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Política

Hugo Bustíos: 2 testimonios claves para la sentencia contra Daniel Urresti por asesinato al periodista

El día en que lo fulminaron, Ysabel Rodríguez habló con él. Una vez recluida en la base del Ejército, donde estuvo Urresti, coincidió con Jesús Gálvez.

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La Sala Penal Liquidadora de la Corte Penal Nacional condenó a Urresti Elera a 12 años de cárcel efectiva por el crimen del periodista Bustíos. Foto: composición Jazmin Ceras/La República | Foto: composición Jazmin Ceras/La República

"¡Corre, corre, escápate, son militares!", fueron las últimas palabras de Hugo Bustíos, según el recuerdo de su paisana Ysabel Rodríguez. El fúnebre 24 de noviembre de 1988, el reportero de Caretas seguía el rastro de Primitiva Jorge Sulca y su hijo Guillermo, muertos sospechosamente a manos de Sendero Luminoso. Disconforme con la versión oficial, además de consciente de los crímenes del Estado en tiempos de guerra interna, Bustíos fue a preguntarle a Rodríguez sobre la dirección de Sulca. En una conversación con Claudia Cisneros, ella recordó que ese día hubo 'paro armado'; es decir, suspensión de las actividades mercantiles. El dogmatismo senderista, la militarización del sur y las riñas entre comuneros sentenciaron de infortunio, en su mayoría, a campesinos quechuahablantes. Ysabel estaba lista para salir con su burro y la alfalfa, pero se quedó por recomendación del también abogado y reconocido comerciante.

Personal del Ejército le impidió a Bustíos ingresar a la casa de los asesinados, así que se dirigió al cuartel militar de Castropampa a conseguir el aval de los jefes zonales: el comandante Víctor La Vera Hernández y su compañero 'Arturo', seudónimo de Daniel Urresti. Una vez logró su pretensión, volvió a la zona de Rodríguez, el camino a Erapata, donde asesinaron a Primitiva.

Ysabel Rodríguez presenció el momento en que una patrulla de hasta seis soldados, vestidos de jean y polo blanco, irrumpió en el terreno. Pudo identificar, detrás de unos matorrales y encima de un baldén, al capitán 'Arturo'. Tiempo atrás habían coordinado la construcción de un muro justamente en el cuartel donde Urresti dormía.

De bajada y con el motor apagado, Bustíos y Eduardo Rojas Arce se sostenían de una moto lineal, cuando efectivos comenzaron a dispararles a quema ropa. Hugo cayó y le pidió a Eduardo, herido de tres balas, que huya. Justo en ese momento, Ysabel giró sobre sí misma y corrió con su hijo en la espalda hacia una zona segura, alejándose. Entonces detonó una bomba. El sonido ensordecedor y el polvo gravitante no la dejó pensar en otra persona que no fuese su padre, pero fue otro el fulminado.

Recuerdo de Bustíos en Ayacucho. Foto: cortesía Caretas

Encierro forzoso, encuentro ciego

Dos días después del asesinato al periodista Bustíos, pobladores y autoridades de Erapata y Quinrapa fueron citados a la base del ejército de Castropampa. En los medios de comunicación limeños la noticia de la muerte había trascendido. Se manifestaban muchas preguntas.

Una vez liberados una minoría de civiles, quedó una quincena. Ahí fue el encuentro de Ysabel Rodríguez con Jesús Gálvez, pero lo sabrían recién años después. Ambos le contaron a la periodista Cisneros que las Fuerzas Armadas les vendaron los ojos con pañales, y que, como aseguró Ysabel, su bebé lloraba mientras los efectivos intentaban callarlo a gritos.

A Gálvez lo torturaron. Querían conocer al homicida de la mujer que Bustíos persiguió. Sumergieron su cabeza en agua pestilente, tratando de ahogarlo, le doblaron los brazos y ataron manos y pies. Quedó con dolencias imperecederas.

A Ysabel, Daniel Urresti la sacó de la carpa donde también estuvo Jesús y la llevó a otro lugar, según su testimonio. En ese otro espacio la violentó sexualmente.

Encuentro de Rodríguez y Gálvez con el capitán 'Arturo'

Ambos no supieron el nombre consignado en el Documento de Identidad de su agresor sino hasta 2015. Habían pasado 27 años desde las vejaciones de Urresti cuando empezaron a colaborar en el caso Bustíos como testigos. Muchos variaron sus versiones, pero ellos se mantuvieron firmes en el recuerdo.

La voz del frustrado candidato presidencial activó la memoria de Ysabel Rodríguez y Jesús Gálvez. Remomaron, en el acto, las torturas hechas con impunidad por las Fuerzas Armadas, el terruqueo a los campesinos, la prepotencia contra las mujeres.