El factor Alberto Fujimori, por Marisa Glave

“Una vez más, Alberto Fujimori, cómplice de Vladimiro Montesinos en la operación del grupo paramilitar Colina, pretende pasar por agua tibia acciones criminales que produjeron serias violaciones de derechos humanos”.

La coyuntura política nacional se altera –con cierta regularidad– por el factor Alberto Fujimori. La renuncia por fax, la fuga al Japón, el intento de retorno al país vía Chile, la extradición, el megajuicio, las múltiples salidas “médicas” del penal de Barbadillo o el mal habido indulto humanitario son algunos de los ejemplos. En cada ocasión, el exdictador se las arregló para dejar frases célebres, cargadas de cinismo, unas verdaderas yucas para el pueblo peruano.

Ahora que pasea libremente por centros comerciales –mostrando que eso de la salud deteriorada con riesgo de muerte era cuento chino– lanza nuevas frases para el recuerdo, esta vez sobre su exasesor Vladimiro Montesinos.

Preguntado por si se arrepentía aún de haber tenido a Montesinos como una persona de confianza en su gobierno, responde: “Bueno, cada persona comete sus errores, ¿no? Pero él cumplió también su función”. Al ser consultado por las funciones que habría cumplido tan bien el exasesor, Alberto Fujimori dijo: “Él ha trabajado en inteligencia y en inteligencia lo hizo bien”. El entrevistador entonces pregunta si consideraba o no que Montesinos era un corrupto, a lo que señaló: “Bueno, al final un poco que se mareó, pues… lo mareó el dinero”.  

Este intercambio merece ser analizado con cuidado para desnudar las falacias y las pretensiones de impunidad que hay detrás de cada frase. Empecemos por la más fácil, por los supuestos errores.

El exasesor de inteligencia está sentenciado, entre otras cosas, por violaciones a los derechos humanos. Destacan crímenes como las matanzas de Barrios Altos y El Santa, así como los asesinatos del periodista Pedro Yauri y el de la suboficial Mariela Barreto, asesinato por el que recibió condena de 23 años en junio del 2023. En enero de este año, Montesinos obtuvo otra sentencia de 19 años, al acogerse a la conclusión anticipada por los casos Pativilca y Cantuta. Todas estas sentencias dan cuenta de acciones planificadas y premeditadas, no de errores no calculados. Alberto Fujimori lo sabe bien, el fujimorismo la sabe bien. Pero juegan con las palabras como juegan con la memoria del país.

Una vez más, Alberto Fujimori, cómplice de Vladimiro Montesinos en la operación del grupo paramilitar Colina, pretende pasar por agua tibia acciones criminales que produjeron serias violaciones de derechos humanos.

Pero si los crímenes cometidos no pueden ser borrados, lo que pretende Alberto Fujimori y el Fujimorismo es trastocar el móvil. Una de las falacias que repiten a menudo los discípulos del exdictador es que Vladimiro Montesinos habría sido un gran agente de inteligencia, dedicado a combatir al terrorismo. Sobre esta afirmación falsa detengámonos un momento.

Montesinos era un gran acumulador y generador de secretos –varios que aún no conocemos– que le sirvieron para chantajear a distintos personajes de la élite peruana. Aficionado a filmar a sus víctimas, es probable que varios de los videos que con tanta desesperación persiguió Fujimori le estén quitando el sueño a varios. Recordemos que el exasesor sale de prisión en junio del 2026. Junto con los chantajes estuvo la destrucción pública de opositores usando de manera grosera –y delincuencial– a los llamados periódicos “chicha” por instrucción del propio Fujimori, según declaró el propio Vladimiro Montesinos en el 2001. Todo esto operado desde su sótano en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN).

Esto no fue inteligencia contrasubversiva. Era una inteligencia al servicio de un régimen autoritario para su mantenimiento. Y lo que supuestamente fue una política de identificación y eliminación de agentes terroristas –que ya como pretensión incluía acciones criminales– terminó con la muerte de inocentes, incluido un niño de ocho años, José Ríos Rojas. Inocentes que hasta hoy cargan con el mote de “terroristas” en el lenguaje fujimorista que busca justificar la operación de Colina y Montesinos. 

Finalmente, está el “mareo con el dinero” del exasesor. Supongo que esta es la manera grosera –que se pretende sutil– del exdictador de referirse a los fajos de billetes que tenía Montesinos en su sótano para entregar a políticos y empresarios. O quizá se refiere al mareo que le ocasionaron los 15 millones de dólares que le pagó como CTS a finales de los 90, cuando se desmoronaba el régimen y se conocía el operar corrupto de Montesinos. El pretexto que luego dio Alberto Fujimori fue que le entregó esta suma de dinero para evitar un golpe de Estado. El chiste se cuenta solo.

Como la política peruana nos ha enseñado, las casualidades son poco probables y es por tanto poco creíble que la entrevista haya sido espontánea ¿Qué interés hay en que el exdictador hable bien de su exasesor? Lo sabremos pronto. Lo cierto es que los cómplices parecen enviarse mensajes públicos, como los guiños que se hacían en el megajuicio. Tengamos en cuenta que en dos años podrían encontrarse “casualmente” en el mismo centro comercial, ambos en libertad.

Pero como no todo es color hormiga, el factor Alberto Fujimori tiene también un efecto sísmico en su propia organización. Estos días hemos visto, con cierta desesperación, a los voceros oficiales y oficiosos del fujimorismo saliendo a desmentir al exdictador. No en lo referente a Montesinos, no señores, lo que les ha generado tensión es la otra parte de la entrevista, en la que se refiere a Dina Boluarte y a su Gobierno.

El señor Alberto Fujimori dejó claro lo que para todos nosotros es algo evidente: la señora Keiko Fujimori es aliada de la señora Dina Boluarte y el fujimorismo está muy cómodo digitando a la presidenta desde el Parlamento. Esta es una verdad a gritos que pretende ser negada por Fuerza Popular, pues son consientes de que aparecer ante la opinión pública como el sostén político de un Gobierno que tiene menos de 10% de aprobación es una mochila muy pesada para próximo proceso electoral.

La señora Boluarte no solo tiene las manos manchadas de sangre por la represión violenta en el sur. Tiene también un Gobierno incompetente, que hace agua por todas partes. Miremos sino las protestas que hay en el norte del país, en particular en Piura, tras el fiasco de las obras de mitigación que la ministra estrella de Boluarte, Hania Pérez de Cuéllar, inauguró hace poco y que no han evitado la inundación de la ciudad. Piura, una de las regiones que más votos ha dado al fujimorismo, padece hoy los efectos de la improvisación de la presidenta aliada del fujimorismo.

El factor Alberto Fujimori, que dio inicio, 35 años atrás, a uno de los movimientos políticos más populares del país, es una vez más la espada de Damocles de su heredera.

Marisa Glave

Desde la raíz

Socióloga, con un máster en Gestión Pública, investigadora asociada de desco, activista feminista, ecologista y mamá.