La socialdemocracia sufrió un duro revés en el proceso electoral con el que se designa a los representantes del Parlamento Europeo por cinco años. El ascenso significativo de las fuerzas de la derecha más radical ha generado una reacción inmediata en varios países integrantes de la Unión Europea. En Francia, el presidente Emmanuel Macron convocó a una renovación adelantada de la asamblea legislativa. En Bélgica, se precipitó la renuncia inmediata del primer ministro.
En España, el Partido Popular superó al gobernante PSOE y sacó dos escaños más que el segundo lugar. En Alemania, el segundo lugar fue ocupado por la ultraderecha, superando a la socialdemocracia en el poder.
La Agrupación Nacional de Marine Le Pen ha logrado casi un tercio de votos, superando a la alianza promovida por Macron. La disolución del Parlamento es una medida audaz del mandatario francés, que apuesta por una respuesta política que neutralice el avance de la ultraderecha en los procesos convocados para este 30 de junio y 7 de julio.
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Aunque se conserva la mayoría con la suma de los Verdes, al mantener el 63% de los 720 escaños del Eurocongreso, el avance del ultranacionalismo –con una posición sumamente crítica al modelo actual de la Unión Europea– representa un momento absolutamente grave para el sistema de integración que es constantemente amenazado por este discurso radical.
Solo el 51% de los más de 360 millones de personas que estaban habilitadas para votar participaron en este ejercicio democrático que ha despertado el interés mundial por sus resultados. La agenda sobre la inmigración, el cambio climático y la relación con Ucrania en guerra con Rusia serían los temas de mayor trascendencia y que podrían afectarse en el debate congresal que se avecina.