El 2019 será, sin embargo, un año tenso porque las reformas, si son significativas, generan conflictos y tensiones.,El 2019 será más tranquilo si lo comparamos con el turbulento 2018. Las turbulencias que se iniciaron con el triunfo de PPK y la derrota de KF (2016) han sido políticas y judiciales. Ellas no se han extendido a la economía que ha tendido al estancamiento sin generar grandes crisis económicas y sociales. Los conflictos del gobierno dividido entre el Ejecutivo y el Legislativo se superpusieron con la corrupción de Lava Jato y con la podredumbre del Poder Judicial y de la Fiscalía (revelada por los audios de Lava Juez) y generaron un nudo difícil de desatar. Estas crisis superpuestas no solo son estructurales sino que se extienden a los actores. Eso les imprime el carácter de un drama. No solo están en crisis las estructuras políticas y judiciales, sino también los actores institucionales llamados a resolverlas. Pero no todo está podrido, en particular en el Ejecutivo en el que hay que destacar el papel decisivo de Vizcarra y en la Fiscalía y en el Poder Judicial en donde han emergido un pequeño grupo de fiscales y jueces dispuestos a jugarse enteros por la justicia. Los cambios de regeneración en el Congreso se van a producir, pero serán más lentos. Los actores de las luchas contra la corrupción y de la reformas judiciales y políticas han sido apoyados (con buenos resultados) por los movimientos de la calle y por la fuerza pública de los principales medios. Ante la crisis de los actores, el Ejecutivo en particular ha apelado a las comisiones de expertos en el campo de la justicia y en el de la reforma política. Luego del triunfo aplastante del referéndum, las propuestas de la reforma de justicia (concreción de la JNJ y del control externo) se van a concretar con cierta rapidez. La profundización de la reforma política, a cargo de la Comisión presidida por Fernando Tuesta, será más difícil y más lenta, especialmente si toca todos los elementos del sistema política: el sistema electoral, el sistema de partidos y la forma de gobierno. No dudo que será una buena propuesta, pero temo que ella puede ser distorsionada y limitada por algunos grupos parlamentarios, por intereses o por ignorancia. No hay que olvidar que es el Congreso el que aprueba la reforma política. El 2019 será, sin embargo, un año tenso porque las reformas, si son significativas, generan conflictos y tensiones. Este será el año de la profundización de la lucha contra la corrupción, de una fuerte judicialización de la política, de la recomposición de los grupos parlamentarios y de la formación de nuevas coaliciones, del establecimiento de un nuevo equilibrio entre el Ejecutivo y el Legislativo, de la autonomización de los organismos de control estatal y, como ya ha sido señalado, de la concreción de la reforma judicial y política. La tensión del 2019 puede crecer si el gobierno se empeña en realizar la reforma laboral que busca establecer el despido rápido y barato de los trabajadores que, para los neoliberales, han dejado de ser personas y ciudadanos, para transformarlos en costes laborales. Pese a las tensiones, el 2019 será mejor que el 2018.