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Opinión

Crisis política: golpe a golpe pero sin verso, por Augusto Álvarez Rodrich

Las visiones críticas y de parte del gobierno de Pedro Castillo.

larepublica.pe
AAR

Mientras la defensa judicial del expresidente Pedro Castillo se descarría más, aparecen defensas políticas de su gobierno de año y medio que terminó el día en que quiso convertirse en dictador.

Con 25 abogados en los 14 meses que lleva detenido en la cárcel presidencial, el destino seguro de Castillo será permanecer ahí por mucho tiempo.

Primero, por la evidencia contundente del delito cometido al anunciar un golpe de estado transmitido en cadena nacional en la mañana del 7 de diciembre de 2022, déjà vu del que Alberto Fujimori protagonizó hace 32 años.

La diferencia entre ambos fue que el de Fujimori fue ‘exitoso’ pues duró por ocho años, y el de Castillo un mamarracho que acabó una hora después con él atrapado en el tráfico del centro de Lima queriendo llegar al asilo ofrecido por AMLO, lo que, a su vez, también fue una expresión inequívoca de la impericia y el caos de su gobierno.

Segundo, porque es imposible desarrollar una defensa judicial eficaz con tan alta rotación de abogados. El último fue Eduardo Pachas, quien se retiró hace diez días diciendo que “los barcos, para ser dirigidos, no tienen dos capitanes, solo uno”.

Algo que también fue un rasgo de su gobierno: la alta rotación de ministros, 78 en casi 500 días. Sus abogados cambian según el lado de la familia que hable con el expresidente: los festivos Castillo, o los evangélicos de Lilia Paredes.

Mientras la defensa judicial encalla, el debate político continúa con textos que siguen apareciendo, uno que se perfila con tono crítico Pedro de los (casi) 500 días de Carlos Basombrío —aún no lo he leído—, y otros con talante cercano al expresidente, como el de la exministra Anahí Durand Estallido en los andes, con una explicación del surgimiento del gobierno y de la movilización tras su caída, que ayuda a entender la interpretación de un sector de la izquierda peruana sobre lo ocurrido, aunque errada desde la visión de esta columna, lo que no excluye, por lo dicho, que su lectura sea interesante.

Todas las explicaciones que aparecen, sin embargo, desde las derechas hasta las izquierdas, coinciden en algo correcto: el penoso gobierno de Castillo solo fue un punto más de la grave y antigua crisis política que sufre el Perú.