La crisis humanitaria en la frontera requiere medidas excepcionales. El internacionalista Óscar Vidarte analiza la situación. Asimismo, llama la atención sobre el debilitamiento de la imagen peruana en el exterior, con países y organizaciones internacionales que han hecho visible su preocupación.
—¿Ve alguna salida pronta a la crisis en la frontera?
—Soy un poco pesimista. El tema migratorio tiene dos grandes ejes. Uno primero más de carácter estructural, que tiene que ver con la incapacidad de los países de la región para trabajar conjuntamente políticas migratorias. ¿Por qué habría que suponer que podrán tomar medidas conjuntas para hacer frente a lo que está pasando hoy en la frontera entre Perú y Chile si no hicieron nada en cinco o seis años? Por eso soy…
Un grupo de ciudadanos extranjeros acamparon en la plaza de Tacna. Foto: Tacna en Vivo/Facebook
—Escéptico.
—Correcto. Un aspecto necesario para llegar a una solución en la frontera sur es la cooperación entre los miembros. No hay herramienta en este momento que pueda ayudar a mitigar la situación si no pasa por mecanismos que incorporen a Perú, Chile, Ecuador, Colombia y también a Venezuela. Por otro lado, es cierto además que el contexto regional, político y económico tampoco ayuda. Hay dificultades en el establecimiento de canales de diálogo entre Perú y Colombia, hay notas de protesta entre Perú y Chile. Asimismo, es un contexto en el que el tema de la migración venezolana se ha securitizado y todos vemos en la población venezolana a delincuentes en potencia. Eso no favorece que los países puedan tomar medidas por lo más importante: la situación humanitaria de las personas que han migrado por situaciones excepcionales desde Venezuela y Haití.
—¿Hay un tufo xenófobo desde el Gobierno?
—No, no creo que haya xenofobia desde el Gobierno. Cuando uno escucha a la presidenta Dina Boluarte decir que todos los delincuentes son venezolanos, creo que es parte de esta securitización de la migración. Es decir, hemos construido un relato que de alguna manera hace referencia a la migración como gran causante de los problemas en seguridad en el país, que no coincide…
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—¿Con las cifras?
—Con las cifras, con la realidad. Quiero creer que no es una lectura xenófoba, sino una lectura equivocada que se construye a partir de percepciones erróneas alimentadas por los medios de comunicación y autoridades, que llevan a tener posiciones mucho más duras e inflexibles. Y lo que se necesita ahora es un nivel de flexibilidad mucho más alto. No se puede seguir diciendo, veinte días después, que las personas no pueden entrar porque no tienen papeles. Estamos ante una situación excepcional que requiere medidas excepcionales.
—Se habla de un corredor humanitario.
—Esa es una medida excepcional, pero que es compleja. Requiere un nivel de cooperación muy importante entre los países. Si hacemos un corredor, lo que terminaríamos haciendo es lo que le hizo Chile al Perú, pasándole el problema a Ecuador, a la frontera norte. Por eso, se requiere coordinación con los países involucrados. Y por cierto, se necesita solucionar el asunto logístico y presupuestal para el transporte y la seguridad de las personas. Y no hay que olvidar que este Gobierno está muy atento a lo que dice la opinión pública, y para esta los venezolanos son problema de Chile. Un tercer tema del que no se habla es que nosotros presuponemos que todos son venezolanos que quieren volver a Venezuela, lo cual no es verdad.
—Hay haitianos.
—Correcto, es una población muy importante. ¿Quieren regresar a Haití? Hoy salió en La República una información de que ellos querían ir a México.
—¿Qué se ha visto en política migratoria en el Perú?
—Dos cosas, básicamente. Por un lado, el establecimiento de procedimientos más rígidos para desalentar la migración al país y, por el otro, el endurecimiento de una lógica que ve a la migración como un problema de seguridad. Lo más irónico de todo esto es que la población en la frontera, si el Perú no hace nada al respecto, posiblemente, igual ingrese al país. Hay muchas formas. En los últimos dos años, con todas las restricciones que ha habido, la población venezolana aumentó de un millón a millón y medio. No permitir el ingreso de estas personas es como obviar la realidad, como obviar que va a terminar sucediendo igual, sin que las autoridades se den cuenta.
—Le he leído afirmar que el Perú está aislado en materia de política exterior. ¿Por qué?
—Primero debo decir que la postura de México y Colombia es insostenible, cuando obvian que lo de Pedro Castillo fue un golpe. Al margen de eso, cuando se ve el panorama general, uno encuentra que la posición peruana en la región está debilitada y genera mucha preocupación. Y no se ha hecho mucho por mejorarla. Nuestra relación con Chile irónicamente…
—¿Venía bien?
—Más o menos bien. A pesar de las críticas sobre derechos humanos, Chile reconoció a Boluarte y era nuestro principal aliado en la Alianza del Pacífico. Por eso me parece rara esta discusión que hemos tenido con ellos. Se podría haber arreglado el problema con canales diplomáticos reservados. A eso hay que sumar que la OEA nos pidió nuevas elecciones y no lo hemos hecho…
—Y se va a conocer hoy el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
—Que apunta a que será duro. Y las declaraciones del jefe de la Política Exterior europea también fueron muy duras. Uno suma elementos a nivel internacional y ve que el Perú es un país bastante solo, que genera mucha preocupación y tensión. Muchos países y organizaciones internacionales nos cuestionan. Cuando hablo de un aislamiento, no pienso en algo como Corea del Norte, obviamente.
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—No, claro. Se refiere a un debilitamiento de la imagen peruana en el exterior.
—Un desprestigio cada vez mayor.