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Opinión

Escupiendo al cielo en Gaza, por Mirko Lauer

"Netanyahu piensa que puede torcerle la mano a Joe Biden, entrar en Rafah, como acaba de hacer, y no perder puntos políticos o militares por el camino". 

larepublica.pe
MIRKO

Por un momento pareció que había un acuerdo de paz o una tregua disponibles en Gaza. Pero eso se ha desflecado en pocos días. Haaretz (Tel Aviv) sintetiza así: “Las brechas en la negociación sobre rehenes no son inmensas, pero dependen de consideraciones políticas. Netanyahu está haciéndole el juego a Sinwar, y Hamás está recuperando el control de la franja”.

Netanyahu piensa que puede torcerle la mano a Joe Biden, entrar en Rafah, como acaba de hacer, y no perder puntos políticos o militares por el camino. Aunque por lo pronto Washington ha empezado a secarle a Israel el arsenal para esta guerra. Eso es algo cuyos efectos se van a empezar a sentir más temprano que tarde.

La visión sintética sobre todo esto es que el n°1 israelí prefiere sacrificar a los rehenes antes que ver desmoronarse su gobierno. Si de aquí a noviembre no hay alguna forma de alivio electoral para los demócratas de EEUU, el Estado de Israel va a pagar un alto precio, justos y pecadores. Hay, entonces, más en juego que el asalto a Rafah.

La cuestión de fondo, opina Ian Bremmer en su boletín, es “mayor aislamiento y más amenazas defensivas a largo plazo para Israel”. Quizás la idea no molesta a la extrema derecha que gobierna en Tel Aviv, a partir de aquella otra idea según la cual pasada esta guerra todo podrá seguir como antes. Es lo que se dio con las anteriores guerras.

Pero esta guerra de Gaza está revelando cosas. La primera: la enorme dependencia de Israel frente a los EEUU, que en una de esas podría pasar de una posición 100% pro-Israel, a una actitud de relativa neutralidad en la pugna judíos-palestinos, la militar, la histórica, la geopolítica. Una pérdida que, de darse, Netanyahu se la habrá labrado a pulso.

¿Pueden reflotar las conversaciones sobre tregua y rehenes? A las dos partes les conviene alguna forma de respiro, pero ninguna está muy interesada, y ambas quieren ganarle la partida a Biden. Después de todo, es con la penuria de la población que están trabajando. Hay la creciente sensación de que no habrá ganador en esta guerra. Por algo el Medio Oriente toma cada vez más distancia.