En medio de una sequía histórica, de incendios forestales, de pérdida de flora y fauna y de un desabastecimiento de agua sin precedentes en Cajamarca, el pasado domingo 22 de setiembre se cometió un atentado contra la naturaleza y el medio ambiente: veintidós árboles nativos de molle, con más de 30 años de antigüedad, ubicados en la prolongación Tayabamba, fueron talados brutalmente a plena luz del día. ¿La razón? Una obra de renovación de pistas y veredas ejecutada por la Municipalidad Provincial de Cajamarca. Nuevamente, el enfoque irresponsable y depredador de las autoridades municipales por llenar las ciudades con fierro y cemento sin una consulta previa, sin una adecuada gestión ambiental, y por encima de la conservación de la biodiversidad.
Pese a esto, y en un acto de total desinformación y falta de transparencia, la Municipalidad Provincial de Cajamarca emite un comunicado desconociendo el hecho y atribuyendo toda la responsabilidad a la empresa contratista. Gracias a iniciativas ciudadanas y a algunos medios de comunicación que accedieron al expediente técnico, se supo que la municipalidad no solo aprobó una obra que contemplaba esta barbarie, sino que se asignó presupuesto público para talar los árboles y eliminar sus raíces.
Ninguna obra de infraestructura de ningún Gobierno local debe ir en contra de la sostenibilidad ambiental, y menos en un contexto de crisis climática, donde las altas temperaturas y la contaminación diaria demandan oxígeno, sombra y el cuidado de la vida natural. Se vuelve fundamental vigilar y denunciar a las gestiones públicas locales que promueven estos delitos ambientales con la falsa idea de “a más cemento, más desarrollo”. Finalmente, ser consultados y recibir información oportuna sobre los proyectos de inversión es un derecho ciudadano que aquí se ha visto vulnerado.
El daño es irreversible. Se exige sanción y reparación. Cajamarca se ha quedado sin agua, y ahora también se está quedando sin árboles.