?
—Sí, incluso en un momento se fue a un capítulo del libro 'Sin noticias de Dios'. Me parece que hasta tenía la página marcada. En aquel pasaje yo narro el primer encuentro de los obispos peruanos con la Conferencia Episcopal, y que fue un “saludo a la bandera” porque nos vendieron una ilusión a los exsodálites.
—¿Qué fue lo que sucedió con la Conferencia Episcopal?
—Buenos, para comenzar, esa fue una reunión en el 2018 en la que yo tuve que hablar con el nuncio apostólico, que era Nicola Girasoli, para decirle que me parecía inconcebible que, tres años después de la investigación en 'Mitad monjes, mitad soldados', la Conferencia Episcopal no haya tenido un solo gesto de cercanía con las víctimas del Sodalicio. Pero fuera de esa reunión no pasó nada más. Es en ella de donde salió la idea de enviar en conjunto una carta (que nunca se mandó) al papa Francisco, que tocaba cinco puntos. Expresamos que el ADN del Sodalicio no es el de una asociación eclesiástica, que esta era una larga historia de mentiras donde los encubridores salieron incólumes (sin daños), que las reparaciones económicas fueron una burla para las víctimas, y le dijimos textualmente que envíe una comisión investigadora como la que destinó a Chile, conformada por Scicluna-Bertomeu. Como último pedido, insistimos en que no descarte la disolución del Sodalicio.
—¿Cuál fue la reacción del monseñor?
—Scicluna estaba entre perplejo y fastidiado porque los hechos no se habían dado cómo tendrían que haber pasado. Entonces le di los nombres de los que estaban en esa reunión. Creo que la Conferencia Episcopal, en el caso Sodalicio, se ha comportado con una indolencia alucinante.
—Durante la conversación, ¿tuvieron interés sobre algún tema en particular?
—Sí, me hicieron varias preguntas sobre sacerdotes y obispos. Comenté sobre la indolencia de Cipriani frente al caso el Sodalicio y lo errático que fue el Tribunal eclesiástico en el proceso. Suelo ser bastante duro con la Iglesia católica peruana; sin embargo, hice algunas excepciones como, por ejemplo, que desde que Carlos Castillo asume funciones en el Arzobispado de Lima fue cercano a las víctimas y se comprometió en el caso. También rescato el trabajo del arzobispo de Caravelí, Reinaldo Nann. Salvo esas excepciones, no pasé por alto el explicar situaciones como la de José Antonio Eguren, que en su momento inició una campaña contra las víctimas del Sodalicio.
—¿Cuál crees que es tu aporte en esta investigación?
—Creo que de por sí mi investigación y mis libros han aportado. En esta cita, las preguntas de Scicluna han sido más para buscar contexto. Además, vi que habían hecho su trabajo. Leer un texto de más de 800 páginas es una cosa importante y que eso haya sido parte de las razones y motivaciones para venir al Perú, más la investigación sobre la parte económica de Paola Ugaz, hace notar que la intención es ir al meollo del asunto y ver si el Sodalicio continúa o se disuelve.
—Posterior a la reunión, ¿qué es lo que esperas?
—Mira, mi conclusión es que no se descarta la disolución del Sodalicio, y eso ya para mí es bastante. En esta semana obtendrán un montón de elementos que luego confrontarán con miembros de la cúpula del Sodalicio.
—La periodista Paola Ugaz también fue parte de las investigaciones del Vaticano. Su rol en el proceso de la visita de la comisión Scicluna-Bertomeu fue fundamental luego de su reunión con el papa Francisco en la Santa Sede.
—¿Qué comentarios tienes tras tu encuentro con la comisión Scicluna-Bertomeu?
—Ellos son muy empáticos. En el Vaticano están muy preocupados de las denuncias que tengo en la Fiscalía, que me abrieron en el 2018, las funciones ligadas al Sodalicio y del mismo arzobispo. También se preocuparon de cómo pude afrontar una construcción tan implacable siendo mamá de dos hijos y a la par periodista. La verdad es que son muy solidarios y muy cercanos. Tienen mucha información sobre la historia del Sodalicio.
—¿Cómo crees que afecte la visita de la comisión del Vaticano al trabajo periodístico que se realiza en el Perú?
—Creo que es una buena noticia para el periodismo peruano, ya que es un trabajo con base en informaciones producidas por los mismos periodistas. Además, que un libro llegue a la oficina de un papa, con el que luego pude reunirme como resultado de mi trabajo y contarle un poco de lo que estaba pasando… Creo que es un hito traer una comisión con los poderes del Vaticano para ver in situ lo que estaba pasando y saber por qué hay tantas víctimas del caso Sodalicio. Aparte de ello, pueden conocer cuáles son sus movidas económicas y por qué persiguen a los que investigan.
—¿Qué es lo que esperas tras esta reunión?
—Espero que, pase lo que pase, en algún momento las víctimas del Sodalicio encuentren reparación y justicia.