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La invicta pasión por lo insignificante, por Augusto Álvarez Rodrich

Sobre la habilidad del país para eludir los asuntos importantes.

No es la primera vez que esta columna se ocupa en estos días de la dificultad creciente en el país por tener una agenda nacional con problemas que sean en verdad relevantes debido a la búsqueda permanente de distractores que impiden concentrarse e invitan a la procrastinación, en lo que ya parece una pasión por la insignificancia.

Minucias que cambian de nombre cada día, Raúl Doroteo anteayer, Edgar Tello ayer, Darwin Espinoza hoy, todos en lo mismo del asalto al erario en cuanta modalidad sea posible con la seguridad de que sus colegas del congreso enjuagarán su delito por eso de hoy por ti, mañana por mí. Como dice mi amigo el escritor Víctor Hurtado, “muy mal por Darwin Espinoza, siempre en lo mismo. Darwin no evoluciona”.

A lo cual ayuda el entusiasmo procrastinador para aplazar, posponer, diferir, postergar, el abordaje indispensable de lo que realmente son hoy en día problemas cruciales que obscurecen la posibilidad de construir un futuro para el país y que agobian a los ciudadanos.

Por ejemplo, la inseguridad, el empleo, falta de oportunidades, educación, hambre, salud, preparación del país para que las crisis internacionales no nos vuelvan a sorprender, como con la pandemia, desnudando a una nación que mete los problemas de fondo como polvo debajo de la alfombra.

No es que la putrefacción de los pericotes deba ser dejada de lado, pero lo que no debiera ocurrir es que se conviertan, como suele suceder, en los motores para la procrastinación, es decir, para entretener al país y retrasar, demorar y dilatar la urgencia de ocuparse de lo relevante.

Lo cual requiere líderes de verdad, con la capacidad de movilizar a los ciudadanos para que enfrenten y resuelvan desafíos difíciles de sus vidas y de la nación, como plantea el experto en liderazgo Ronald Heifetz.

Lo cual debería llevar a identificar un set de indicadores cruciales que presionen al país a concentrarse en lo relevante y evitar distracciones.

Por ejemplo, reducir drásticamente el número de jóvenes que cada año se van del Perú por carecer de una visión estimulante del futuro, para el país y para sus vidas. Cambiar eso debería ser un objetivo nacional no negociable.

Augusto Álvarez Rodrich.

Claro y directo

Economista de la U. del Pacífico –profesor desde 1986– y Máster de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, Harvard. En el oficio de periodista desde hace más de cuatro décadas, con varios despidos en la mochila tras dirigir y conducir programas en diarios, tv y radio. Dirige RTV, preside Ipys, le gusta el teatro, ante todo, hincha de Alianza Lima.