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Opinión

Trump primarioso, por Ramiro Escobar

"Superó por 10 puntos a la exembajadora de EEUU en la ONU y, acaso sintomática y hábilmente, le pidió que se retirara de las primarias. Porque él, solo él, tiene ganar".

larepublica.pe
Escobar

Profesor PUCP

El expresidente Donald Trump ha salido victorioso y, fiel a su forma de ver el mundo y verse a sí mismo, ya se siente ganador. Ha ninguneado a Nikki Haley, su contendora dentro del Partido Republicano, tras las primarias en Iowa y New Hampshire. Pero hay un dato que es relevante: en este último estado no ha ganado de manera aplastante. Su distancia egotriunfal se ha reducido.

Superó por 10 puntos a la exembajadora de EEUU en la ONU y, acaso sintomática y hábilmente, le pidió que se retirara de las primarias. Porque él, solo él, tiene ganar. Haley ya ha dicho que no lo hará, con lo que el díscolo hombre negocios y político (con decenas de juicios encima), debe andar al menos preocupado por no llegar solo a la nominación.

Trump ataca, desprecia. Haley no responde las ásperas insinuaciones, saluda al winner y apuesta por seguir en carrera. Todo indica que no quiere soltar fuego contra su adversario, a pesar de tener por donde hacerlo, por una razón que resulta visible: si lo hace, perdería el electorado radical, fanático, capaz de votar por el exmandatario el día del juicio final en Nueva York.

Acaso también porque tendría la opción de ir a la fórmula trumpiana, algo que no es seguro porque hay otros afanosos que quieren subirse a ese vehículo. Entretanto, lo que parece pretender es venderles a los republicanos la idea, que tiene base, de contar con un candidato “normal”. No con alguien que insulta, que es abiertamente racista y que puede terminar hasta en la cárcel.

En algún momento, Haley sugirió que la mejor manera de regalarle un nuevo triunfo a Biden es poner a Trump como candidato. Algo así como la versión gringa de “si pones a Keiko va a perder con quien sea”. Porque, aunque el vitriólico candidato republicano ya ha ganado una vez, ahora va magullado, presionado judicialmente y contando con muy pocas simpatías globales.

Todo ejercicio del poder deja huella. Le sucedió a Obama, que en la segunda ocasión no triunfó tan fácilmente. Y hoy Trump ya tiene currículum: si bien en su período mejoró la economía y subieron los salarios, el desastre sanitario fue de tal magnitud que es imposible borrarlo de la memoria. A ello se suma la incursión de sus frenéticos hinchas en el Capitolio.

En esta ocasión, además, viene aumentado: ha llegado a decir que los inmigrantes “envenenan la sangre” de su país, poniendo en escena un nazismo revival del siglo XXI; se propone, según The New York Times, concentrar más poder vía una gran transformación burocrática; crear una Fiscalía especial para perseguir a Joe Biden y su familia; promover deportaciones masivas.

Si se mira todo este panorama, hay razones para pensar que Haley puede invitar a que en los predios republicanos asome un gramo de sensatez. Mientras, en la tienda demócrata no surge un candidato alternativo a Biden, que también va magulladísimo a estas elecciones, por los conflictos en Gaza y Ucrania. Y porque ante no pocos electores los años le han pasado la factura.

Habrá que esperar hasta el ‘Supermartes’ del 5 de marzo, cuando se realizan las primarias en 15 estados, para ver si hay un sacudón sísmico o aparece un personaje inesperado, que rompa el predominio de estos expresidentes veteranos. “La vida te da sorpresas”, canta Rubén Blades. El ‘gran país del norte’ debería darla para que el mundo no se quede asustado en una esquina.