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Opinión

80 días sin responder a la prensa

Dina Boluarte reclama mayor difusión de notas positivas, pero no contesta preguntas.

larepublica.pe
EDITORIAL

El silencio de la presidenta Boluarte no está asociado a un estilo de gobierno, ni siquiera a una práctica permanente. Tiene que ver con el caso específico de los Rolex y las joyas exhibidas en actividades oficiales. Para explicar que no eran joyas sino productos de Unique que adquirió con sus ahorros, y además que no las compró, ya que se las donaron o prestaron para representar bien al país en eventos internacionales; se llevaron a cabo varios encuentros con la prensa. Incluso, acompañada de su abogado defensor Mateo Castañeda y de algunos ministros.

Una vez que la red de mentiras y estratagemas verbales quedó exhibida, ella optó por el silencio para el caso de los Rolex y todo lo demás. A partir de entonces, hay un vocero alterno al primer ministro, las trancas se multiplican y los periodistas sufren encierros para que no se crucen ni osen preguntar sobre cualquier tema, incluidos los Rolex.

El Consejo de la Prensa, IPYS, ANP, entre otros, han señalado la importancia de mantener el canal abierto entre autoridades y medios de comunicación para alcanzar con estos mensajes a la población. Un procedimiento estable y público (una conferencia semanal, por ejemplo) que facilite ese intercambio va a alentar la transparencia y mejorar el clima democrático. El secretismo y la opacidad son signos desalentadores de estos tiempos autoritarios. Basta ver al legislador Alejandro Soto, quien está por concluir su presidencia del Congreso sin haber dado una sola entrevista periodística, pese a las incriminaciones que se le formulan.

La mandataria Boluarte ha señalado que los medios de comunicación repiten informaciones tendenciosas en vez de difundir las buenas obras. Es un reclamo arriesgado de una autoridad que no da cuenta de sus actos públicos, no actúa con transparencia y ha sido involucrada en una serie de investigaciones por casos de corrupción y violaciones de derechos humanos. El periodismo independiente tiene la obligación de poner reflectores sobre estos temas, esos a los que al poder le interesa mantener ocultos y evitar el olvido y la impunidad. Es nuestra tarea.