Se extienden en las universidades norteamericanas las protestas por la guerra en Gaza y el papel diplomático norteamericano en respaldo a Israel. La iniciativa que partió de la Universidad de Columbia ahora involucra a más de una decena de ellas –entre otras, la Universidad de Nueva York y la propia Harvard–, y en los campus universitarios se desarrollan enfrentamientos con la policía y hay detenciones. Hasta el momento, las personas que han sido llevadas a la cárcel suman cientos, y entre ellas también figuran profesores de diferentes casas de estudios.
Los estudiantes que se pliegan a esta movilización reclaman que EEUU no apoye a su aliado histórico, Israel, y que se congele la ayuda militar y económica. Los rectores de las universidades norteamericanas han apelado a imponer sanciones a los estudiantes detenidos, como la separación, hecho que ha desatado la protesta de los profesores. También se ha prohibido, en algunos casos, el dictado de clases presenciales y se ha dispuesto el retorno a la virtualidad mientras dure el semestre.
El fenómeno social que representa esta movilización universitaria responde a diversos factores: uno de ellos es el descrédito de la administración Biden ante la sociedad norteamericana debido a la masacre de personas en Gaza y el lamentable saldo de 34.000 muertos de origen palestino.
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Desde que el grupo terrorista Hamás atacó las ciudades fronterizas de Israel y capturó y asesinó rehenes a sangre fría, el 7 de octubre del 2023, se han contabilizado 34.000 personas asesinadas, el 70% mujeres y niños. Los organismos internacionales que han desplegado esfuerzos humanitarios en la zona consideran que se trata de una verdadera masacre contra la población civil desarmada.
El llamado al cese del conflicto y al retorno de la paz no parece encontrar eco en Israel, que ha mantenido su accionar militar, pese a la opinión de la ONU y de todas las dependencias de esta organización que están actuando en la zona, como Unicef, Acnur, entre otras. Las protestas estudiantiles simbolizan este llamado de los ciudadanos, sin distingo de razas o religiones, al cese al fuego, la atención de los heridos y enfermos, la entrega de alimento, medicina y agua. El fin de la guerra en Gaza es una aspiración colectiva, una voluntad de los pueblos, que esperamos que sea oída.