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Opinión

Las cartas del Boom, por Raúl Tola

“Como García Márquez escribiendo a Fuentes: ‘Encontré el título de la novela: Cien años de soledad. ¿Cómo te suena?’”.

larepublica.pe
TOLA

Se equivocan quienes piensan que Las cartas del Boom es un mero producto comercial, publicado para seguirle exprimiendo beneficios —más de 50 años después de su momento culminante— al boom latinoamericano. Acabo de leer el libro casi de un tirón, con esa mezcla de fascinación, curiosidad y vértigo que producen las buenas novelas, y me atrevo a decir que se trata de un documento fundamental, que echa luces a muchas de las sombras que planeaban sobre el movimiento que puso a nuestro continente en el primer plano de la literatura mundial.

Como se sabe, el libro está compuesto por la correspondencia que intercambiaron sus cuatro figuras angulares: el mexicano Carlos Fuentes, el colombiano Gabriel García Márquez, el peruano Mario Vargas Llosa y el argentino Julio Cortázar. Son 207 cartas que comienzan en 1955, con la primera enviada por Fuentes a Cortázar, y terminan en 2012, con una breve nota que Fuentes envía a García Márquez por su 85 cumpleaños.

Como es evidente, a pesar de su abundancia, se trata de una compilación parcial, porque muchas de las cartas que se remitieron en todo este tiempo terminaron perdiéndose. Esto no impide que, repasando los casi 60 años que abarcan, el lector pueda arribar a varias conclusiones, construyéndose una idea más íntima y espontánea de estas personalidades geniales, de sus preocupaciones y del modo en que su amistad evolucionó, acercándose y alejándose a medida que se sucedieron los hechos que marcaron su tiempo, sin que esto obstruyese la publicación de sus libros, muchos de ellos obras maestras absolutas.

El libro confirma el papel angular que cumplió Carlos Fuentes para la aparición y posterior consolidación del movimiento. Fue él quien primero comprendió lo que venía ocurriendo, ese descubrimiento de América Latina por el mundo, y quien más hizo por acercar y organizar a sus colegas, siendo, junto con Cortázar, el más prolífico en la correspondencia. Las páginas del libro están llenas de sus gestos de generosidad, de sus ofrecimientos a sus colegas para publicar ensayos, dar cursos, encontrar agente, conseguir traducciones y participar en congresos de medio mundo. Fuentes tuvo claro que, si aspiraban a una verdadera trascendencia, el mejor mecanismo era la colaboración y no la competencia, de modo que entre todos se ocuparon de cuidarse las espaldas, intercambiando opiniones para mejorar lo que venían trabajando o escribiendo artículos para difundir los libros de los demás o responder a los críticos.

Resulta imposible resumir un libro tan vasto en un espacio tan breve como este. Basta con decir que Las cartas del Boom ofrecen una perspectiva única, en primera persona, muchas veces descarnada, de lo que pensaban estos cuatro autores sobre su tiempo: de sus certezas, esperanzas y dudas, que fueron evolucionando a medida que sus amistades se transformaban e incluso resquebrajaban. Como García Márquez escribiendo a Fuentes: “Encontré el título de la novela: Cien años de soledad. ¿Cómo te suena?”.