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Opinión

Se necesitan dos para este tango tóxico, por Augusto Álvarez Rodrich

La relación congreso-gobierno erosiona la institucionalidad.

larepublica.pe
AAR

Un problema preocupante, entre muchos, derivado de la continuidad de la presidencia de Dina Boluarte —que sigue siendo, hasta nuevo aviso, el escenario futuro más probable para los próximos 12 meses—, es que su debilitamiento sostenido la vuelve cada vez más dependiente de un congreso de la república desbocado entre la mediocridad y la corrupción, lo que está teniendo un efecto tóxico en el terreno de las políticas públicas y de la institucionalidad.

La debilidad de la presidencia de Boluarte se explica por un respaldo escaso en la opinión pública que ha llegado, según Datum, al 7%, un mínimo histórico de las últimas dos décadas, con una gran desaprobación del 88%.

Es un apoyo ciudadano muy precario que se parece al del parlamento (+9%/-86%), en el marco de una relación compleja entre ambos poderes del estado, en donde la continuidad de Boluarte en el gobierno depende de una decisión que solo compete al congreso, pero siendo evidente que la permanencia de este requiere que la presidenta siga en el cargo, pues su salida implicaría en los hechos el final adelantado hacia una elección general.

Es una relación tóxica en la que los dos se necesitan para durar, pero donde es obvio que el liderazgo lo tiene el congreso ante el gobierno, con un abuso expresado en que los parlamentarios hacen lo que quieren y el ejecutivo se lo permite por un afán de durar, que se vuelve la prioridad frente a todo.

Eso explica que el gobierno se allane al sétimo retiro de AFP y la liberación de la CTS, o al apoyo indiscriminado a la minería ilegal, y a cualquier otra barbaridad por la que, entre la corrupción y la mediocridad, deambula el congreso, para no hablar de los destrozos en la institucionalidad política del país.

Al paso que vamos, el entorno político y económico peruano podría llegar al 2026 sin que se produzca una interrupción del statu quo actual, pero sí con un debilitamiento severo de los fundamentos del sistema político, así como del clima de negocios en el país.

Revertir eso requeriría un esfuerzo del gobierno para entender que, en este asunto, de durar, se necesitan dos para bailar tango, y que podría y debería negociar mejor ante el congreso para que este no siga su destrucción.