El Poder Judicial ha sacado de juego al partido pro-Antauro Humala, un precandidato especialmente popular, si es posible llamar así a un 8% de intención de voto, segundo puesto en la encuesta de Ipsos, a cuatro puntos porcentuales de la puntera Keiko Fujimori. ¿Por qué supera Humala a Carlos Álvarez, Francisco Sagasti y a los demás competidores de esta hora?
Una hipótesis sencilla, aparentemente automática, es que sus seguidores lo ven como el outsider que puede derrotar a Fujimori en el 2026. En otras palabras, un segundo Pedro Castillo. Pero la explicación de esa parte del sentimiento antifujimorista es más complicada que eso. ¿Es solo un asunto de pobres contra ricos? ¿Rurales contra urbanos?
También hay una atracción por lo delictivo y lo estrafalario. El candidato Castillo venía de la política pos-senderista, complementada con un sombrero más bien llamativo e ideas que ya eran antiguas y estrambóticas en los años 80. El sur andino, es decir, medio país electoral, lo vio como un rectificador de la injusticia esencial del país.
Algo parecido hay en Humala candidato: una larga pena por asesinato de policías, propuestas pro-narcotráfico, actitud belicista frente a Chile, promesas de fusilamientos. Una imagen de mano dura que oscila entre la izquierda y la derecha. Hay un obvio déficit de racionalidad en todo el planteamiento llamado etnocacerismo.
Para entender mejor lo que está sucediendo en el ámbito electoral, es necesario dirigirse hacia la psicología de los votantes, sus gustos y sus fobias. No solo en el sur andino, conocido por su espíritu levantisco, sino en todo el país. La pregunta en este tema es, más o menos, ¿qué quieren los votantes? ¿Cuán sensatas son sus preferencias?
No es necesario llegar hasta Castillo o Humala. Basta con echar un vistazo a la mayoría de los parlamentarios 2021-2026, en cualquiera de las bancadas, para preguntarse en qué estarían pensando sus electores al momento de votar. No hay mucha ciencia sobre esto: algunos consideran a ese electorado idiota, y otros piensan que es muy sagaz.
¿Qué tanto resuelve sacar al candidato Humala de en medio? Pues él puede ser reemplazado por alguien muy parecido. Alguien dirá que es más fácil cambiar al candidato que al electorado. Quizás sí. Habría que pensarlo. Tal vez una reforma electoral disciplinaría un poco a los votantes y seleccionaría mejor a los aspirantes.