Su reunión con el presidente y el anuncio de cambios han despertado respuestas positivas y críticas muy severas. ¿Esperaba esas reacciones?
Cualquier cosa que en este sentido la Iglesia diga o haga va a tener reacciones positivas y negativas. La Iglesia respeta la autonomía de la política, pero no podemos decir que la Iglesia tiene que reducir su misión a lo privado. La Iglesia hace mucho en el campo evangelizador, social, en la educación, etc. El papa Benedicto XVI dice claramente que la Iglesia no puede ni debe quedarse al margen de la construcción de un mundo mejor ni despertar las fuerzas éticas y espirituales del evangelio. En ese sentido, no me extraña. Pero me fijo más bien en lo positivo. Mi visita fue por una invitación que me hizo el presidente Castillo, por tanto, no es una injerencia de la Iglesia.
Fue una invitación a través del congresista Bermejo.
Efectivamente, por mediación del congresista Bermejo.
Los ataques más duros fueron de Cerrón y Perú Libre. Hablan de “golpe eclesiástico” y que la Iglesia apoya la conspiración contra el presidente.
En Semana Santa hay que recordar que había enemigos irreconciliables contra Jesús, que incluso llevaron a condenarlo a muerte en la cruz. ¿Por qué lo condenaron si pasó por el mundo haciendo el bien? Porque había autoridades políticas que tenían intereses, las autoridades religiosas y un pueblo que se dejaba manipular. Igual, las críticas las unimos a los insultos que recibía Jesús. Es decir, la pasión de Cristo continúa por los intereses subalternos.
Cerrón critica a la Iglesia y le envía un mensaje a Castillo, como si le dijera: si te alejas de mí, te va a ir muy mal.
Eso no lo puedo afirmar, pero efectivamente me ha llamado la atención esa acción virulenta contra la Iglesia, lo que ciertamente acogemos con respeto, pero no la aceptamos.
En el otro extremo político igual hay muchas críticas. Dicen que la Iglesia busca salvar a Castillo, que la única solución es su renuncia y la Iglesia le hace el juego. ¿Tienen algún asidero?
No. Respeto las opiniones. Soy el responsable porque no he ido como representante de la Conferencia Episcopal Peruana, simplemente fue una invitación personal. Pero es importante indicar que como Iglesia tenemos un papel público que no se agota en las actividades de asistencia y educación, sino que procura la promoción de la dignidad integral de la persona humana. Buscamos la fraternidad en el Perú. Y ese es el gran llamado a todos los peruanos. No podemos estar como estamos ahora, enfrentados, el Perú está en cuidados intensivos. El papa Francisco invocó el domingo pasado a todos a una solución pacífica lo más pronto posible. Y a raíz de esta invocación es que respondí de inmediato. Tenemos que buscar una solución pacífica. Y eso pasa por buscar el bien común. Aún con el riesgo de ser criticados, de ser incomprendidos.
En la reunión que sostuvo con el presidente Castillo, ¿lo vio decidido a hacer realmente cambios? ¿Él utilizó la expresión “cambio radical” o es suya?
En realidad, es una expresión mía. Pero que respondía a lo que él manifestó. Le pregunté el miércoles pasado si está decidido a hacer ese cambio y me dijo sí. Y al día siguiente, Jueves Santo, con el doctor Max Hernández también ratificó esa misma decisión, por tanto, estábamos hablando de una confianza. Esta es la única oportunidad que tiene el presidente Castillo para salir adelante, la única, a pesar de los gritos, escándalos e insultos, que los recibo personalmente como Jesús los recibió, con humildad, pero sabiendo que lo que hemos hecho y dicho es por el bien del Perú. Lo que queremos es, como pide el papa Francisco, rehabilitar la política, y es así cuando se busca el bien de todos, no de un grupo con intereses que dañan la unidad del país.
Castillo antes ha anunciado cambios y no se han producido. Eso genera desconfianza, lo que es comprensible, ¿no?
Por supuesto, y comparto esa decepción. Hemos tenido que esperar más de 8 meses, de tumbo en tumbo, y por eso es muy difícil de creer en un cambio. Y por eso, decía yo, debe ser radical. Radical en el sentido de un cambio de rumbo cualitativo, no se trata de poner parches, se trata de renovar la estructura política del país.
No se trata de cambiar uno o dos ministros…
No, no, eso no es solución. Y el problema no es solamente el presidente Castillo, es también el Legislativo y también la sociedad civil, todos tenemos que estar unidos en un solo objetivo. Aquí estamos buscando una resurrección del país, no podemos estar en más o menos, es ahora o nunca. Dar ese salto cualitativo a una transformación de la política para que personas honestas puedan servir al pueblo que los elige.
Le exigimos cambios al Ejecutivo, pero ¿y al Congreso? También es parte de la crisis.
Sí, a los poderes del Estado, los partidos políticos, las instituciones y las diversas religiones en el Perú. Tenemos que mirar con esperanza el futuro inmediato, pero el Perú no puede esperar más. Debemos recomenzar una vida libre, independiente, pero fraterna.
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En la reunión ¿usted vio a Castillo preocupado, aislado, angustiado? ¿Él es consciente de que ha sido mal asesorado, que ha habido errores y denuncias de corrupción en su Gobierno?
Lo vimos, y así lo hizo saber el doctor Max Hernández, muy humano. Porque no se pueden solucionar los problemas del país, que vienen históricamente como la corrupción, en unos meses, y menos cuando el país está dividido, enfrentado, y muchas veces hemos puesto la mirada solamente en el presidente, que ha cometido graves errores. Él, de alguna manera, cuando acepta los cambios está reconociendo sus errores. Pero el presidente no va a hacer solo todo, ni los ministros, y hay algunos ministros realmente muy buenos, que están haciendo una labor titánica en circunstancias muy difíciles. Y en el Legislativo hay congresistas muy buenos, con muy buena voluntad. Pero hay un grupo, lo llamaría negativo, que cambia las agendas, han dedicado su tiempo a la vacancia y esas cosas olvidándose de las urgentes necesidades del país. En el Poder Judicial se intenta hacer mucho más eficaz y eficiente su servicio al país. Ahora, no olvidemos que la sociedad civil debe tener un protagonismo muy importante.
Usted pide nuevas formas de hacer política, ¿en el Acuerdo Nacional se podrá gestarla? ¿Es la instancia adecuada?
Diría que el foro del Acuerdo Nacional es una instancia no solo fiable sino eficaz para buscar ese cambio radical no solo en la política del Ejecutivo sino del Legislativo, del Poder Judicial, de la economía. El 18 de agosto del 2021, el presidente Castillo firmó 6 puntos prioritarios para unir al país. Y están esos mínimos democráticos que el presidente Castillo juró siendo candidato, igual que la señora Keiko Fujimori. Puede ser la base para ese cambio radical que estamos pidiendo, un signo de esperanza.
Todos están de acuerdo en la necesidad de los cambios. Pero ¿qué pasa si el presidente hace los cambios, pero no son acertados como ocurrió antes?
Puede ser, así es. Por eso creo que el Acuerdo Nacional, espacio donde él participa y participan los poderes del Estado, los partidos, instituciones, movimientos sociales y las iglesias, aunque todavía hay grupos que no están en el foro, pero estamos en ese camino, es el mejor espacio para asegurar que esta decisión del presidente no se diluya en cuestiones que no respondan a las necesidades urgentes del país. Se dice que queremos una salida pacífica, esta es una salida pacífica.
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Y se vienen las elecciones.
Sí, y en la lucha frontal contra la corrupción esperemos que en las elecciones no se presenten candidatos con problemas de honestidad. Por favor, que se pongan a un lado. Hay que animar a que participen en política los que están convencidos de servir y no servirse del poder. Hay algunos muy capaces, con vocación de servicio, pero no quieren arriesgar su vida porque ven que todo es una maraña de mafias, de corrupción en todo nivel.
“Usted habla de luchar contra todas las pandemias, incluida la política, ¿la Iglesia no se expone a verse envuelta en el juego político por buscar soluciones a los grandes problemas del país?
Nuestra Iglesia no puede estar exenta de aquello que esté al servicio de la persona humana, sea quien sea. No puede eximirse de esta gran responsabilidad. Como Iglesia respetamos la autonomía de la política, tal y como he dicho, pero la Iglesia no se quedará en la sacristía como algunos ahora están pidiendo.
Es lo que piden algunos tras el encuentro con Castillo.
Es un argumento obsoleto que no podemos aceptar. La Iglesia tiene que ser sal y luz, y ser fermento, levadura en la sociedad desde los valores éticos, que Jesús en su evangelio nos ofrece. Este punto me parece muy importante. Los laicos en la Iglesia católica pueden participar en la vida política incluso en los partidos. Los sacerdotes no podemos militar en un partido, pero sí buscar el bien común de todos. Y eso realmente nos motiva.
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Pese a las críticas.
No tenemos miedo a las críticas, a las crucifixiones, como Jesús en estos días nos enseña. La resurrección de Jesús nos da la seguridad de que el Perú puede resucitar. El Perú tiene esperanza. Y necesita urgentemente esta inyección de esperanza, que es posible porque para Dios todo es posible. Debemos unirnos en lo que nos puede relanzar a una transformación de la sociedad.