El presidente Pedro Castillo detuvo su caída en la aprobación de la ciudadanía luego de enfrentar un intento de destituirlo desde el Congreso de la República, según muestra la última encuesta de representación nacional del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), investigación realizada para La República.
El estudio consultó a la población del lunes 13 al jueves 16 de diciembre recientes y tiene márgenes de error de 2,8 puntos por encima y debajo de cada resultado de nivel nacional.
Aproximadamente, un 28% de los peruanos aprueba la forma como Castillo está conduciendo su gobierno. Esto es alrededor de una cuarta parte del país o algo más, sin llegar a ser un tercio de la nación. Hace un mes tenía un 25% de aprobación en la encuesta que hizo el IEP.
En la posición contraria, un 60% de los ciudadanos desaprueba la forma como el mandatario conduce el Poder Ejecutivo. Es decir, tres de cada cinco peruanos lo reprueban en su manejo del gobierno, grosso modo. El mes pasado, eran un 65% de los encuestados por el IEP, pero la diferencia aún no es muy significativa para tener certeza de una caída en la desaprobación.
Después del primer intento de iniciar un proceso de vacancia contra Castillo en el Congreso, atizado por las revelaciones de sus reuniones en el departamento que usaba en el distrito limeño de Breña, se esperaba que siga cayendo en aprobación de la ciudadanía y que aumente el rechazo. Sin embargo, el estudio del IEP revela que no hay mayor diferencia sobre su situación de hace un mes.
Por tanto, no hay evidencia de que se cumpla el vaticinio del un continuo declive en la aprobación a Castillo. Por el contrario, las cifras apuntan a un detenimiento de esa caída.
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La aprobación al mandatario está más extendida en las provincias del sur peruano y en las del oriente.
La desaprobación es más habitual en Lima metropolitana y entre los más acomodados (catalogados en niveles socioeconómicos A y B).
Entre los encuestados por el IEP, la aprobación al actual jefe del Estado crece más, desde el mes pasado, en las provincias del centro del país, en las zonas urbanas y entre los de clase media (nivel socioeconómico C).
La imagen de Castillo ha perdido en percepciones positivas: de setiembre hasta ahora, quienes creen que se preocupa mucho o algo por los demás disminuyen de ser un 53% del país a un 42%; quienes piensan que representa mucho o algo a gente como ellos pasan a ser de un 51% a un 39%; quienes estiman que tiene mucho o algo de capacidad de gobernar se reducen de ser un 46% a quedar en un 35%, y quienes reconocen que les inspira mucho o algo de confianza se aminoran de ser un 44% a un 35% de la población.
En cambio, aumentan las percepciones negativas: quienes creen que Castillo se preocupa poco o nada por los que menos tienen crecen de ser un 43% a un 54%; quienes piensan que representa poco o nada a gente como ellos pasan de un 47% a un 59%; quienes consideran que tiene poco o nada de capacidad para gobernar se incrementan de un 51% a un 61%, y quienes sienten que les inspira confianza en poco o nada pasan de ser un 54% a un 63%.
En comparación con gobiernos anteriores, un 39% de los peruanos cree que el de Castillo terminará siendo menos corrupto, un 33% piensa que acabará igual que los otros en cuanto a corrupción y un 21% estima que esta gestión culminará como una más corrupta que aquellas que le antecedieron. Por tanto, más de la mitad de la ciudadanía prevé más de lo mismo o algo peor en este aspecto.
Un 58% de la ciudadanía cree que Castillo no terminará su gobierno. Esta percepción sigue siendo claramente mayoritaria, como hace un mes. Un 33%, es decir, un tercio del país, sí piensa que durará cinco años como presidente de la República.
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A pesar de las complicaciones del jefe del Estado, un 43% de los peruanos se siente más representado por el presidente Castillo que por el Congreso. Esto equivale a dos de cada cinco ciudadanos, o dos quintas partes del país, grosso modo.
Al contrario, un 31% de la población se reconoce más representado por el Parlamento que por el actual mandatario. Esto es cerca de un tercio del país.
Un 24% no se siente representado por ninguno de los dos.
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La presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, cae en la evaluación ciudadana tras los cuestionamientos por sus intervenciones en España contra Castillo: quienes la aprueban pasan de un 31% del Perú a un 23% en un mes; quienes la desaprueban de un 61% a un 68%.
Por su lado, la primera ministra Mirtha Vásquez tiene aprobación de un 27% y desaprobación de un 62% del país. No hay gran diferencia respecto al mes pasado.
Los ministros son aprobados por un 25% y desaprobados por un 67%. También una situación similar a la del mes pasado.
Análisis por Patricia Zárate, jefa de Estudios de Opinión del IEP
Pedro Castillo termina sus primeros cinco meses de gobierno con una muy baja aprobación. Si el presidente tenía un relativo consenso en su imagen de preocupación por los que menos tienen, el lema “No más pobres en un país rico” va quedando vacío de contenido.
Aquellas zonas donde recibía más apoyo, como el ámbito rural y el sur, siguen evaluándolo mejor que otros lugares, sin embargo, en comparación con hace pocos meses no se le ve de la misma manera.
Al margen de los intentos de vacancia, más de la mitad de peruanos no cree que el presidente pueda terminar sus cinco años de gobierno. Si bien algunos señalan que esto se debe a que no lo dejan gobernar, principalmente creen que no terminará su periodo por su falta de capacidad para gobernar. Esta es la imagen que no se puede soslayar tan fácilmente y que debería ser tomada más en serio por el gobierno si quiere mantenerse en el poder.
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Llama la atención que pese a tener una baja aprobación (28%), y las críticas a su capacidad de gobernar, un 39% crea que el actual gobierno terminará siendo menos corrupto que otros y solo 21% crea que será más corrupto.
Por otro lado, si se tiene que escoger entre la presidencia y el Congreso, en mayor medida se opta por el mandatario (43% se siente más representado por el presidente y 31% por el Congreso).
Estos elementos pueden explicar por qué, pese a no tener un movimiento político de respaldo, el presidente pueda generar un poco de expectativas positivas.
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