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Opinión

¿Qué tiene que ver el poder, el género y la edad con la destitución de Inés Tello de la JNJ?, por Marisa Glave

“El golpe ha sido contra la JNJ, pero —sobremanera— es uno dirigido a (Inés Tello) y a lo que representa. Fue jueza en la condena al grupo Colina el 2010 y condenó a Montesinos en 2006”.


MIRKO

Ayer despertamos con la noticia del golpe del Congreso contra la Junta Nacional de Justicia (JNJ). Desprendidos de toda vergüenza —ahora que saben que su popularidad quedará estancada en un dígito sin importar lo que hagan— y sin ninguna responsabilidad para con la ciudadanía, las y los congresistas se tornan francamente peligrosos. Como dice el antropólogo Eduardo Ballón, están decididos a llevar hasta el final sus objetivos.

Aprobaron una bicameralidad trucha, con candados centralistas y que reabre las puertas a la reelección que era, como quedó en evidencia, lo único que los motivaba. Ahora han golpeado a la JNJ, inhabilitando a dos de sus miembros y dejando la puerta abierta para sancionar a más de ellos, suspendiendo el pleno mientras “cocinan” los votos necesarios. Y se alistan a su meta: controlar los organismos electorales y judiciales. Es el abc del copamiento institucional para asaltar la democracia conservando los cascarones institucionales, pero vaciándolos de contenido. Ya saben, ser una dictadura de facto con apariencia democrática, el gran legado de Alberto Fujimori.

Pero ayer también fue el Día de la Mujer y sí me parece sintomático que el eje del ataque a la JNJ haya sido el cuestionamiento a una histórica magistrada: Inés Tello.

La doctora Tello es una abogada sanmarquina, titulada en 1971 e ingresó en 1974 a la carrera judicial, primero como jueza de paz hasta llegar a jueza superior, retirándose el 2015. Una mujer con 40 años de servicio efectivo, una vida entera dedicada a la justicia peruana que, en vísperas del Día Internacional de la Mujer, es sancionada —¡inhabilitada por 10 años!— en un acto revestido de injusticia y cargado de venganza contra ella.

Es verdad que el golpe ha sido contra la JNJ, pero sobremanera es uno dirigido a ella y a lo que representa. Por eso es central ponerlo en evidencia.

Luz Inés Tello fue jueza en la Primera Sala Penal Liquidadora de Lima que condena al grupo Colina el 2010. Ella fue la ponente; es decir, la encargada de sustentar la sentencia y eso le valió el acoso del entonces juez supremo Villa Stein. Recordemos que desde la Corte Suprema se pretendió disminuir la condena, pues se interpretó que se había sentenciado por un delito que habría prescrito (asociación ilícita) pese a que este era un delito conexo al de asesinato. En la sentencia de Villa Stein, junto con la reducción de la condena, se pretendía mandar a la doctora Tello al Órgano de Control de la Magistratura (OCMA) para que sea investigada y sancionada. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se pronunció contra la pretensión de Villa Stein.  

Ella también condenó el 2006 a Montesinos y a quienes operaron con él la venta de armas a las FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en un escandaloso caso que vinculaba el tráfico de armamento —más de 10.000 fusiles— y el uso de recursos del narcotráfico. Este caso cobra actualidad en la medida que la justicia chilena está por incorporar la responsabilidad de Fujimori y permitir su juzgamiento en el Perú.

Ejerciendo la justicia se ha ganado enemigos poderosos. Pero sus enemigos no son solo del pasado, sino del presente por su rol como integrante de la JNJ. El caso más sonado es el de Patricia Benavides, aunque son quizá más peligrosos los que parecen pasar desapercibidos. La doctora Tello es quien preside la comisión encargada de revisar los fallos del anterior Consejo Nacional de la Magistratura (CNM).

Nuestra memoria es frágil, así que es importante recordar. El CNM estuvo en el corazón del caso Cuellos Blancos, que sacó a la luz —a través de audios infames— cómo jueces alteraban sentencias para obtener beneficios. Esta transformación de la justicia en una mercancía con la que se puede traficar tenía como pieza clave el nombramiento de jueces y fiscales coludidos con el sistema prebendario. Estos nombramientos cuestionados estuvieron a cargo del CNM.

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La comisión que preside Tello en la JNJ ha revisado más de 2.000 expedientes del antiguo CNM y han encontrado irregularidades en por lo menos 400 procesos. Han concluido el análisis de 190 de ellos, cuyos informes ya fueron elevados al Pleno de la JNJ, pero les faltan alrededor de 200 más. Como ha señalado ella en entrevistas recientes sobre esta labor, “hay nombramientos que se tendrán que dejar sin efecto, ratificaciones que se tendrán que dejar sin efecto” de jueces y fiscales que aún operan en el Poder Judicial. Jueces que podrían estar vinculados al caso de los cuellos blancos ¿Ya entendemos la magnitud del trabajo de Tello y la gravedad del impacto que habrá sobre la justicia por su separación de la JNJ?

¿Cuál es entonces el argumento usado para sancionarla a ella y a otros miembros de la JNJ? Que la doctora Tello cumplió 75 años mientras ejercía el cargo. Pero esto no ha ocurrido ahora, ocurrió el 2021 y no dijeron nada. No era un secreto, se puso en evidencia durante el proceso de selección de la JNJ y se dejó en claro que el mandato que ella asumía era de 5 años y que, entonces, el requisito de ser menor de 75 años era solo para postular. Siendo así, la interpretación literal que hace el Congreso del texto constitucional es en realidad una excusa usada como espada de doble filo.

Por un lado, pretenden decir que ella habría infringido la norma para beneficiarse, manchando así su imagen de mujer honesta y comprometida con la justicia, y por el otro que ella no sería capaz de cumplir el rol eficientemente, esto porque sería una “anciana”.  

Ambos aspectos han sido rechazados con firmeza por Tello, el primero porque afecta su trayectoria, pero el segundo porque la afecta en su condición de persona activa y útil a la sociedad. Sobre este último aspecto, ella ha señalado que “el cuestionamiento es la edad, porque tengo 75. Nadie explica por qué los 75 me hacen incapaz, Soy una mujer capaz, soy una mujer honesta y yo lucho, yo no voy a cejar en mi lucha por que se respeten mis derechos y los derechos de los mayores de edad”.

Los cambios acelerados en el siglo XXI han generado transformaciones en las valoraciones colectivas. La sabiduría, como la acumulación de conocimiento experto basado en la experiencia de vida, es dejada de lado por renovación acelerada de la tecnología. Así, las personas que debieran ser consideradas sabias, de quienes esperaríamos la lucidez de la experiencia, aparecen como objetos desechables —más que personas— acumulables en algún rincón. La RAE ha incluido el término edadismo, que da cuenta de un nuevo tipo de exclusión, una por edad.

En la intersección entre la edad y el género, Tello se vuelve vulnerable, objeto de abuso de quienes hoy ejercen poder y la consideran peligrosa.

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Muchas personas, sobre todo mujeres, estamos orgullosas de tener en el Perú una magistrada como Inés Tello y confiamos en que la justicia, que ella tanto defendió, llegue también a su caso.