"Pero el patriarcado peruano también tiene su vanguardia ilustrada que, desde las redes sociales o desde la academia, va dejando su semilla".,El patriarcado peruano tiene su horda salvaje que, en diez años, ha perpetrado 1.000 feminicidios: la mayoría realizados por exmaridos, exnovios o personas cercanas a la víctima a través de acciones crueles y degradantes. Esas acciones, además, han sido pedagógicas; otros han “aprendido” a quemar, a acuchillar, a dar razones: “la comida estaba fría” por ejemplo, una de las más repetidas, según la Defensoría del Pueblo. Otros jóvenes han violado en masa y usando las nuevas tecnologías han grabado en videos su hazaña como sucedió con la escolar Lucy Diana, en Ayacucho, muerta de una septicemia después de dos días de violaciones grupales. Pero el patriarcado peruano también tiene su vanguardia ilustrada que, desde las redes sociales o desde la academia, va dejando su semilla. Este patriarcado ilustrado que plantea, por ejemplo, eliminar las cuotas de género en función de la igualdad prístina, es también sumamente peligroso. ¿Por qué? Porque justifica una supuesta igualdad jurídica totalmente desigual en nombre del “Estado ilustrado” y cree en la imposibilidad de una distinción entre hombres y mujeres sanos. La semana pasada un patriarca sano y muy ilustrado, el periodista Víctor Hurtado, dueño de una prosa elegante que demostró en su libro “Otras disquisiciones”, escribió una columna sobre el enfoque de género en la que me cita para contradecirme. Creo que todo debate es saludable, por eso le voy a contestar. Y en primer lugar habrá que reconocer que, aun con toda la hermosa retórica del mundo, no se puede vencer a la razón de los argumentos: lamentablemente los de Hurtado son falaces. Hombres y mujeres no somos iguales y eso lo sabemos todos. La igualdad que se pretende no es una homogeneidad sino el reconocimiento de la necesidad de igual acceso a derechos, así como tenemos los mismos deberes. Pero esa necesidad no surge de la nada o de nuestras anatomías diferentes: surge de la postergación de nosotras las mujeres a lo largo de las historias de todas las culturas. Debido a nuestra condición de reproductoras de la especie humana hemos sido discriminadas y no voy a contar toda la historia, les recomiendo el libro de Gredna Lerner, La creación del patriarcado, para que los ilustrados se ilustren. Por eso, sostener que el “enfoque de género” o el “enfoque intercultural” va contra la igualdad es pretender creer que hombres y mujeres, blancos e indígenas, hemos sido tratados de la misma manera siempre. Una total falacia, porque indígenas y mujeres en nuestro país hemos estado fuera de la nación o incluidos como seres tutelados: la votación universal solo se dio en la Constitución de 1979. Por otro lado, nuestra vulnerabilidad como mujeres no se debe a que tengamos menos fuerza física sino a la tradición jurídica, política, social y cultural que nos ha relegado a tareas domésticas o de cuidado. Por eso, la acción afirmativa es una política para ir tejiendo otra historia y permitir que las mujeres, nosotras, las relegadas, tengamos los instrumentos para salir de esa discriminación. Cuidado: los argumentos falaces dan pie a los machos peruanos a buscar excusas para sus prácticas violentas.