Llegar a la Cumbre de la Paz convocada en Suiza para mediados de este mes le puede costar a Dina Boluarte mucho más de lo que le está costando llegar a Beijing. La de Xi Jinping es una invitación de Estado útil para los intereses del Perú. La de Volodymyr Zelensky es una convocatoria que se presta a discusión entre bandos políticos, incluso en el Perú, a donde se llama por larga distancia.
La votación en el Congreso sobre el viaje a China mostró a más de un tercio en desacuerdo, a pesar de que aceptar la invitación era necesario. Viajar a Suiza inevitablemente sería visto como un gesto a favor de Ucrania, como que es Zelensky quien ha hecho la invitación telefónica. En un caso así, la torta se divide de otra manera.
Para bloquear lo de Suiza está el tercio que vetó lo de Beijing por estar contra Boluarte, a lo que se tendría que sumar ahora el contingente pro-ruso genéricamente asociable con la izquierda, más quienes no estarían de acuerdo con que el Perú tome partido de cualquier tipo en esa guerra. Es posible, entonces, que lo ganado en el paseo chino se pierda en el intento suizo.
Más de 70 Estados y unas 170 delegaciones asistirán a la Cumbre de la Paz, convocada por el mandatario ucraniano. Se esperaba un evento ecuménico, pero la ausencia de Rusia y de China lo ha impedido. Beijing ha declarado que no asistirá al evento pues esperaba la presencia de Moscú y Kiev. Sin Vladimir Putin ni Xi Jinping, quizás Joe Biden no acuda.
Para el Perú la asistencia de Boluarte tendría cierta lógica de política exterior. Desde la primera hora Torre Tagle se pronunció en contra de la invasión a Ucrania. Sin embargo luego nos hemos resistido a poner nuestro viejo armamento ruso a disposición de Ucrania, vía una venta a Washington.
De otra parte, el viaje a Suiza trae puesto un problema interno. Sería medio deslucido llegar a Beijing el 23 de junio cuando una semana antes, el 15, se ha participado en una reunión que el gobierno chino ha rechazado, por pro ucraniana. Así, tenemos una interesante invitación en un mal momento, y un argumento para no arriesgarse a un posible veto parlamentario.