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Opinión

El fujimorazo de Nicolás Maduro

"Las autocracias no son eternas y a veces solo basta un video para verlas caer".

larepublica.pe
Editorial. Foto: composiciónLR

Para ganar, prohibieron la participación de otros contendores en la elección, manejaron el sistema electoral y dirigieron los medios de comunicación para atacar a los opositores. Abiertamente, colocaron a la Fuerza Armada para controlar la votación y cuando los números no les cuadraban y veían que podían perder, retiraron ánforas y adulteraron actas.

¿Estamos hablando de Nicolás Maduro y Venezuela? En realidad, es un recuento de lo ocurrido en Perú en el 2000, cuando Alberto Fujimori ganó con trampa a Alejandro Toledo y conservó el poder por un tercer periodo. El régimen, sin embargo, ya se deshacía internamente por tanta corrupción, que implosionó con la aparición del primer vladivideo.

Es bueno hacer memoria y medir con la misma vara similares hechos políticos. No hay que olvidar que Hugo Chávez y Alberto Fujimori tenían muchas cosas en común y hasta un baile de “trencito” con la entonces primera dama, Keiko Fujimori.

Y es que los populismos, sean de izquierda o derecha, se parecen. Siempre se trata de usar al pueblo para fines electoreros, mientras que con la otra mano se van generando los negocios lucrativos para beneficio del círculo del poder, el entorno privilegiado.

Maduro no es Chávez. Es más chabacano y más tramposo. Además, tiene claro que el lugar que le legó su predecesor no se lo mereció nunca y tiene que hacer hasta lo imposible para perpetuarse, porque el exilio después del daño terrible que les ha hecho a 7 millones de compatriotas obligados a abandonar su país puede ser un destino terrible.

Así que Maduro impide inscribirse a los opositores, persigue a los otros candidatos, cuenta con el aparato estatal para promover su candidatura, dirige el sistema electoral, tiene a la Fuerza Armada a disposición, adultera los resultados y gana en medio del escándalo y el fraude. Encuestas y boca de urna coincidían en su derrota. Seis horas después del cierre de las mesas de votación, un tribunal electoral que responde a él lo reconoce como ganador indiscutible.

La protesta interna estalla. El contexto internacional pide explicaciones y exige, además, algo que hasta ahora no muestran desde el ente electoral: las actas. Los países dicen que no lo van a reconocer si no prueba que ganó. La respuesta es portazo a la cara, ruptura de relaciones y el griterío patético denunciando un intento de fraude desde el exterior.

El régimen chavista después de 25 años en el poder también está corroído por dentro. Maduro sabe que está condenado. Cercado por la protesta y aislado en la región y el mundo, salvo contadas excepciones. Es hora de activar los mecanismos de solidaridad con los venezolanos que protestan en el interior y seguir denunciando el fraude. Finalmente, como peruanos sabemos que las autocracias no son eternas y a veces solo basta un video para verlas caer.